Triunfa con sus fotos en Instagram, sin esconder su fe: «La única opinión que cuenta es la de Cristo».

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Con más de 20.000 seguidores, Ange Provost, joven madre de dos hijos, es conocida por sus fotos en Instagram. Y también por su fe, que no oculta. Morgane Afif la ha entrevistado para Famille Chrétienne:

La fe asumida de Ange Provost, la fotógrafa prodigio de Instagram

Ange Provost es una morena menuda de ojos claros. Tiene una sonrisa radiante, un rosario pegado a la mano, una alianza tatuada en la piel y una gorra que suele llevar al revés. Casi se diría que es una estudiante de instituto estadounidense con su look sacado de un vídeo de Taylor Swift. Sin embargo, Angélique es una mujer realizada e inspiradora de veintiocho años.

Esposa y madre de dos hijos, tiene más de veinte mil seguidores en Instagram. Veinte mil es el número de asientos del AccorHotels Arena, donde el año que viene actuarán Hans Zimmer, Vianney o la banda de rock Aerosmith. Ange no debe su éxito a la música, sino a su cámara, que maneja con gracia y delicadeza.

Entonces, ¿quién está detrás de este fenómeno imprescindible del Instagram católico?

De la literatura a la fotografía: «La belleza salvará al mundo»

Durante su infancia, Ange pasó mucho tiempo mudándose de un lugar a otro antes de establecerse en la región de París. «Los mejores años de mi vida hasta el día de hoy son, sin duda, los siete que pasé con las Dominicas de la Enseñanza del Santo Nombre de Jesús, en Fanjeaux. Allí aprendí todo lo que hoy quiero transmitir sobre la belleza de la Creación, a través de una formación literaria que me ha dado tanto», afirma.

Este amor por la literatura la llevó a estudiar literatura clásica en la Sorbona, sin saber exactamente cuál sería su carrera profesional posterior.

Foto que representa a la Virgen con el Niño Jesús.

La felicitación navideña de Ange en su cuenta de Instagram.

Tras dos licenciaturas, una en literatura y otra en edición, obtuvo un máster en literatura moderna y algunos pequeños trabajos en los círculos literarios parisinos. La empujaba una fe arraigada en ella, cuyo centro era este texto del padre de Chivré, O.P.: «Señor, comunícame tu coraje, esa energía hecha de silencio y tranquilidad, que sigue su camino a pesar de estar ensombrecida por cualquier nube, o cualquier lluvia, que canta lo mejor de su alma floreciente, incluso si, como Tú, vemos venir la tormenta».

En su bolso lleva dos libros que no la abandonan nunca: Carnet de route de Alain de Penfentenyo (1921-1946) y Lettres aux capitaines de André Charlier (1895-1971) [dos autores de referencia del catolicismo tradicional francés].

No es hasta 2018 cuando la fotografía entra en su vida: con apenas veinticuatro años, ya casada y madre de su hijo mayor, compra su primera cámara, una Nikon D3300 y un objetivo de 18-55 mm, para «construir su archivo familiar».

Ange Provost.

Ange Provost felicitó la pasada Pascua con esta foto, en la que luce un tatuaje con el símbolo del Nazareno y un mensaje en la camiseta: «Alerta, spoiler: la tumba estaba vacía (Lc 24, 24)».

Es su hermana gemela quien la anima a dar el paso cuando le pide que inmortalice su boda. El éxito de las fotos la llevan a lanzar su página web y recibe los primeros encargos. El boca a boca y la Providencia hacen el resto. Fue el comienzo de una gran aventura.

¿Dios en Instagram?

Lo que hace especial a Ange en una red donde hay miles de fotógrafos es, además de su talento, el testimonio de una fe que no duda en reivindicar. «Cuando empecé, compartía mi vida privada más que mi trabajo: obviamente, si Dios forma parte de nuestra vida cotidiana, también encontró su lugar en la plataforma: fue así porque nuestras vidas, desde siempre, se articulan en torno a Él«.

Sacerdote consagrando el cáliz.

«En esta cuenta compartimos fotos de historias de amor. Y ¿qué historia de amor mayor que ésta?»: es el texto de Ange que acompaña a esta imagen, intercalada entre las fotos de las bodas de sus clientes.

Ni los insultos ni las amenazas le impiden subir una oración, la imagen de una vidriera o de incienso que se eleva bajo las bóvedas de una iglesia rural: «Un domingo, inocentemente, como siempre había hecho hasta entonces, agradecí las maravillas de Dios y entonces: ¡boom! No siempre es fácil, pero la única opinión que cuenta es la de Cristo«.

No es casualidad que sus santos favoritos sean todos misioneros: Carlos de FoucauldTeófano Vénard y Francisco Javier. Después de todo, ¿no es internet una nueva costa que hay que evangelizar? Y cuando se le pregunta cuál es su mayor sueño, responde con franqueza: «La santidad». Y un rayo de luz brilla en el rabillo de sus bonitos ojos azules.

 

Famille Chrétienne:

Traducción de Elena Faccia Serrano.

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