Lo que somos ahora se realiza en el tiempo, que tiende siempre al futuro donde está situada la Esperanza. Lo que está por venir para el creyente no es una realidad cualquiera, pues comprende todas las promesas dadas por DIOS. La Esperanza cristiana imprime, por tanto, un modo de vivir, en el que se hacen inseparables en este mundo las realidades mundanas con las acciones de la Gracia, que impulsan nuestra historia personal, la de la Iglesia y el mundo en general. No es mucho decir lo anterior, si tenemos en cuenta que AQUEL que hecho esto posible es el VERBO de DIOS con su Encarnación, muerte y Resurrección. Durante el mes de noviembre levantaremos la mirada, de modo especial, a las realidades últimas, porque las cosas presentes se contemplan en función de una gran transformación, cuyos modelos acabados no preexisten, sino que están en la herencia lograda por JESUCRISTO como SALVADOR de todos los hombres. La liturgia nos lleva a la contemplación de las últimas horas de JESÚS entre nosotros, en las que se irán condensando las palabras de su Testamento, y habremos de atender con preferencia. La gran virtud de la Esperanza confiere a la Fe la perseverancia necesaria para el perfeccionamiento en el Amor. Esperamos la realización plena de lo que desde el Bautismo comenzamos a poseer en primicias. La vida movida por la Gracia es un trasunto de experiencias marcadas por el éxito y el fracaso donde el protagonista es el SEÑOR. Las cosas del más allá van dejando su huella anticipada, de lo que un día se realizará plenamente. Este mes de noviembre lo hemos iniciado con la fiesta de Todos los Santos, porque la Iglesia se sostiene también por todos aquellos que sin un reconocimiento oficial han llegado a formar parte del gran grupo de los santos anónimos, que no pasan desapercibidos en el Libro de la Vida.
La Gracia
Este término tan usado nos sirve para hablar de un conjunto amplio de cuestiones. Hablamos de la Gracia cuando nos referimos a la donación gratuita de DIOS a los hombres; y también al hacer mención a los distintos dones que vienen de ÉL. A DIOS no le asusta el Mal ni el pecado del hombre, y gracias a esto no ha dejado de actuar en las circunstancias más hostiles y dañinas para salvar los restos de los desastres provocados por nuestras acciones depredadoras. Hoy la liturgia finaliza el capítulo doce de san Marcos, que al inicio narra la parábola de los “Viñadores homicidas”, y lo recordamos con brevedad. Cuando el dueño de la viña envía a buscar los frutos que le correspondían, los viñadores van maltratando y matando a unos y otros de los enviados por el amo; y al final se dice: les enviaré a mi hijo, que lo respetarán (Cf. Mc 12,6). La cosa no fue así, como bien sabemos: la parábola que habla del propio JESÚS anticipa el deicidio; y los escribas junto con los fariseos que estaban escuchando entienden que la parábola va dirigida a ellos. Ciertamente, no se equivocaron. Una de las lecciones principales de esta parábola versa sobre la bondad de DIOS, que busca por todos los medios vencer la maldad y hostilidad humana mediante el Amor, o el Don gratuito de SÍ mismo. JESÚS fue muy consciente que su Encarnación suponía entreverarse con las líneas de fuerza grises y oscuras de una humanidad aviesa. A muchos, el bien, la verdad y la bondad los iban a convencer; pero otros seguirían caminos de violencia, hipocresía y mentira. Esto último no fue obstáculo para que JESÚS prosiguiese su misión a favor de todos aquellos decididos a instaurar un Reino no dependiente de los poderes fácticos de este mundo. Así como Don Inicial de su Mensaje nos ofrece el ideal de la Bienaventuranzas, todo don perfecto viene de DIOS (Cf. St 1,17); y las Bienaventuranzas siguen este principio. La Bienaventuranza es la vida de los que tocan directamente la Gloria de DIOS; y de este trono de Gloria desciende el don perfecto al corazón del hombre para santificarlo. El Don viene para favorecer la humildad, la mansedumbre, la renovación mediante las lágrimas o para transformar un corazón endurecido en otro misericordioso. Alguien esta vivo para DIOS cuando necesita vitalmente de su cosas; o como nos dice el texto: bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia. La limpieza de corazón viene por la luz de DIOS que hace nuevas todas las cosas. El que está tocado por el Don de DIOS sabe que la paz en este mundo se logra cuando el espacio social lo ocupa el Reino de DIOS. No obstante, conocidas las resistencias, las persecuciones forman parte de la dinámica del Reino de DIOS que aquel que recibe el Don aceptará con alegría.
