Vacunas derivadas de células de abortos.

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Entre los autores fieles a la Iglesia, suele haber coincidencia en la «doctrina», aunque no falten a veces autores e incluso escuelas que difieran en explicaciones teológicas. En cambio en cuestiones de la «moral» son relativamente frecuentes las respuestas considerablemente diversas. Esta realidad viene comprobada por muchos siglos de historia. Y actualmente, en este tiempo de confusión generalizada, las diferencias sobre todo en temas morales son bastante numerosas, incluso entre autores católicos fieles.

Voy a considerar en este artículo una apremiante cuestión ocasionada por la pandemia del coronavirus-19. Unos enseñan que es «ilícito» recibir una vacuna si en su producción se usaron células de embriones abortados. Otros, por el contrario, enseñan que es «lícito» recibirla. Presentaré, con su enlace correspondiente, varios ejemplos en un sentido y en el otro. Y advierto con énfasis que los autores citados son todos de alto nivel intelectual y sumamente fidedignos, pues son fieles a las enseñanzas de la Iglesia.

–Es ilícito

+Señores Arzobispos, Cardenal Janis Pujats, Tomash Peta, Jan Pawel Lenga, y obispos Joseph E. Strickland y Athanasius Schneider«Sobre la ilicitud moral del uso de vacunas hechas de células derivadas de fetos humanos abortado» (12-12-2020). El documento es relativamente corto, pero claramente argumentado, y dictamina la ilicitud tajantemente.

«Hay cada vez más voces de eclesiásticos –conferencias episcopales, obispos individuales y sacerdotes– que dicen que en el caso de que no haya una alternativa para una vacunación con sustancias éticamente lícitas, sería moralmente permisible para los católicos usar vacunas, a pesar de las líneas celulares de bebés abortados que han sido utilizadas en su desarrollo»… Sin embargo, el uso de tales vacunas «contradice la máxima determinación de defender la vida por nacer»… «Cualquier vínculo con el proceso del aborto, incluso el más remoto e implícito, ensombrecerá el deber de la Iglesia de dar testimonio inquebrantable de la verdad de que el aborto ha de ser rechazado por completo»…

+El P. Javier Olivera Ravasi, SE, en su blog Que no te la cuenten (8-12-2020), en el artículo «Vacunas con fetos abortados. ¿Es lícito usarlas?», responde que es ilícito, apoyando su sentencia moral en la clásica doctrina católica de los diversos grados y formas de cooperación con el mal.

«¿Pecan quienes las reciben [esas vacunas] consciente y voluntariamente, sabiendo que son fruto de fetos abortados a ese fin? A nuestro humilde entender, en este caso, podría darse no sólo una cooperación material ilícita sino un grave escándalo teológico»… «A muchos les parecerá ilógico asistir, por un lado, a las marchas contra el aborto, para, luego, sin problemas de conciencia, usar sus producidos sin que se diga nada ante experimentos dignos del Dr. Mengele».

Es lícito

+El profesor Justo Aznar, del Observatorio de Bioética de la Universidad de Valencia, en su estudio «Vacunas y células procedentes de abortos» (18-VI-2020), expone primero el aspecto científico de la cuestión, y después el aspecto ético. Apoya su juicio moral principalmente en un documento de la Academia Pontificia de la Vida, elaborado con el «Ufficio per la Pastorale della Salute» de la Conferencia Episcopal Italiana y la «Asociación de Médicos Católicos Italianos» (31-12-2017), en el que se dice que:

«las características técnicas de la producción de las vacunas más comúnmente utilizadas en la infancia, nos llevan a excluir que exista una cooperación moralmente relevante entre quienes usan estas vacunas hoy en día y la práctica del aborto voluntario. Por lo tanto, creemos que todas las vacunas recomendadas clínicamente pueden usarse con la conciencia tranquila y que el uso de tales vacunas no significa algún tipo de cooperación con el aborto voluntario».

