Hay una interesantísima y profundísima obra escrita por San Agustín , llamada Enquiridión, en donde disertando sobre la fe, entre otras cosas enseña que tal virtud teologal consiste en creer en lo que no se ve. No creo en mi madre porque sencillamente la veo; creo en la existencia de ángeles a los que no veo, y precisamente como no los veo, creo.
Hay una clase de abortistas que entre todos los engaños que repite, tiene en su repertorio el siguiente: “El aborto es una cuestión de salud, no de creencias religiosas”. Quien sabiendo lo que es un aborto afirma una frase como la mencionada, o lisa y llanamente es un maquiavélico, o es un seudoreligioso desequilibrado. Debo simplemente probar aquí lo mencionado últimamente, pues lo primero cae en las evidencias.
¿Por qué digo que es un seudoreligioso desequilibrado? Porque con su proposición está probando, esto: que si verdaderamente cree en lo que sostiene, quien hace del aborto una estricta cuestión religiosa es él. Ahora bien, el repetidor de esa frase puede ser de dos tipos: uno, el de quien repite como loro sin jamás haberse tomado la molestia de ver en qué consiste un aborto, y dos, el prototipo moderno que hace una proeza mental descomunal, creyendo sobre lo que ve algo que no ve, por caso, viendo a un bebito intrauterino y no teniendo inconvenientes en transformarlo en licuado sanguinario mediante el asesinato abortista, cree, con todo, que es una cuestión de salud; aquí mismo ingresan los que viendo a un bebito gracias a una ecografía, dicen que no es un ser humano sino que lo que ahí hay es un mero conjunto de células; todo eso implica negar una realidad, y venir a creer en una invención mental solo enraizada en un subjetivismo atroz, lo que a su vez prueba la autodeificación, por tanto, la pretendida usurpación de una potestad divina; por eso, en el fondo, aunque no lo reconozcan, se creen dioses.
Como lo hice saber en mi libro Suma Elemental Contra Abortistas, bien que les encanta a los defensores del aborto meterse con lo religioso cuando se trata de engañar. Y ahí entonces tenemos a los que se hacen llamar Catholics for Choice, un grupo que brega por el aborto, y que se autoproclama católico a los fines de confundir y llevar agua para su molino.
También aparece en escena la fantasía abortera de carácter mágico-harripotera, consistente en que, por más que haya un ser humano que se esté gestando, el mismo no está existiendo si la madre no lo desea mentalmente.
Es apostando al maquiavelismo o a una creencia deformada, que se pretende que los ciudadanos crean que un asesinato es una cuestión de salud.
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