Ocho vías para la santidad
Un solo CAMINO con ocho vías por las cuales los Ángeles de DIOS traen sus dones y hacen ascender a los hombres hacia DIOS. No hay equivocación posible: el resultado debe ser un corazón humano semejante al CORAZÓN de JESÚS.
“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Cf. Mt 5,3). Una equivalencia: pobreza de espíritu y bienaventuranza. La pobreza material puede ser profundamente traumática. La pobreza de espíritu es la elección libre del desprendimiento para depender sólo de DIOS. El Don llega y hace pobre al que lo recibe, que continúa su línea de desprendimiento para hacerse progresivamente pobre. Todos sabemos quién es el que ha llegado a ser verdaderamente POBRE: el VERBO de DIOS en JESÚS de Nazaret.
“Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra” (v.4). DIOS quiere que el hombre transforme la tierra árida en vergel o jardín, que surge cuando desparece la violencia: “DIOS rechaza a los violentos” (Cf. Slm 11,5) y regala la tierra a los mansos, que no son exactamente no-violentos, sino portadores de una bendición de fecundidad. Mansos o sufridos, son los términos en los que se enmarca esta bienaventuranza que señala una línea de horizontalidad, para que la bendición de DIOS llegue a todos los hermanos. DIOS quiere que el manso sea compasivo con una solidaridad activa. La tierra tiene que ser arrancada de las garras del Ladrón que la ha robado, pues tiene como objetivo destruir la obra de DIOS en el hombre. La tierra será de los hijos de DIOS, porque “DIOS ha dado la tierra a los hombres” (Cf. Slm 115,16).
“Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados” (v.5 ). Son muchos los motivos por los que las personas podemos llorar, y uno de ellos aparece cuando el Amor de DIOS toca fibras profundas de nuestra personalidad para realizar sanación espiritual. Culpas personales y heridas recibidas están a punto de ser curadas por unas lágrimas que provienen de la misma hondura personal que el ESPÍRITU SANTO puede alcanzar en nuestro interior. El Don de lágrimas es una acción consoladora del ESPÍRITU SANTO necesaria para recuperar la salud espiritual. Allá en lo recóndito de nuestro ser pueden residir formas de sufrimiento que desconocemos y nos intoxican. Traemos con nosotros una herencia compleja de la que no somos conocedores precisos, pero condiciona nuestra vida, y DIOS la quiere transformar también por medio del Don de lágrimas. Por supuesto que este don se dará con abundancia en los grandes procesos de conversión.
“Bienaventurados los que tiene hambre y sed de la Justicia, porque ellos quedarán saciados” (v.6).Nuestra alma no padece una atrofia total y nos queda el gusto por lo bueno, lo verdadero y lo bello. Cuando se conoce la belleza del Evangelio, el alma del creyente desea concretarlo, hacerse con él y convertirlo en carne de su carne. Esto último no es solo pertinente a la EUCARISTÍA, sino para el Evangelio en sus conjunto. En la misma línea el “hambre y sed de justicia” representa haber interiorizado los ideales del Reino de DIOS y hacerlos visibles en este mundo con la adhesión a JESUCRISTO en la cima de los ideales del ser humano. La Justicia es el orden nuevo dado en el Evangelio para todos los hombres, de ahí que se pase, entonces, de creyente a militante por el Reino de DIOS. El creyente empieza a participar de la misma “sed del SEÑOR” en el pozo de Sicar cuando le pide de beber a la Samaritana (Cf. Jn 4,5-6); o en el momento cumbre de la Cruz: “tengo sed” (Cf. Jn 19,28). Es una gran bendición vivir en hambre y sed permanente desde el punto de vista espiritual, como estamos señalando, pues quedar saciados aquí y ahora sería un gran peligro dada nuestra condición. Poco más que para recobrar las fuerzas debemos pedir, a la espera de la otra vida donde los riesgos de las falsas complacencias desaparecen.
“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la MISERICORDIA” (v.7). Una frase con apariencia efectista: Satanás no pedirá perdón nunca. Otra gran verdad: DIOS se acerca a cada uno de nosotros perdonándonos. Una tercera: sin Misericordia no hay Salvación. Debemos repasar con frecuencia el “Sermón de la Montaña” (Cf. Mt 5,6 y 7), y el “Sermón de la Llanura” (Cf. Lc 6) para establecer la prioridad que el SEÑOR otorga al perdón hacia el hermano. El corazón humano tiene grandes dificultades para otorgar y recibir perdón: desconocemos las razones profundas de esta parálisis interior, para la que debemos pedir auxilio espiritual con frecuencia e insistencia. El Corazón de JESÚS en cada uno de sus hijos puede realizar el perdón que ÉL mismo nos pide.
“Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a DIOS” (v.8). Sencillo y sin dobleces el corazón humano se hace receptivo a la LUZ de DIOS. “Ver a DIOS” es lo mismo que avanzar en su conocimiento. La escucha continua de la Palabra se hace hábito de obediencia y camino de purificación del corazón. La Palabra guardada en el corazón crea los espacios de LUZ que lo hacen sencillo para ver a DIOS ahora a través de las cosas creadas, y con la creciente certeza de contemplar su ROSTRO en el momento de la revelación final, que tendrá lugar al dejar este mundo. Bienaventurado en este mundo, el que en la oscuridad y certeza de la Fe se reconoce caminado en la Presencia de DIOS: “practica el derecho y la misericordia; y camina humilde con tu DIOS, pues eso es lo que el SEÑOR quiere de ti” (Cf. Miq 6,8).
“Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados los hijos de DIOS” (v.9). No es poca cosa promover actividades que destierren la violencia de la sociedad; pero todavía no estaríamos en ese caso en la línea propiamente de esta bienaventuranza, pues sería suficiente con militar en una ONG. Los trabajadores por el Reino de DIOS, que a su manera anuncian el Evangelio y trasmiten a los que van encontrando la Paz en el Nombre de DIOS, esos son portadores del don de la Paz y una bendición para los que los acogen. La organización de la evangelización no debiera pesar sobre una estructura administrativa, sino que debería moverse básicamente dentro de una acción carismática, para que fuese el don y no la programación quien pusiera los cimientos y diese continuidad a la obra. Los pasajes de envío recogidos en los evangelios ofrecen pocas dudas en la línea de lo antes expresado.
Alguna relación encontramos con la bienaventuranza anterior.
“Bienaventurados los perseguidos por causa de la Justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (v.10). Dos mil años de Cristianismo enseñan que el cristiano es perseguido en mayor o menor medida. La intensidad de la persecución varía en los casos individuales o de grupo, en unos lugares u otros; pero la persecución tiene actualidad. Los enfrentamientos por parte de los poderes públicos no han desaparecido, y se tendrán que agravar en la medida que los intereses sean más antagónicos. Han cambiado las tornas: el ámbito social y político no acepta otro discurso que el políticamente correcto; y el Mensaje cristiano comienza a ser alternativo, por lo que la persecución arreciará por momentos. Además de los cristianos que pierden la vida por confesar a JESUCRISTO en distintos países; entre nosotros, ya tenemos obispos y sacerdotes judicializados por defender lo recogido en el Catecismo de la Iglesia Católica. La libertad religiosa y la libertad de expresión nacen de la libertad de conciencia; por eso que nadie se crea libre de la dictadura del pensamiento único. En todas las épocas ha habido mártires y confesores de la Fe, en definitiva, testigos que asistidos por el ESPÍRITU SANTO han dado fe de JESUCRISTO. Bien sea por aceptación o rechazo, el crecimiento del Reino de DIOS en medio de nosotros se hace imparable, porque JESUCRISTO ha vencido.
El profeta Elías
La primera lectura de este domingo relata el episodio del profeta Elías y la viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Elías significa “mi DIOS es YAHVEH”, y el profeta hace honor a su nombre, pues queda en Israel como único profeta defensor del Yavismo (Cf. 1Re 19,10).La sólida personalidad profética de Elías será recordada por los escritos bíblicos canónicos y la literatura apocalíptica apócrifa; quedando un fiel reflejo de ambas líneas de tradición en los mismos evangelios. Un sector de los israelitas, de tiempos de JESÚS, creían que ÉL era Elías, que había vuelto de nuevo, ya que al ser arrebatado en “carro de fuego” (Cf. 2Re 2,11) pensaban que podría regresar en cualquier momento. La actividad taumatúrgica de JESÚS era comparada a la realizada por el profeta Elías, aunque la austeridad de vida se inclinaba hacia la persona de Juan el Bautista. Elías tenía que venir antes de la aparición del MESÍAS, y en este sentido JESÚS lo confirma: “Elías ha venido, y han hecho con él lo que han querido” (Cf. Mt 17,12). En la transfiguración de JESÚS aparecen Moisés y Elías como los grandes representantes de la ley y los profetas, que contienen la revelación concerniente al MESÍAS y su desenlace final en medio de padecimientos, en Jerusalén (Cf. Lc 9,30-31). Tampoco el último libro de la Biblia quiere prescindir de la impronta de Elías para personalizar las fuerzas que entrarán en liza en los momentos últimos decisivos (Cf. Ap 11,3). Si la impronta de Elías la recoge Juan Bautista, según JESÚS, (Cf. Mt 17,12), en su primera venida; así también Elías estará en los tiempos que preceden a la Segunda Venida.
