Trump contra el anticristianismo

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El presidente de Estados Unidos comienza a abrir múltiples frentes que ha querido acabar con los decretazos conocidos como “órdenes ejecutivas”. Algunos han ido en relación con actos de fe o la protección de activistas provida como aquel que ordenó la liberación inmediata de quienes habían sido encerrados por demostraciones públicas en contra del aborto.

Esta semana, Donald Trump presentó una nueva orden para erradicar actitudes anticristianas en dependencias de gobierno. En ocasión del National Prayer Breakfast, el presidente reafirmó su compromiso con la libertad religiosa creando un curioso grupo policial a la manera de policía confesional: Task Force to Eradicate Anti-Christian Bias encabezado por la fiscal general Pam Bondi. «La misión de este grupo será detener inmediatamente cualquier forma de persecución y discriminación contra los cristianos dentro del Gobierno federal, incluyendo el Departamento de Justicia, el IRS, el FBI y otras agencias», dijo Trump ante los asistentes quienes estaban reunidos en Washington, DC por la Cumbre Anual de Libertad Religiosa.

A diferencia de su antecesor, quien se decía nominalmente católico, pero woke en los hechos, Trump realiza con estridencia estos cambios que desmantelan un edificio de progresismo auspiciado por la Casa Blanca. En cuanto al acta para erradicar el anticristianismo, la acción es respuesta a las supuestas medidas de la anterior administración relacionadas con la vida y la moral sexual como la anulación del fallo Roe vs. Wade que condujo a los ataques y agresiones contra iglesias y centros provida sin que los responsables fueran castigados, pero favoreciendo la expansión de clínicas y abortorios.

Otras situaciones también desembocan hasta esta orden ejecutiva. Esto fue el presunto acoso del FBI hacia comunidades católicas. En abril de 2023, Jim Jordan, del Subcomité de Armamento del Gobierno Federal de la Cámara de Representantes, reveló que el FBI usó al menos un agente encubierto para obtener información sobre los católicos tradicionalistas por supuestos vínculos con grupos radicales y supremacistas; la investigación suponía que los católicos fieles la misa tradicional en latín eran “potencialmente vinculados a grupos extremistas violentos” aunque, posteriormente, el director del FBI negaría tales investigaciones.

Sin embargo, Trump busca con esta orden algo más que sólo erradicar el odio anticristiano, revertir medidas y prácticas políticas antirreligiosas. Desde luego, es necesario una pertinente y mesurada valoración; Trump, por otro lado, ha ordenado la prohibición de los trans en actividades deportivas, medida razonable puesto que, incluso, era una ofensa a las mujeres enfrentarse a hombres con cualidades femeninas aparentes, orden ejecutiva a la que los obispos católicos de Estados Unidos dieron “la bienvenida” a la orden ejecutiva que “protege las oportunidades para que las mujeres y las niñas compitan en deportes de manera segura y justa”.

No hay duda que la nefasta agenda woke y del progresismo ha infectado incluso los aspectos más íntimos de la vida de cada persona. Las órdenes de Trump manifiestan la lucha por desmantelar todos esos objetivos respaldados y financiados con recursos públicos a espaldas de los contribuyentes. Sin embargo, el peligro es que el péndulo vaya al otro extremo y los decretos de Trump contra el anticristianismo puedan convertirse en una cruzada de intolerancia.

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