Triste final, el de la Asamblea 2024 de la arquidiócesis primada de México

Adriana Martínez Estebanes
Adriana Martínez Estebanes

En participaciones anteriores, estimado lector, había comentado sobre los trabajos como parte de la asamblea arquidiocesana 2024 en sus diversos foros en los que nos tocó participar dentro de la arquidiócesis primada de México. En un principio mi expectativa era muy buena sobre el proceso, la metodología y los resultados que de esta se pudieran obtener; sin embargo, poco a poco, dicha expectativa se diluyó, incluso al punto de decepcionarme el contenido del documento denominado Documento Conclusivo Asamblea Arquidiocesana 2024 emitido el pasado 7 de julio.

En los foros llevados a cabo en febrero y marzo, lo que se pretendía obtener era el conocimiento de la problemática y situación que vivimos en la Ciudad de México sobre diversas vertientes siendo la pobreza, los alejados, la familia y los jóvenes, las áreas para conocer la situación cuantitativa y/o cualitativa de cada problemática, conocer cómo se aborda este tema por la Iglesia o algunas instituciones como se observaban en las estadísticas; en una palabra, saber que nos dolía.

 Y esto… ¿Para qué…? Para establecer acciones de atención y remedio a esto. Sin embargo, como lo comentamos en un artículo pasado, la metodología empleada y organización del evento no permitió conocer y enlistar a detalle problemáticas que sí se viven, situaciones que se presentan en los grupos en los templos, la conformación de los nuevos modelos de familia aún y cuando estos temas, si se comentaron en los grupos de trabajo, la decantación de las ideas y la excesiva necesidad de concretar las mismas, hizo que la escucha no fuera lo que se esperaba, incluso dejando fuera situaciones preocupantes.

Una leve esperanza resurgió cuando se nos volvió a convocar en mayo para conversar sobre qué podríamos estar haciendo para dar atención a lo identificado en sesiones pasadas; sin embargo, la situación fue la misma o muy similar donde escuchamos, nuevamente, un resumen de la problemática con algunos expositores, mesas redondas de poca aportación a lo ya comentado, repetición de conceptos y, peor aún, resulta triste ver cómo carecemos de un análisis de la situación, de una falta de generación de ideas que nos permitan establecer la estrategia para ver, manera clara y precisa, las diversas situaciones en estos ambientes.

Dolía ver que, grupo a grupo, lo que se proponía no era ni la sombra de una estrategia medianamente concebida, que carecemos de una autocritica y/o una generación de lluvia de ideas para identificar el cómo o qué hacemos para atender esto, lo que realmente era la intención de esta segunda reunión; en pocas palabras, “Si ya sé qué me duele, ahora ¿qué hago para atenderlo?”

Como personas, como mexicanos, como católicos, no es posible que asistamos a este tipo de reuniones y volvamos a repetir lo que nos dice el párroco, el decano, el coordinador de grupo o lo que escuche del cardenal en las sesiones pasadas; hermanos, no perdamos la oportunidad de expresar (a pesar del sesgo que la propia arquidiócesis hace de nuestras aportaciones) las problemáticas e ideas puntuales que se puedan tener para solventar o dar atención a estas situaciones (claro aportaciones realistas y alcanzables).

En verdad fue frustrante escuchar, de nuevo, la repetición de que debemos acercar a los alejados, ayudar al pobre, apoyar a las familias, atraer a los jóvenes; eso ya lo sabemos. La pregunta, y para lo que estas segundas reuniones debieron servir, es para ver cómo lo hacemos y si bien no hay una receta de pasos, porque cada zona o colonia o alcaldía de la ciudad presenta una situación particular, cuando menos si es establecer la estrategia general que la arquidiócesis primada de México pudiera proponer para atender esto sin volver a lo mismo que se ha repetido hasta el cansancio de ser una iglesia sinodal, de ser un iglesia en salida, de ser una iglesia cercana, de ser agentes de escucha etc. etc. etc.

Claro, sin dejar de lado que al finalizar el día y en el encuentro con el señor cardenal que realmente todo se volvía un monologo nuevamente, las preguntas que se le hacían por medio de un formulario electrónico pasaron por el filtro de alguien, pero así fue como se nos toma en cuenta a todos… Ni modo es lo que hay, algo extraño desde mi punto de vista.

Además, sin dejar de lado, que el equipo de comunicaciones de la arquidiócesis borraba y bloqueaba a usuarios que hacían preguntas o comentarios al señor cardenal que, aunque de manera respetuosa se colocaban, no estaban acorde al criterio de este equipo que maneja las redes sociales; tal parece que necesitamos que ese equipo se entere de que en México existe la libertad de expresión y, sobre todo, si se hace dentro de un marco de respeto y verdad, no veo la necesidad de recurrir a la eliminación de estos… pero ya hablaremos de esto en las siguientes semanas.

Como conclusión a este desabrido proceso, el 7 de julio se emitió el Documento Conclusivo Asamblea Arquidiocesana 2024. Como era de esperarse, con tristeza, vemos que no recopila problemáticas muy importantes de cada una de las situaciones “ supuestamente analizadas” presenta en el día a día;  peor aún, el documento, desde su presentación, indica que el mismo contiene orientaciones para la actualización y renovación pastoral. Quienes medianamente tenemos una formación académica elemental, sabemos que el simple hecho de decir que lo que vamos a tener son orientaciones nos hacer perder el interés en el contenido o, simplemente, lo tomemos como eso, una orientación para ver si se sigue o no.

Después de una muy buena inversión de tiempo y recursos efectuada por los expositores, por los colaboradores de la  arquidiócesis, por el presbiterio, por los laicos y otras personas, emitir un documento de orientaciones, además de evidenciar la falta de profundidad de análisis, la consideración de problemáticas importantes de lo que se vive en comunidades parroquiales, sin describir estrategias generales y puntuales de atención y volver a transcribir lo dicho durante meses, en mi opinión, deja mucho qué pensar, si realmente esto valió la pena o solo nos fuimos a conocer entre nosotros y a las instalaciones del alicaído Seminario menor, sede del evento. ¿Usted qué opina estimado lector?

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