La poderosa palabra de Elías
YAHVEH carga de poder y autoridad la palabra de Elías, que decreta ante la idolatría del rey Ajab el ceses de las lluvias durante tres años: “dijo Elías a Ajab: vive YAHVEH, DIOS de Israel a quien sirvo, no habrá estos años lluvia ni rocío, más que cuando mi boca lo diga” (Cf. 1Re 17,1). Pero comienza también para el profeta su camino penitencial, pues ha de prevenirse frente al propio rey Ajab, al que desafió. Lejos de cambiar el rey Ajab continuó en sus comportamientos alejados del compromiso de la Alianza. Ajab y Elías se volverán a ver en el Monte Carmelo para poner en evidencia el señorío de YAHVEH sobre los ídolos. Entonces, el profeta Elías tendrá que retirarse lejos del alcance de Ajab y su esposa Jezabel, y se encaminará hacia el Monte Horeb. Ahora el SEÑOR indica a Elías que se retire al este del Jordán: “sal de aquí y escóndete en el torrente de Kerit, que está al este del Jordán. Beberás del torrente y encargaré a los cuervos que te sustenten allí” (Cf. 1Re 17,3-4). El torrente se secó y el profeta tuvo que cambiar de lugar, y el SEÑOR le dijo: “levántate, y veta a Sarepta de Sidón, pues he ordenado a una viuda de allí que te dé de comer” (Cf. 1Re 17,9).
La Fe de la viuda
El texto nos describe a una viuda con un hijo de pocos años, al que ha de mantener en unas circunstancias sociales de gran pobreza, por lo que da la impresión que hay lugar a la mendicidad. La viuda manifiesta con gran estoicismo, que su destino inmediato es la muerte junto con su hijo, para el que sólo le queda un poco de harina y un poco de aceite con los que hacer unos panecillos. Después de comer aquel mínimo alimento madre e hijo esperarían la muerte, sin más remedio. En esta situación surge el profeta Elías, que en principio no arregla nada, sino que parece empeorar las cosas un poco más. Le dice el profeta: “tráeme un poco de agua y un panecillo. Tú y tu hijo comeréis después; pues así habla YAHVEH: no se acabará la harina en la tinaja, ni el aceite, hasta que YAHVEH conceda la lluvia sobre la faz de la tierra” (Cf. 1Re 17,14). El profeta habla con la autoridad de YAHVEH y la mujer siente que esa palabra es auténtica, aunque su conducta no pierda la categoría de heroica. DIOS fue servido en la persona del profeta y la palabra de Elías se cumplió: “”no se acabó la harina ni el aceite durante todo el tiempo de sequía” (Cf. 1Re 17,16).
Vuelta a la vida en este mundo
Los versículos siguientes de este capítulo deben ser considerados. El hijo de la mujer viuda cae enfermo y muere. A la mujer aquella desgracia le reaviva el sentido de culpabilidad por su vida pasada: “¿es que has venido para recordar mis faltas y hacer morir a mi hijo? (Cf. 1Re 17,18). Elías tomó al niño lo subió a la estancia superior y oró ardientemente al SEÑOR para que el alma del niño volviese al cuerpo inanimado, y así sucedió. Elías cogió al niño y lo devolvió a su madre, que entonces dio crédito a Elías como profeta: “Ahora sí he conocido bien que eres un hombre de DIOS, y es verdad en tu boca la palabra de YAHVEH” (Cf. 1Re 17,24).
La viuda que aparece en el evangelio de hoy tiene afinidades con la viuda del relato del primer libro de los Reyes, y resulta una acusación al comportamiento de los sacerdotes, escribas y fariseos. Aquellos no dieron crédito a las palabras de JESÚS ni siquiera cuando tuvieron certeza de la vuelta a la vida de distintas personas por la actuación de JESÚS. El más próximo en el tiempo y la geografía fue la revivificación de Lázaro de Betania, a tres kilómetros de Jerusalén y muy conocido de la jerarquía religiosa y del pueblo en general. Por este motivo, las autoridades del Templo pensaron en matar también a Lázaro (Cf. Jn 12,10), pues la muerte de JESÚS ya la habían decretado hacía tiempo.
