Ernesto Ladrón de Guevara es escritor.Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación y diplomado en Magisterio en Pedagogía Terapéutica. Fue procurador de las Juntas Generales de Álava y destacado miembrodel Foro de Ermua. En esta entrevistanos habla de su libro Totalitarismo lingüístico.
¿Qué es el totalitarismo lingüístico y por qué ha decidido escribir sobre él?
El concepto totalitarismo viene ligado a mi modo de ver a una realidad política que no admite expresiones diversas ni pensamientos divergentes en alguno de los ámbitos o en todos. Hay muchas maneras de serlo. Pero el principal es condenar al ostracismo a grandes sectores de la población.
Es evidente que en Cataluña y País Vasco, ahora extendidos a Navarra en ciernes, a Valencia, Baleares y hasta Galicia que está en manos del Partido Popular, el uso de la lengua regional como instrumento de control y dominio político sobre la sociedad lleva implícito una idea de ver a esta como ente homogéneo y con visión hegemónica. Y la lengua es el elemento por antonomasia para lograr ese control mental absoluto y totalitario. No lo digo yo solamente, lo dicen las diferentes fuentes nacionalistas y neomarxistas que yo he consultado en el caso vasco, que crean el paradigma totalitario de lavado de cerebro que hoy se ha extendido, conculcando la letra y el espíritu del artículo 3 de la Constitución que se incumple sistemáticamente. Ese artículo habla del deber de todo español a conocer su lengua común y el derecho a usarla, poniendo a las lenguas regionales solamente como derecho, no como deber, y en un grado de subordinación en la jerarquía de prevalencia. Y además se conculca en toda su extensión el artículo 27 que protege el derecho a la educación, y otros principios de libertad inalienables.
Decidí escribir sobre esto porque están convirtiendo a los derechos fundamentales de las personas en papel mojado, inservible. Y nada de lo que se hace responde a lo que se nos prometió en la Transición. Y la lengua es el caballo de Troya para destruir España como nación y la igualdad efectiva entre españoles. Sus derechos y libertades.
Aunque en la portada en vez de la hoz y el martillo dibuja la hoz y un lápiz, ¿no sería mejor llamarlo totalitarismo ideológico?
La hoz representa al comunismo, es decir, la siega de las libertades individuales, y el lápiz a la cultura. El problema que tenemos hoy de fragmentación en España es porque en cuarenta años nadie ha hecho la batalla cultural contra la izquierda y el nacionalismo separatista. Y por eso ellos han ganado terreno. Quien deja su espacio en el ejercicio de la política permite que ese espacio lo ocupen otros. Y los socio-comunistas y los nacionalistas son maestros en la colonización de espacios cognitivos. Esos prostituidos espacios provocan el desistimiento de los ciudadanos a pensar por sí mismos, convirtiéndolos en masa.
Pero ciertamente el adoctrinamiento nacionalista forma parte del marxismo cultural.
Ciertamente sí. Estamos en un gran diseño globalista que va en esa dirección del marxismo cultural, cuyo modelo es el que pergeñó Gramsci, y esa ingeniería busca la desaparición de los estados nacionales, y, por tanto, de las soberanías implicadas en el ejercicio de la carta de ciudadanía; el ahogamiento de la antropología cultural propia, sobre todo si ésta es de naturaleza cristiana. El ataque es en todos los frentes. Pero vuelvo al tema de la lengua. La lengua es el elemento central para lograr ese proceso de fragmentación, ruptura de nuestras realidades culturales heredadas y cambio del modelo cognitivo. Es lo que yo llamo molde cognitivo que es lo que nos permite ver las realidades como son y ser capaces de analizarlas sin filtros mentales impuestos, o por el contrario ser un molde que impide ver las realidades tal como se nos han trasmitido. Se ha cambiado un esquema de pensamiento basado en el legado heredado, que es filogenético, ontogénico, por otro artificial, sustituyéndolo.
En ese modelo de marxismo cultural además de la izquierda está la mal llamada “derecha” nacionalista, pues ésta es la herramienta por antonomasia para conseguir los propósitos de desvertebración y colonización cultural por parte del globalismo. Se les llama soberanistas a esos separatistas, y está mal empleado el término. Son globalistas; y un instrumento fundamental para ese nuevo imperialismo del Foro de Davos y los poderes financieros que reman en la misma dirección de la actual distopía.
Es un nacionalismo excluyente y el que no se adhiera a él está maldito y fuera del sistema…
Sin duda. Mire… yo soy el tesorero de la Asociación Hablamos Español. Esta asociación ha realizado, gracias a los fecundos equipos de voluntarios que tenemos en las comunidades convertidas en ariete de desvertebración, diferentes estudios. El último ha sido estos días sobre cuántas programaciones curriculares se realizan por el profesorado en la lengua oficial de España, en los diferentes entornos escolares. La realidad en Galicia, Cataluña, Baleares y Valencia es apabullante. Las programaciones en español son residuales cuando no irrelevantes. Es evidente que los profesores tienen una verdadera presión cuando no persecución. Hay profesores perseguidos por escribir en castellano sus documentos oficiales.. En esas comunidades, salvo en la vasca, han hecho lo posible para dificultar la transparencia en la información solicitada, y han llovido las imprecaciones contra esa Asociación por el hecho de pedir la información.
