No hace mucho, UNICEF, organismo de la ONU, declaró que, a los niños, la pornografía no le hace ningún mal. Es más, incluso son más felices. Y añade que el 39% de los niños españoles se sintieron felices después de ver pornografía[1].
Poco después de que el Friday Fax informara de ello[2], UNICEF retiró el informe de su sitio web, para luego volver a publicarlo estratégicamente editado suprimiendo las declaraciones clave citadas por el Friday Fax, pero mantiene las mismas posiciones del informe original.
La verdad es que cuando lo leí no me extrañó. UNICEF es una organización creada supuestamente para proteger a la infancia, hacia la que hace mucho dejé de creer. De hecho, de todo lo que tenga relación con la ONU, no espero nada bueno. Nos engañan con palabras rimbombantes: respeto a la infancia, cuidado de los pobres y desfavorecidos, ayuda a los enfermos de países pobres… nos muestran imágenes que nos tocan el corazoncito… pero la realidad es bien distinta. Lo único que les interesa es pillar tajada económica.
Pero centrándome en el tema, la pornografía ha sido siempre un tema tabú y de bastante difícil acceso para los menores. Esto hasta la llegada de internet que lo ha vuelto todo patas arriba. Los que nacimos en la época del papel, lo sabemos de sobra, y aunque aporta maravillas, en otros sentidos es un verdadero instrumento demoníaco.
Los datos del consumo entre adultos de pornografía son escalofriantes. El 90% de la población adulta considera «normal» o al menos, no les preocupa en exceso, que se consuma porno.
La edad de comienzo en visitar páginas pornográficas, oscila entre una media de 10-11 años, siendo un 4´1%.
Más del 50% de los adolescentes con 14 años se metan periódicamente en páginas pornográficas como un hábito más, un vicio.
Esto les lleva fácilmente a que jueguen con sus amigos a imitar aquello que han visto en esas imágenes, haciendo orgías que poco se diferencia a una jauría de animales en celo.
Las consultas de los psicólogos y psiquiatras están a rebosar de adolescentes que padecen «ansiedad» y «depresión»[3]
Los especialistas están más que hartos de avisar a los padres de que los móviles no deben darse a edades tan tempranas, de que vigilen los dispositivos de sus hijos y de que pongan controles parentales… tienen que escucharles cuando acuden a ellos porque el niño, «su niñito», es un casi adicto a la pornografía, violento y no entra en razones.
El materialismo, el consumismo, la búsqueda del bienestar como máximo a aspirar para estar «seguros, tranquilos y felices» lleva como consecuencias lo que está ocurriendo. Es la dictadura del bienestar, del utilitarismo.
Suiza es un claro ejemplo de como un país económicamente muy próspero, está formado por personas solitarias, tristes e infelices. Japón es la sociedad más individualista después de Suecia. Es donde más pornografía se consume, se produce y en donde menos relaciones sexuales se tienen. Se satisfacen consigo mismo mediante juguetes eróticos o muñecos realistas.
La pornografía no ha sido ni será nunca beneficiosa en ningún sentido para nadie, y menos para los menores, por mucho que esos supuestos “expertos” salgan en programas y reportajes hablando maravillas de ella.
Las consecuencias físicas son:
Eyaculación precoz.
Problemas de erección.
Falta de deseo. Cuando te has acostumbrado a esas imágenes tan duras para excitarte, llega un punto en que nada te satisface.
Los dos primeros los sufren los varones, el tercero también las mujeres.
Esto en lo referente a lo físico. Con sus respectivas consecuencias de por vida si quieren llevar una vida sexual medianamente normal con su futura pareja. Lo cual quedará profundamente dañado.
Y una gravísima consecuencia es que la pornografía incapacita para AMAR, mata al amor.
Hablando de amor en el sentido de no utilizar al otro para buscar placer. Porque cuando has aprendido a ver al otro como tu objeto sexual, no podrás amarle verdaderamente. Cuando tu nivel de satisfacción sexual llega a un punto que no te satisfaces con tu pareja, buscarás otra, cuando ya no te atraiga sexualmente, perderá el sentido la relación para ti. Porque cuando sólo te buscas a ti egoístamente estás matando al amor, que es darse al otro.
Hay muchísimos testimonios de personas que han visto cómo su familia se ha destruido por esta adicción.
La mayoría de los niños acceden a la pornografía desde dispositivos en su hogar. Y yo me pregunto que dónde están sus padres ¿Acaso revisar el móvil del niño es un acto que atenta contra su persona? NO, es la obligación de cualquier padre. ¿Dejarías a tu hijo a las 4 de la madrugada sólo por la calle sin saber dónde está y con quién? Pues internet y las redes sociales están llenos de depravadores infantiles, pedófilos y vendedores de pornografía, deseosos de captar carne tierna para atrapar nuevos clientes.
La pornografía esconde grandes negocios oscuros a costa de la inocencia de los menores y la destrucción de las personas haciéndolas esclavas y adictas. ¿Vamos a dejar a nuestros hijos sólos ante estos peligros? No podemos seguir mirando para otro lado. Hay que hablar con ellos, avisarles y protegerlos.
La hipersexualización es una realidad que ya vemos con la implantación de la ideología de género, el siguiente paso es que caigan en la pornografía destrozándoles desde su interior.
Un saludo, la Paz y hasta muy pronto:
[1] https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=40608
[2] https://c-fam.org/friday_fax/unicef-report-says-pornography-not-always-harmful-to-children/
[3] https://www.healthychildren.org/Spanish/health-issues/conditions/emotional-problems/Paginas/Anxiety-Disorders.aspx