JESÚS enseña en el Templo
Este capítulo doce de san Marcos incluye tres enseñanza de JESÚS en el Templo después de haber resuelto las controversias planteadas por los escribas. Esa sección concluye así: “y nadie se atrevió a formularle más preguntas” (v.34). El evangelio de hoy sólo recoge dos de las tres enseñanzas, siendo la primera la que marca una vía de conocimiento sobre la identidad auténtica de JESÚS, en la que los intérpretes de la religión judía no quisieron entrar. El tiempo de JESÚS en el Templo de Jerusalén se puede contar por horas: el tiempo se acorta y la cerrazón de las autoridades crece.
JESÚS es el SEÑOR
El Credo inicial de la Iglesia cabía en un twitter: “tenga en cuenta toda la casa de Israel, que DIOS ha constituido SEÑOR y CRISTO a este JESÚS que habéis crucificado” (Cf. Hch 2,36). Pero existe un precedente en el Salmo ciento nueve, al que echa mano JESÚS: “dice el SEÑOR a mi SEÑOR, siéntate a mi derecha; y pondré a tus enemigos como estrado de tus pies” (Cf. Slm 109,1). Entonces JESÚS plantea: “¿Cómo dicen los escribas que el MESÍAS es hijo de David, si el propio David dijo movido por el ESPÍRITU SANTO, dijo el SEÑOR a mi SEÑOR siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies?” (v.36). “Si el propio David lo llama SEÑOR, ¿cómo puede ser hijo suyo?”(v.37). A diferencia de los escribas, JESÚS respondió a cada una de las cuestiones que le plantearon. Tenían, ahora, la oportunidad de iniciar una indagación seria con la Escritura en la mano para dilucidar la verdadera naturaleza mesiánica de JESÚS, pero esta alternativa abierta también fue inútil. Hacía veinte años, más o menos, un muchacho de doce años también formuló preguntas a los doctores del Templo, que atendían admirados (Cf. Lc 2,46-47). Algo más de dos décadas aquel niño ya adulto vuelve a plantear preguntas, pero recoge un siniestro silencio. La gente sencilla se admira del conocimiento que JESÚS manifiesta de la Escritura y del modo de argumentar: “la muchedumbre le oía con agrado” (v.37). Para el grupo amplio de gente que lo escuchaba, JESÚS tenía también una enseñanza de capital importancia para aquellas fechas inmediatas. La muchedumbre ahora admirada por la sabiduría de JESÚS iba a ser convenientemente manipulada para pedir su muerte en la Cruz. JESÚS va a declarar la impostura de aquellos que se erigen como autoridades religiosa frente al Pueblo, para que no se hicieran partícipes y cómplices en la mayor injusticia que la humanidad llevaría a cabo. Ellos, la muchedumbre, estaban allí para ser utilizados por otros en función de intereses perversos, como tantas veces a lo largo de los siglos venideros. Envueltos en el ropaje de la hipocresía, los dirigentes religiosos del Templo iban a arrastrar a un número importante de los presentes a la comisión del máximo crimen. JESÚS declara algunos rasgos públicos y evidentes sobre aquellos personajes maestros en la manipulación y tergiversación.
La levadura de los escribas y fariseos (Cf. Mc 8,15)
Aquella enseñanza a los discípulos había sido dada en una travesía por el Mar de Galilea. Fue, entonces, una enseñanza de índole privada, sólo para los discípulos: “guardaos de la levadura de los fariseos” (Cf. Mc 8,15). Los discípulos llevaban un pan en la barca, muy posiblemente de los que habían sobrado de la multiplicación del día anterior, y estaban confundidos pensando que el MAESTRO les estaba recriminando por no haber recogido panes suficientes. Los propios discípulos tenían grandes dificultades para entender al MAESTRO, por lo que era de esperar que lo mismo ocurriera con aquellos otros pertenecientes a un círculo mucho más amplio. Pero como el sembrador de la parábola, incluso allí donde habitualmente no se echa la semilla, ahora, también, hay que dar una palabra de advertencia por si, al menos, a una sola persona le sirve.
Una enseñanza para todos
También para nosotros. La mentira se enmascara de amabilidad en el hipócrita, cuya intención es mantener la apariencia, excepto en los momentos que el beneficio de mostrar el verdadero rostro sea claro y compensatorio.
