Velen y oren

Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Pbro. José Manuel Suazo Reyes

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Este domingo Iniciamos un nuevo año litúrgico con el periodo del Adviento. El término ADVIENTO significa «presencia», «llegada», «venida» o “visita”. En el mundo antiguo era un término técnico utilizado para indicar la llegada de un funcionario, la visita del rey o del emperador a una provincia. Los primeros cristianos adoptaron la palabra «Adviento» para expresar su relación con Jesucristo: JESÚS ES EL REY, QUE HA ENTRADO EN LA TIERRA PARA VISITAR A TODOS.

Con el término ADVIENTO celebramos en la Iglesia la presencia de Dios. DIOS ESTÁ AQUÍ, ESTÁ EN MEDIO DE NOSOTROS. Dios entra en nuestro tiempo: haciéndose niño y recorriendo las etapas de la vida humana, para que TODA NUESTRA EXISTENCIA pueda ser elevada a las alturas de Dios. Este acercamiento divino está movido por el AMOR.. “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su propio hijo para que el mundo tenga vida” ( Jn 3, 16).

La venida de Jesús, comprende tres aspectos, se hace referencia a la venida histórica de Jesús (misterio de la encarnación), la venida escatológica (epifanía gloriosa objeto de nuestra esperanza) y la venida cotidiana, la de todos los días, objeto de fe que nos lleva a la bella experiencia del encuentro con Dios.
Un rasgo que caracteriza el Adviento es el tema de la ESPERA, espera que vivida con fe se convierte en ESPERANZA. El Adviento es, por excelencia, el tiempo de la esperanza. Cada año, se renueva en el corazón de los cristianos que, mientras se preparan para celebrar la gran fiesta del nacimiento de Cristo Salvador, reavivan la esperanza de su venida gloriosa al final de los tiempos. La esperanza Cristiana a la que nos referimos se distingue de la Esperanza humana. Ambas ponen la mirada en un bien futuro, con la gran diferencia de que en la esperanza humana no estamos ciertos de alcanzar el bien que se desea, mientras que en la Esperanza cristiana, lo que esperamos es un bien del que estamos seguros. Esta seguridad viene del hecho de que se trata de los bienes que nos ha prometido el mismo Señor y Dios es fiel a sus promesas.

El evangelio de este domingo (Lc 21, 25-28.34-36) pone el acento en la segunda venido de Jesús para la cual todos debemos estar preparados porque no sabemos el día ni la hora. El evangelista san Lucas insiste en que la llegada de Jesús será una liberación para los creyentes.

Los que creemos en Jesús tenemos suficientes motivos para ser optimistas. Aún cuando las cosas vayan mal, sabemos que Cristo interviene en todas las circunstancias de la vida, de un modo misterioso pero eficaz, para nuestra salvación y nuestra liberación.

El creyente debe ser consciente de que en el mundo contemporáneo existen muchas distracciones y ocasiones para cometer excesos. Hay muchas situaciones que nos pueden distraer de nuestra misión en este mundo. Por eso hay que hacer caso al evangelio, uno debe velar y orar para no distraerse y mundanizarse.

Al iniciar este tiempo de adviento hemos de tener puesta la mirada en aquel que esperamos. Sea porque nos preparamos para celebrar su nacimiento o para su regreso glorioso. No debemos olvidar que Jesús viene todos los días y a cada momento, por ello este periodo de preparación nos permite estar alerta para la llegada del Señor.

Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Vocero de la Arquidiócesis de Xalapa

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Párroco en San Miguel Arcángel, Perote, Veracruz.