Un sacerdote loco

Pbro. Hugo Valdemar Romero
Pbro. Hugo Valdemar Romero

Hace unos meses la página Religión en Libertad publicó una insólita historia del sacerdote vasco Ignacio María Doñoro, quien fungía como capellán militar, pero que al hacer un viaje a El Salvador le tocó recatar a un niño a quien sus padres habían decidido vender por 26 dólares para tráfico de órganos, el niño estaba muy enfermo y ya no sabían qué hacer con él y tenían cuatro hijas más que alimentar, al percatarse de la indefensión de los niños en los países de extrema pobreza comprendió que Jesús lo llamaba a salvar la vida y devolver la dignidad a los últimos de la tierra, a los que nadie quiere. Y así se convirtió en el sacerdote loco de la Providencia.

El P. Ignacio María fundó en el Amazonas peruano el “Hogar Nazareth”, una casa que tiene más de 300 niños y que sigue creciendo. Explica: Cuando esos descartados llaman a mi puerta, vienen rotos por fuera y por dentro, llenos de heridas purulentas, de parásitos, de enfermedades, de miedos… A pesar de que lo que llama la atención es lo destrozados y enfermos que están, eso no es nada comparado con el dolor que cargan, y por eso los llamo “mis niños crucificados”. La salud la pueden recobrar en seis meses, un año o dos, pero sanar las heridas del alma lleva bastante más tiempo”.

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El P. Ignacio María continúa: “Sé que muchas personas consideran que estoy loco y no me molesta en absoluto, pero si estoy loco no es porque haya perdido la cabeza, sino porque estoy loco de amor por Jesús. ¡Y Él está todavía más loco de amor que yo! Me ama tanto que se fía de mí. Dios, fiándose de un ser humano para llevar a cabo su obra en la tierra… ¡Eso sí es estar loco!

Esta obra extraordinaria se sostiene gracias a la Providencia de Dios. Continua el P. Ignacio María: “…es algo muy natural y real en la historia del Hogar Nazaret. Nunca me ha gustado considerar la asistencia de Dios como algo extraño o sobrenatural. Yo creo que Dios cuida de sus hijos y está pendiente de las necesidades de mis niños de un modo que muchas veces conmueve”. “…Los más pobres son los preferidos de Jesús, y si son niños, todavía más; y si encima son niños crucificados, ahí estás viendo directamente el rostro de Dios… Para mí, servirles, lavarles los pies y atenderles es una necesidad de amor.

El P. Ignacio María afirma que su secreto es, sin duda, la Eucaristía y su devoción a la Virgen María. La Santa Misa es mi vida —dice el sacerdote—, desde que me despierto por la mañana, empiezo a pensar cómo será la Misa de ese día. Así va creciendo mi deseo-necesidad de Jesús, acompañado por la certeza de que el Corazón de Dios lo desea aún más. Cada día le pido al Señor que pueda cargar con el dolor de los niños crucificados y aguantar lo que venga, pero que nunca me falte traerlo a la tierra y gozar físicamente de su amor. Si me faltara la Misa, moriría de pena. No hay nada comparable a estar físicamente con Jesús.

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