Todo fue creado por Él y para Él

Alberto Orocio Martínez
Alberto Orocio Martínez

El texto de la segunda lectura de este domingo, de san Pablo a los colosenses, está dividido en dos grandes apartados, del versículo 12 al 14, es un canto de acción de gracias a Dios Padre por la obra redentora llevada a cabo por su Hijo querido; y del versículo 15 al 20, es propiamente el Himno a Cristo; y de fondo tiene el objetivo de defender la verdad de Cristo como Dios y como hombre a la vez… pero aunque la lectura es esencialmente de carácter cristológico, dejaremos que el Evangelio y la reflexión de este nos bañe de esta sabiduría… 

1. En primer Lugar, San Pablo comienza haciendo una exhortación a dar gracias a Dios, y es que ser agradecidos, es una de las virtudes humanas y cristianas que poco a poco se han quedado en el olvido, no por nada el Papa Francisco ha dicho que con “la gratitud” el mundo se vuelve mejor… y es que para ser agradecidos, primero hay que dejar atrás nuestro egoísmo, para poder reconocer que hemos requerido del apoyo y la bondad de alguien más, forma en la que superamos los obstáculos que enfrentamos y sin la cual, no podría haberse dado… por otro lado, el agradecimiento incentiva a que los demás continúen haciendo el bien, porque quiérase o no, es más fácil repetir los actos buenos, cuando estos son reconocidos (aunque esto no sea algo que busque el auténtico cristiano, pero sí motiva)… de tal manera, que como cristianos, estamos llamados a agradecer a Dios por la vida que nos sostiene, por la Redención y Salvación que ha hecho efectiva para la humanidad; pero también debemos ser agradecidos con nuestros padres, que participaron para que fuera posible nuestra existencia, a nuestros amigos que nos hacen más llevadera la vida dentro del ámbito social, a nuestra pareja que tolera nuestros defectos e incluso, los ama… a nuestros hijos, que día con día nos dan preocupaciones, pero también alegrías y felicidad… a nuestros maestros, que nos facilitan la adquisición de conocimientos, que nos corrigen y nos forjan hábitos sanos… a nuestros compañeros de trabajo que se solidarizan para sacar los quehaceres diarios, en fin, cada uno puede, brevemente, pensar en todo aquello por lo que deberá darle gracias a Dios.

2. En segundo lugar, debemos preguntarnos quién es Cristo para nosotros… y comparar esa imagen con la que Pablo nos presenta, pues su Cristología es una biografía perfecta de quién es Él… es Dios y es Hombre… Él es origen y fin de todo lo existente… y sólo en Él alcanza plenitud todo lo creado… de tal manera que nuestra fe en Cristo nos debe dar la certeza de que si nos mantenemos a su lado, todo estará bien, para alcanzar la vida eterna… que es por lo que Jesús trabajó arduamente y es nuestro objetivo final… todo lo demás, estabilidad laboral, social, matrimonio; salud física, mental; ingresos económicos… entre otros aspectos, requieren esfuerzo, dedicación y disciplina continua y desde luego, de que lo ofrezcamos a Dios… de tal manera que Jesús no es ningún mago que soluciona nuestros problemas cotidianos, Él nos acompaña y nos fortalece para que andemos con seguridad y confianza… no es ningún extraterrestre, es el creador de todo lo existente… no es ningún líder político, con el que se pretenden comparar algunos, Jesús es Dios mismo.

3. Finalmente, como tercer punto, hay que recordar que estamos en el ocaso del tiempo que nos rige, y San Pablo es claro y enfático: Jesucristo es quien está al final de todo, pero también al principio…en el inicio del mismo tiempo y más allá de la muerte también está Él… así es que, al abrir nuestros ojos por las mañanas, deberíamos ser conscientes de que ahí, en ese momento maravilloso, aunque tengamos sueño y nos resistamos a levantarnos, está nuestro Dios acompañándonos… que durante la jornada laboral, relajada o ardua, está nuestro Dios acompañándonos… al preparar los alimentos o al degustarlos, ahí está nuestro Dios acompañándonos… en la hora de nuestra muerte, está nuestro Dios acompañándonos; al respecto de ello, sería bueno que en familia se hablase de este tema que a veces se omite por miedo e incluso por superstición; no obstante, es importante dejar voluntades claras y asuntos arreglados, a fin de no dejar conflictos una vez que hayamos partido al encuentro con nuestro Dios, que nos ha acompañado a lo largo de toda nuestra historia individual y particular. 

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