Estar prevenidos
“Guardaos de los escribas” (v.38). En la versión de san Mateo la prevención abarca también a los fariseos (Cf. Mt 23,1), pues pertenecen al grupo de los que dicen entender sobre las Escrituras. JESÚS añade, en san Mateo, que se han sentado en la cátedra de Moisés, y dicen pero no hacen lo que mandan a otros. San Mateo desarrolla en sus siete “ayes”, lo que san Marcos señala en pocas palabras: ir ataviados de amplio ropaje, ser saludados en las plazas; ocupar los primeros puestos en las sinagogas y en los banquetes; y lo más grave es que devoran los bienes de las viudas con el pretexto de largas oraciones, pero estos tendrán una sentencia más rigurosa (v. 38-40).
Muchos escribas pertenecían al grupo de los fariseos, aunque podían estar como peritos o expertos con carácter independiente al servicio de los sacerdotes, que distaban del grupo de los fariseos rivalizando cuando les convenía. Especialmente en el manto se colgaban las filacterias, que eran unas tiras de tela con textos de la Escritura. Cabría suponer que a mayor número de citas bíblicas pendientes del atuendo, mayor aprecio de la Escritura, y por tanto más competencia y fiabilidad. Era una forma directa de hacer propaganda de uno mismo. Si a ello se une, como añade san Mateo en el capítulo seis, el reparto de limosnas a los pobres por las calles con campanilla incluida, tenemos la estampa completa de un personaje que busca el aplauso inmediato(Cf. Mt 6,2). Es un imperativo de la Misericordia asistir al necesitado, pero que no sepa tu mano izquierda, lo que hace tu derecha (Cf. Mt 6,3). Estamos ante una burda instrumentalización de la religión y de lo sagrado. Estaba reciente la expulsión de los vendedores del Templo por parte de JESÚS, por lo que los ánimos de aquellos involucrados en la cadena de beneficios de aquel negocio debían estar en la incandescencia.
“Ser saludados en las plazas”. No se refiere JESÚS al saludo debido a cualquier persona conocida como gesto mínimo de caridad; se trata por otra parte del saludo reverencial destinado al crecimiento de la vanagloria, saludándolos con atributos de doctores, maestros o jerarcas del estamento religioso. San Mateo añade: “no llaméis a nadie padre, porque uno solo es vuestro PADRE; no llaméis a nadie maestro, porque uno solo es vuestro MAESTRO y todos vosotros sois hermanos; no llaméis a nadie jefe, porque uno solo es vuestro JEFE: CRISTO” (Cf. Mt 23,11). Aquellos escribas y fariseos buscaban los lugares más visibles y de fácil concentración como las plazas. Tenían a su disposición un campo de influencia inmediato que les otorgaba el rango social y religioso que ostentaban. De nuevo resuenan en estos pasajes las negativas de JESÚS en el desierto a entrar por esas vías de mesianismo. No estaba en esa dirección el mesianismo que ÉL debía llevar a cabo, pues “el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado” (Cf. Mt 23,12). DIOS mismo ensalzará al HUMILLADO hasta el extremo a causa de las aspiraciones fatuas de los engreídos.
Ellos buscan los primeros puestos como personas preocupadas por mantener el escalafón religioso y social que tiñen también de una capa de religiosidad. Las sinagogas continuarán la vida del Templo inexistente, a partir del año setenta, y dentro de las propias comunidades cristianas se darán situaciones que Santiago denuncia en su carta: “si viene alguien mal vestido le decís siéntate en el suelo; pero si entra otro cargado de anillos y vestido con lujo le invitáis a que ocupe los primeros asientos” (Cf. St 2,2-3). Ni la propia comunidad cristiana se libró del mal endémico en el hombre que viene de la mano de la vanidad y la soberbia, que resulta más grave cuando está justificada por la religiosidad. No vamos a exigir personas éticamente perfectas, tanto en el ámbito religioso como en el civil, pues de hacerlo la mayor parte de las funciones en ambos estamentos no se realizarían. Sin embargo es preciso atender a estos criterios de análisis que el SEÑOR nos ofrece con vigencia permanente. Como señalábamos anteriormente, la advertencia de JESÚS a los reunidos no sabemos que efecto consiguió para prevenirse de las insidias homicidas que aquellos iban a extender de forma prácticamente súbita y no ofrecer margen a la reconsideración de los hechos. La nocturnidad con la que actuaron en la condena a JESÚS, de manera especial según el evangelio de san Juan, tenía que ver ejecutadas sus disposiciones a la mayor brevedad posible. El procurador debía pronunciarse con inmediatez, y habría de encontrar una presión popular suficiente, y no desestimase las pretensiones del Sanedrín donde se asentaban los escribas más conspicuos.