+Joseph Grabowski, director ejecutivo de la Organización Internacional para la Familia, experto en cuestiones del matrimonio y la familia, publicó en el Catholic Herald, según InfoCatólica (22-11-2020) con el título Los católicos pueden ponerse la vacuna contra el Covid-19, ((( URL ))), en el que, después de condenar enérgicamente la fabricación de la vacuna usando células embrionales, añade:

«Sin embargo, existe una separación material entre los actos originales moralmente pecaminosos [los abortos] y la producción de las vacunas, y una separación aún mayor entre el acto original y la decisión del paciente de recibir la vacuna». Concluye, pues, que los católicos pueden lícitamente ponerse la vacuna contra el Covid-19 dispuesta por las Autoridades sanitarias.

+El P. Arnaud Sélégny, en la web oficial de la Sociedad Sacerdotal San Pío X, publica el articulo«¿Es moralmente permisible utilizar la vacuna Covid-19? (4-XII-2020). Entre los documentos que he explorado sobre el tema que nos ocupa me parece el más completo y convincente. El único «defecto»… que es muy largo, unas 7 hojas A4; a lo que añade dos anexos, en los que da listas de las vacunas producidas sin elementos fetales y de aquellas otras que las incluyen.

Respecto a la «aplicación de las vacunas elaboradas con células procedentes de un aborto» escribe (los subrayados son míos):

«Ahora se trata de analizar la cooperación de los involucrados en la preparación o uso de una vacuna preparada con células obtenidas de un aborto. Aquí sólo hablamos de cooperación material, porque la cooperación formal siempre es ilícita.

«Quien fabrica o comercializa esta vacuna está cooperando con el pecado del aborto de una manera que, aunque no se puede llamar cercana, se puede considerar inmoral. Sin embargo, la culpabilidad varía según el papel desempeñado.

«Quien dirige una empresa farmacéutica que se beneficia de un aborto pasado tiene una mayor responsabilidad. Primero, porque pudo haber optado por no fabricar esta vacuna; segundo, porque debería dejar de utilizar las líneas celulares en cuestión y elegir otras que no supongan un problema moral, aunque esto tenga sus inconvenientes.

«El investigador que elige en qué líneas celulares trabajar se encuentra en una situación similar: se beneficia de un crimen pasado.

«Pero el técnico de laboratorio que es solo un albacea, o el conductor del camión que entrega la vacuna, tienen solo una cooperación a distancia, por lo que es aceptable, especialmente para el segundo.

«El médico que vacuna a la persona paciente, o la persona que es vacunada, tiene sólo una cooperación a distancia, pues estos actos sólo fomentan y promueven el pecado del aborto de una manera muy remota y muy leve. Por lo tanto, por razones de salud suficientes, tales actos podrían permitirse moralmente. (…)

«Sin embargo, si existe una vacuna derivada de células no obtenidas de un aborto, y está disponible, es la que se debe utilizar».

La última frase es verdadera y oportuna. Pero conviene añadirle que es prácticamente irrealizable para la mayoría. Y que Ad impossibilia nemo tenetur. Cuando una madre, por ejemplo, siguiendo las indicaciones del médico pediatra, lleva a su niño al Centro Sanitario que le corresponde «para que lo vacunen», no conoce ella las marcas de las múltiples vacunas que le aplicarán, y menos aún los medios lícitos o ilícitos empleados en los laboratorios farmacéuticos que las han producido… Y con las vacunas anti codivirus-19 ocurrirá lo mismo en la gran mayoría de los casos…–«Vengo a que me vacunen. –Espere en la sala». Y cuando le toque, le pondrán lo que están poniendo. Sin más.

* * *

¿Y usted qué piensa?

Mi opinión vale muy poco, porque lteología moral no es mi especialidad, y de bioética, concretamente, no sé apenas nada. Pero sin embargo me inclino por la segunda opinión, «es lícito», porque veo razones teológicas y prácticas que me hacen difícil aceptar la primera, «es ilícito».

1. Que sea pecado recibir una vacuna en cuya producción se hayan usado células embrionales obtenidas de abortos naturales (inocentes) o provocados (criminales) es una cuestión discutible y discutida. «Hay cada vez más voces de los eclesiásticos que»… (Ver arriba cita de los Cinco Obispos). No parece, pues, prudente imponer como necesaria en conciencia una posición prohibitiva («no es lícito»), cuando se trata de una cuestión discutida entre autores católicos fidedignos, en la que está en juego la salud e incluso la vida de cientos de miles de personas.