Hay una verdadera acción coordinada para liquidar la presencia del español en las aulas. Y eso responde a un objetivo. Y me viene a la mente aquello de GALEUSCA, o pacto de plena soberanía política para las tres regiones desde 1923, confirmado en 1941, 1944 y 1998, cuyo fin y objeto era la autodeterminación encaminada a la independencia de esas regiones (Galicia, Euskadi y Cataluña); ahora ampliadas a Baleares y Valencia y en la zona este de Aragón, en esa coalición pancatalanista. Lo que yo no entiendo es el papel del Partido Popular en estas políticas. Parece la quinta columna del nacionalismo. Y del PSOE prefiero no hablar para no extenderme en exceso. En fin…
Los profesores separatistas se hacen más fuertes en este sistema y los que no están de acuerdo, tienen una muy difícil supervivencia.
Mire. Yo he sido profesor durante casi cuarenta años en las Vascongadas. En los años ochenta la diáspora fue impresionante. Estimo del orden de unos 4.000 profesores, sobre una plantilla de más o menos 16.000, es decir, la cuarta parte. Y otro tanto en Cataluña.
Todos esos profesores fueron sustituidos por personal vascohablante con un filtro ideológico indiscutible. Ahí están las gráficas de evolución de la naturaleza del voto sindical para comprobarlo.
Entró un verdadero comisariado político. En aquellos años ochenta la crispación en los claustros era generalizada. Y la presión ideológica y la politización en la red pública incuestionable.
El proyecto de los nacionalistas era el EIKE, o Ley (suspendida por el Constitucional) de Ikastolas, pues querían ir reduciendo el peso de los centros transferidos a causa de la asunción de las competencias educativas en el año 84. No necesitaron el EIKE, porque con la ayuda de las leyes promovidas por los socialistas vascos tenían la herramienta perfecta para ikastolizar todo el sistema. Y la criba y selección del profesorado a través de la lengua eran la herramienta perfecta. Esto se simultaneaba con una exigencia desproporcionada en los exámenes de perfil lingüístico que llevó a la desesperación a una gran cantidad de profesorado; los llamados N.A.S (No Asimilados al Sistema). Con esto creo que está dicho lo esencial.
Uno de los objetivos de todo esto ha sido y lo sigue siendo tener en el profesorado un aliado perfecto para el adoctrinamiento y control mental de los niños y jóvenes; además, claro está, con unos libros de texto autorizados por los diferentes gobiernos autonómicos que son infumables, perversos desde el plano de objetividad científica; cosa que nunca se debería haber permitido por ser ésta una competencia estatal, la de la homologación de los programas, única base de la de los títulos académicos y profesionales.
Lo decía Sabino Arana: “Los niños de hoy serán los nacionalistas del mañana”
Es que… ni lo disimulan. Está a la vista y solo no lo ven los necios o los ciegos.
¿Qué soluciones propone para combatir totalitarismo lingüístico?
Primeramente, la toma de conciencia sobre el problema capital y capilar, principal, de la destrucción de España, que viene de la mano de la lengua y del adoctrinamiento. El cambio cognitivo diseñado es el talón de Aquíles de España.
Segundo es, una vez tomada conciencia de esta realidad, asumir que nos queda poco tiempo para frenar esta gran ofensiva. Llevamos cuarenta años perdidos y ya empieza a ser tarde.
Tercero. Si tenemos esa idea clara, señalar a los culpables y adoptar las medidas paliativas y correctoras. Es decir, por parte de los ciudadanos negar el apoyo a los culpables políticos y centrar el esfuerzo en aupar a aquellas ofertas electorales que aboguen por resolver la situación, aunque no sean enteramente fiables. Y, por parte de aquellos partidos políticos, que se comprometan a rectificar y revertir este proceso, que nos digan cómo lo van a hacer. Porque, si no, los ciudadanos nos veremos abocados a la abstención y a la recusación del Sistema, que dejará de servirnos. Ya no valen paños calientes.
Cuarto. Los ciudadanos tenemos un deber, que no es solo votar cada cuatro años y luego desentendernos, sino tomar conciencia de cual es la realidad y responder de forma asociativa, expresando nuestra indignación de forma masiva.
Yo no veo más soluciones. Quizá las haya, pero yo no me planteo otras salidas.
Lo que en absoluto admisible es que se prostituya la Constitución y sea algo inservible y desvirtuada.
Hay poca voluntad política de acabar con este totalitarismo, pero Vox es el partido que más batalla está presentando al respecto.
Sí. Sin duda. A eso me refería en la pregunta anterior. Hoy es el único instrumento que tenemos los que siendo constitucionalistas o críticos con la Carta Magna ven que les han robado sus derechos constitucionales. No hay otra alternativa que concentrar el voto en ese partido. No tenemos otra opción práctica.
Por Javier Navascués