“El que me ama cumplirá mi palabra”, nos dice Jesús en este sexto domingo de Pascua. “El que no me ama, no cumplirá mis palabras”, así pues más claro ni el agua. El amor a Jesús no es un sentimiento íntimo por hermoso que sea, no son una serie de ideas que nos metemos en la cabeza, tampoco se trata de cumplir con ciertas tradiciones y ritos.
El amor a Jesús se demuestra con una sola cosa, la obediencia. No se trata de sentir mucho, de saber mucho acerca de él, sino simplemente de hacer lo que él nos manda, y su voluntad y mandatos están contenidos en el evangelio.
Hay un dicho que dice: “Obras son amores, no buenas razones”, es decir, el amor se demuestra con las obras. Es hacer caso en todo a Jesús a quien decimos amar, es tomar su voluntad como propia, es no querer hacer otra cosa sino lo que a él le agrada, es someter tu voluntad a la suya y no querer nada que él no quiera.
La fe cristiana no es una cuestión de sentimientos o de ideas, la fe es una relación personal con Jesús que se demuestra mediante la obediencia. ¿Cómo podemos estar seguros de amar al Señor? Solo si hacemos su voluntad, si cumplimos sus mandatos que, en resumen, son dos, el amor a Dios sobre todas las cosas, sobre todas las personas, sobre ti mismo y el amor al prójimo como él nos ha amado.
Si somos honestos, nos podemos sentir desanimados al comprobar que no amamos a Jesús y si lo queremos en realidad es muy poco, pero esta realidad no nos debe desanimar porque, más allá de cuánto tú puedas amar a Jesús, debes tener la seguridad de que él te ama con todo su corazón, tanto que ha dado la vida por ti en la cruz.
El amor de Jesús no está condicionado por cuánto lo amas a él, él te ama aún cuando tú no lo ames, el problema está más bien en cuánto le amas tú, en cuánto correspondes a su amor haciendo lo que él te manda.
La iglesia eleva a los santos a los altares para que veamos su ejemplo, siempre y en todo obedecieron a Jesús, su vida fue plena porque no tuvieron otra voluntad que la de Dios, Jesús mostró su amor al Padre obedeciéndolo en todo hasta la muerte, así también tú empiezas a mostrar tu amor a Jesús obedeciéndole, haciendo lo que él te pide, cumpliendo sus mandatos.
“Señor Jesús tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero, pero me falta hacer del amor a ti una obediencia incondicional y pronta, todos los días te pido que se haga tu voluntad, pero en lo más interior de mi alma me resisto a ella. Señor dame la capacidad de hacer siempre tu voluntad, enséñame a obedecer como tú fuiste obediente hasta morir en la cruz, sin tu ayuda yo no puedo amarte como quieres ser amado, pero con tu gracia, como tus santos te podré amar con toda mi alma y con todo mi corazón. Feliz domingo, Dios te bendiga.