2Los principios morales de la posible cooperación culpable con el mal no pueden ser aplicados con certeza en el discernimiento de una cuestión concreta, cuando ésta no ha recibido de la Iglesia la luz segura de la Escritura, la Tradición y el Magisterio apostólico. En referencia a la vacuna que nos ocupa y a tantos otros casos diversos de cooperación con el mal concreto, el cristiano debe tener siempre en cuenta los principios morales generales –por ejemplo: el fin no justifica los medios–, pero ha de remitirse en definitiva a lo que le dicte la virtud cardinal de la prudencia y el don de consejo.

3. Todo el mundo está hoy contaminado por el mal en su origen, en sus finalidades y en sus medios«Todo lo que hay en el mundo, concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y orgullo de la vida, no viene del Padre, sino que procede del mundo» (1Jn 2,15-17). En este sentido, es obvio que «el mundo entero yace en poder del Maligno» (1Jn 5,19). Mundanizar, pues, la vida cristiana equivale a descristianizarla, y a hundirse en el abismo mortal de la apostasía. Quizá pueda aplicarse al tema de la cooperación con el mal, en relación a las vacunas de origen ilícito, aquellas palabras de San Pablo:

«Os escribí por carta que no os mezclarais con los fornicarios. No, ciertamente, con los fornicarios de este mundo o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras, porque para eso tendrías que saliros de este mundo. Lo que ahora os escribo es que no os mezcléis con ninguno que, llevando el nombre de hermano [cristiano], sea fornicario, avaro, idólatra, maldiciente, borracho o ladrón: con éstos ni comer. ¿Acaso me toca a mí juzgar a los de fuera? ¿No es a los de dentro a quienes os toca juzgar? Dios juzgará a los de fuera; vosotros extirpad el mal de entre vosotros mismos» (1Cor 5,9-13)

4. Se me hace muy difícil aceptar

–que todos los que trabajamos usando diariamente productos de Microsoft, y que acrecentamos así la inmensa fortuna de Bill Gates-Melinda y Cia, nos hagamos cooperadores de sus pésimas campañas abortistas, pro-reducción de la población mundial, difusión de la ideología del género, etc., y que silenciando la conciencia, entremos así en la condición de «hombres sin escrúpulos». No me lo creo.

–que comprar los coches, tejidos, electrodomésticos, medicinas, relojes, medios técnicos de comunicación, etc. producidos por potentes Compañías a veces en países muy pobres, donde obligan a sus obreros a trabajar 12 horas diarias por 82,4 dólares/euros mensuales (valga el supuesto), nos hunda –sin conciencia de pecado, ni propósito de la enmienda– en un abismo de culpabilidad evidente;

–que los camioneros transportistas católicos lleven camino de perdición si hacen llegar a destino los productos que ciertos clientes les confían, sin asegurarse en cada caso de que esos objetos en sí mismos o en su producción no están marcados por el mal;

que una persona que trabaja en la sección de traducciones de un gran Organismo Internacional, y que se ve obligada a traducir a veces textos que difundirán entre las naciones el Novus Ordo anticristiano, sea culpable, y que deba en conciencia abandonar su trabajo y buscar un empleo honrado;

–que cuantos estamos suscritos a un diario local religiosa y culturalmente malo, porque no hay mejor alternativa, estemos suicidándonos espiritualmente, pues con nuestra suscripción colaboraríamos a la diaria difusión de la mentalidad mundana-anticristiana, y nos haríamos por tanto cómplices del Padre de la Mentira, del Maligno, del Anti-Cristo… Etc.

No me lo creo. Como tampoco creo que peque quien acepta que le apliquen en su Centro de Salud una vacuna en cuya fabricación se utilizaron líneas celulares de fetos humanos abortados.

* * *

Importante. Por don de Dios, la caridad exige gravemente que los que se unen en la sentencia moral del «ilícito» no condenen a los otros como «católicos» modernistas. Y que éstos no traten a los otros como si fueran «católicos» cátaros.

«In necessariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus caritas» .

Con información de InfoCatólica/José María Iraburu, sacerdote

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