Representantes de la administración de Estados Unidos ante la ONU anunciaron la interrupción de la implementación de los objetivos de la llamada «Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible». La declaración calificó la agenda como una “agenda de gobernanza global blanda” que amenaza la soberanía estadounidense y es incompatible con los “derechos e intereses de los estadounidenses”.
La Agenda 2030 es un programa global de 15 años adoptado en 2015 por las Naciones Unidas para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Expresados de forma muy neutral, los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible prevén esencialmente la implementación de agendas liberales de izquierda a escala global. El programa de la ONU establece las directrices para las políticas sobre clima, salud y educación, que luego se deben trasladar a los Estados miembros.
Las dudas surgen no sólo por la manera antiliberal y antidemocrática de su implementación (a través de la influencia de organizaciones internacionales, instituciones financieras globales u organismos asesores y de expertos), sino también por la naturaleza misma de los objetivos propuestos.
Por ejemplo, el Objetivo 5 de los ODS supone la implementación del acceso global universal a la “salud sexual y reproductiva y los derechos reproductivos”, que es el término eufemístico para los servicios de anticoncepción, aborto, in vitro , esterilización y gestación subrogada.
A su vez, el Objetivo 3 asume la necesidad de integrar la “salud reproductiva en las estrategias y programas nacionales”.
Es fácil notar que las reivindicaciones anteriores, entendidas por ejemplo como garantizar los «derechos» de la comunidad LGBT+, o el «derecho» al aborto, contradicen no sólo la enseñanza moral de la Iglesia, sino también la Constitución de la República de Polonia, por ejemplo.
La administración de Donald Trump, tras retirarse de las políticas climáticas de descarbonización, de las políticas sanitarias en línea con los estándares de la OMS y de la promoción sistémica del generismo, está atacando el corazón mismo de los cambios propuestos. Es decir, se opone a los instrumentos globales de «gobernanza blanda» de las organizaciones internacionales, donde las decisiones se toman por encima de los líderes democráticos.
A principios de marzo, Edward Heartney, asesor de Asuntos Económicos y Sociales (ECOSOC) de la Misión de Estados Unidos ante la ONU, anunció el rechazo de Estados Unidos al papel protagónico de la Agenda 2030 en el proceso de toma de decisiones. Al oponerse a la resolución que establece el 28 de enero como Día Internacional de la Coexistencia Pacífica, afirmó que su adopción constituiría una afirmación de los objetivos de la agenda.
Aunque la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible están redactados en un lenguaje neutral, promueven una agenda de gobernanza global blanda que amenaza la soberanía de Estados Unidos y es incompatible con los derechos e intereses de los estadounidenses”, dijo ante la 58ª Asamblea General de la ONU en Nueva York.
Justificó su decisión citando las creencias de los propios estadounidenses. “En las recientes elecciones estadounidenses, el pueblo estadounidense lo dejó claro: el gobierno de Estados Unidos debe volver a centrarse en los intereses del pueblo estadounidense… es nuestro deber moral y cívico. “El presidente Trump también ha hecho una clara corrección de rumbo en las ideologías de género y climáticas que permean los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, enfatizó.
En pocas palabras, los esfuerzos globalistas como la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible han fracasado en las urnas. “Por lo tanto, Estados Unidos rechaza y condena la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible y ya no los afirmará como algo normal”, añadió.
Heartney también destacó las simpatías pro-China expresadas en el texto de la resolución. “La referencia a la coexistencia pacífica en el título de la resolución puede usarse para sugerir el apoyo de la ONU a los Cinco Principios para la Coexistencia Pacífica de China, que no son el resultado de negociaciones reconocidas por la ONU entre los estados miembros y no han sido aprobados a través de procesos de la ONU”, dijo el embajador.
Dijo que cualquier intento de sugerir ese apoyo podría “socavar la independencia de la ONU” y torpedear los esfuerzos para pedir a China que respete los derechos humanos. Subrayó que el objetivo de Pekín en el ámbito internacional es «redefinir términos básicos como democracia, derechos humanos y justicia» para adaptarlos a los intereses de la República Popular China.
WASHINGTON, DC.
VIERNES 14 DE MARZODE 2025.
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