¿Una sola Misa glorifica a Dios, más que todos los ángeles y todos los santos que lo glorificarán en el cielo por la eternidad?

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La Misa es la renovación incruenta del Sacrificio de Cristo en el Calvario. Pues la Cruz es la máxima y perfecta glorificación que el universo puede dar a Dios, veamos por qué.

La Redención procede simétricamente a la Creación. Todos los seres, especialmente los racionales, fueron creados según el modelo del Verbo de Dios, así mismo la Redención, como recreación, se produce a través de la Encarnación del Verbo

Pero la Redención se cumplió en la Cruz. Por eso la Cruz es la glorificación más grande y perfecta que el universo podría dirigir a Dios, la Misa es la reactualización de la Cruz, por lo tanto la Misa es la glorificación más grande.

Leamos lo que dice al respecto el célebre liturgista Dom Prosper Gueranger: 

“ La inmolación de Nuestro Señor en el Calvario fue un crimen horrendo y abominable; la inmolación que se realiza sobre el altar es la cosa más gloriosa que puede haber para Dios, pues el que se ofrece está vivo. Es el Dios vivo lo que ofrecemos: es el Hijo vivo ofrecido al Dios vivo. ¿Puede haber algo mayor? ¿Y qué hay más correcto que expresar este pensamiento colocando el Cuerpo del Señor sobre el cáliz que contiene su Sangre? 

«Por eso el santo Sacrificio de la Misa es el acto más glorioso que se puede hacer para Dios, ya que en este momento sublime se le rinde todo honor y gloria: per ipsum, et cum ipso, et in ipso. El sacerdote tiene en sus manos a Aquel por quien no sólo se da a Dios todo honor y gloria, sino a Aquel que comparte esta misma gloria con Dios: ¡per ipsum, et cum ipso! Es la Palabra del Padre que se deja llevar, que se deja tocar, porque quiere que toda gloria y honor sean dados a Dios: omnis honor et Gloria; quiere un tributo que le resulte aceptable para ascender al trono de Dios. 

¿Qué son los homenajes de los hombres comparados con los que Nuestro Señor rinde a su Padre? Sí, el santo Sacrificio de la Misa es verdaderamente el acto más glorioso que podemos ofrecer a Dios”. [2]


[1] A. Royo Marín, Teología de la perfección cristiana, tr.it., Cinisello Balsamo (Milán) 1987, p.549.

[2] Dom Prosper Gueranger, Explicación de las oraciones y ceremonias de la Santa Misa, Città di Castello (Perugia) 2008, p.170.

Por Corrado Gnerre.

itresentieri/mil,

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