Largas oraciones vacías
JESÚS denuncia la simonía. Esta práctica nefanda atenta de modo directo contra la credibilidad del orden religioso de las cosas y de las acciones con finalidad espiritual. Simón el Mago quería el poder que el ESPÍRITU SANTO manifestaba en los discípulos de JESÚS, y pretendía comprar con dinero el Don del ESPÍRITU SANTO (Cf. Hch 8,18-20). A esta perversión se le denominó, desde entonces, simonía. No hemos de confundir con lo que la Iglesia realiza en la administración de los Sacramentos, para los que establece unos aranceles orientativos, que nunca son obligatorios; pues la Iglesia mantiene con claridad el principio establecido por JESÚS: “lo que gratis habéis recibido, dadlo gratis” (Cf. Mt 10,8). Queda en nuestra decisión la de hacernos corresponsables del mantenimiento material de la Iglesia que precisa de medios para desempeñar su función. Pero en ningún momento la eficacia de una oración está sujeta a la cantidad de dinero aportada. Aquellos escribas saqueadores de las escuálidas economías de las personas indefensas, podían argumentar con el ejemplo de Judas Macabeo, que acepta los donativos para realizar sufragios por los que han fallecido en las batallas para liberar los santos lugares de la helenización de los seléucidas, que desde Siria se presentaban como potencia amenazante. Bien es cierto, que los judíos no incluyeron los libros de los Macabeos en el canon de sus escrituras. Tenía sentido para los fariseos rezar por los difuntos, pues ellos creían en la pervivencia de sus almas con vistas a una resurrección al final de los tiempos con carácter universal. Lo que no era de recibo, ni lo es en estos momentos, es supeditar la oración al dinero. El Templo había dejado de ser casa de oración para convertirla en cueva de bandidos (Cf. Mc 11,17). Como en todos los gremios, también entre los escribas los habría con recta conciencia y buscando el espíritu de la Ley, pero los presentes en la enseñanza de JESÚS debían tomar buena nota para no caer en las redes de los falsos líderes religiosos.
La limosna de la viuda
San Marcos sigue los pasos de JESÚS en el Templo por poco tiempo, pero aún queda una última lección fruto de la observación directa. JESÚS señala a una viuda que es un reflejo de lo que ÉL mismo va vivir en las próximas horas. Una viuda pobre echa dos monedas consideradas las de menor valor; pero JESÚS indica que aquel dinero escasísimo era todo lo que tenía la viuda para vivir; y, a pesar de todo, lo ofrece al Templo. ¿Habría tenido noticia la viuda del episodio de la expulsión de los vendedores y cambistas por parte de JESÚS? JESÚS estaba dando la última enseñanza a sus discípulos a partir del testimonio vivo de la viuda, que contaba desde ese momento únicamente con la Providencia Divina. Esa era la situación misma de JESÚS, que se había despojado de todo y no le quedaba otra cosa que ofrecer al PADRE y a los hombres, que su propia vida. La viuda que estaba echando la limosna superaba con creces a todos los donantes de grandes cantidades, pues ella se estaba poniendo en las manos de DIOS incondicionalmente.
Carta a los Hebreos 9,24-28
JESUCRISTO, SACERDOTE de la Nueva Alianza mantiene de modo simultáneo dos acciones: entra en los Cielos como santuario eterno y establece la Nueva Alianza que interioriza en el corazón de los hombres. “Si la primera Alianza fuera irreprochable, no habría lugar para una segunda” (Cf. Hb 8,7). El resultado de la Nueva Alianza alcanzará el corazón del hombre: “en aquellos días pondré mis leyes en sus mentes, en sus corazones las grabaré y YO seré su DIOS y ellos serán mi Pueblo. No habrá de instruir cada cual a su conciudadano, ni cada uno a su hermano diciendo: conoce al SEÑOR, pues todos me conocerán desde el menor al mayor de ellos; porque me apiadaré de sus iniquidades y de sus pecados no me acordaré ya” (Cf. Hb 8,11-12). Esta fórmula retomada por el autor sagrado viene del profeta Jeremías (Cf. Jr 31,31-34), con lo que se entiende que con la entrada en los Cielos por la Resurrección se estaban cumpliendo todas las promesas de nuevos tiempos y Nueva Alianza.
