Fernando es policía local.
“Hice la primera comunión y no pisé más una iglesia”, nos cuenta Fernando entretanto nos presenta en una plaza del municipio de La Carlota (Córdoba) a su familia: a su mujer Mariloli y a sus seis hijos, dos de los cuales están en el Seminario Menor de Córdoba.
“Con 16 años conocí a la que es mi mujer, Mariloli, y no quería perderla porque la verdad es que estaba muy enamorado de ella: tanto, que comencé a ir los domingos a misa con ella sin saber ni lo que había que hacer; pero bueno, si la gente se ponía de pie, yo seguía su ejemplo y me ponía de pie; de rodillas, pues yo también de rodillas”.
Mariloli siempre le dice que hay que dar gracias a Dios “por tener la familia que tenemos, y porque los dos estamos juntos en una misma dirección y así tratamos de hacérselo ver a nuestros hijos: la fortuna que tenemos es que el Señor está con nosotros”.
“Querría hacer más”
Muy joven, con 22 años, Fernando comenzó las pruebas como policía local en un pueblecito de Córdoba. Entonces y ahora, entre los cometidos que tiene como agente de vigilancia y custodia, todos los días ve muchas situaciones difíciles: maltrato dentro de las familias, el drama de la adicción a la droga entre gente muy joven, la soledad de muchas personas mayores que además apenas se valen por sí mismos…
“Muchas veces –explica Fernando– ante todas esas situaciones, querría hacer más y no puedo. Pero si no llego con mis fuerzas trato de llegar con la oración; procuro ver en cada persona a un hijo de Dios; pienso que Jesús derramó su sangre por cada uno de nosotros; y de esta forma alimento la esperanza”.
“Cada frase de san Josemaría estaba escrita para mí”
Fernando nos cuenta que “este enfoque vital lo he aprendido en la Obra”. Conoció a una persona que había estudiado en el Centro de Promoción Rural Torrealba y le habló de pasada de Camino y del Opus Dei; y él buscó por su cuenta en Internet. “Busqué qué era Camino, y al leerlo me di cuenta de que cada frase de san Josemaría estaba escrita para mí y me movía interiormente”.
El impacto que produjo en su vida, en la manera de vivir con su familia, en el modo de enfocar su trabajo, hizo que creciera su devoción por san Josemaría. Y hasta tal punto que promovió, junto con otros feligreses, la entronización de una reliquia del fundador del Opus Dei en la parroquia de la Inmaculada Concepción de La Carlota.
“Realmente, primero fue el cuadro: una lámina del retrato de san Josemaría, al que contribuí, junto con otras personas y el apoyo del párroco, para agradecer mi conversión. Y dos años más tarde, un seminarista me dijo que lo que haría falta en poner una reliquia. Y aquí está, para veneración de tantos y tantos fieles: para que Dios les ayude por su intercesión, como hizo conmigo”.