El Santuario Celeste
“No entró CRISTO en un santuario hecho por manos de hombre, reproducción del verdadero, sino en el mismo Cielo para presentarse ahora ante el acatamiento de DIOS a favor nuestro” (v. 24). El santuario en el que entra CRISTO es el mismo Cielo, presentándose ante DIOS a favor nuestro. CRISTO retorna al corazón de la TRINIDAD con algo que no estaba: la sangre de su propio sacrificio. Llega al CIELO la perfecta obediencia del hombre, el sacrificio aceptado sin fisuras, el amor filial sin infidelidad alguna, la Misericordia perfecta, llega el CORDERO sin defecto alguno como ofrenda e intercesión por todos los hombres para siempre. Y todo eso llega al corazón de la TRINIDAD, porque en un momento de la historia el VERBO se hizo tan humano como cualquier hombre y transitó por nuestros caminos. El PADRE ve en su HIJO al hombre perfecto y a todos los hombres perfeccionados gracias a la ofrenda perfecta del HIJO. Ya no tiene que volver a repetirse una acción salvadora semejante, pues de lo contrario significaría que la acción salvadora de JESUCRISTO fue parcial, imperfecta o baldía. Y tal cosa no ha sucedido.
Lo antiguo ha pasado
“El Sumo Sacerdote de la Antigua Alianza entra en el Santuario con sangre ajena” (v.25). Todo aquello permanecía en el nivel de la figura, de una formalidad que en el mejor de los casos anunciaba las realidades eternas y permanentes. Por eso, todavía se pueden leer los símbolos que alimentaban a los antiguos y ver en ellos figuras de lo que habría de venir. El verdadero perfeccionamiento del hombre viene por el del Hombre perfecto, JESUCRISTO.
Una sola vez
Estos versículos de la carta a los Hebreos evidencian que DIOS no entra en el juego de libertades de la historia humana con las cartas marcadas. DIOS se ajusta al destino que dispuso para el hombre al crearlo: “el destino del hombre es morir una sola vez” (v.27). El ser humano con su identidad entra en este mundo una sola vez y con la muerte lo deja para siempre. A esta ley establecida por el CREADOR se ajusta el HIJO de DIOS. No era posible repetidas encarnaciones y ofrendas multiplicadas sin límite alguno, porque estaría significando la imperfección de las ofrendas como ocurría en la Antigua Alianza. Por otra parte ese juego hipotético no guardaría relación con la singularidad de cada persona que viene a este mundo transitoriamente, pero una vez para siempre.
Una sola manifestación
“El HIJO se ha manifestado una sola vez; ahora, en la plenitud de los tiempos para la destrucción del pecado mediante su sacrificio” (v.26). El aguijón de la muerte es el pecado y la fuerza del pecado es la Ley (Cf. 1Cor 16,56). Cuando la Gracia queda instaurada en el mundo, el pecado y la muerte se reconocen destruidos. No existe pecado que no pueda ser perdonado, salvo que el pecador no lo consienta. Pero, entonces, ya no estamos hablando del pecado en sí mismo, sino de la voluntad personal de alguien que no admite ser perdonada. El REDENTOR resultó que es el mismo DIOS hecho hombre, por lo que su ofrenda sacrificial excede infinitamente el pecado de cualquier criatura. Si un día Satanás se humillara y pidiera perdón, DIOS aceptaría ese arrepentimiento, porque Satanás aunque espiritual no es DIOS y es un espíritu con sus límites y características. La plenitud de los tiempos ha llegado. Todo lo que era objeto de anuncio por parte del Antiguo Testamento se ha cumplido en JESUCRISTO. Vivimos en la Esperanza de unos Cielos Nuevos y una Tierra Nueva; es decir, de un mundo angélico en una nueva hermandad con una nueva humanidad redimida.
JESUCRISTO volverá
“Así también CRISTO, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, se aparecerá por segunda vez, sin relación ya con el pecado a los que lo esperan para su salvación” (v.28). Muy importante este versículo para tener una visión prudente en torno a la Segunda Venida unida al Juicio Final. Muchos se imaginan un gran tribunal de magnitudes grandiosas, en el que uno por uno van pasando exponiendo públicamente la película de su vida por la tierra. Tal cosa no deja de ser una ocurrencia mantenida durante mucho tiempo en la mentalidad religiosa popular, sin base alguna en la Escritura. Algunos aducen para una escenografía como la mencionada la parábola del Juicio Final, en san Mateo (Cf. Mt 25,31ss). No nos vamos a extender ahora en el comentario de ese texto, y tengamos en cuenta lo que nos dice el autor sagrado de esta carta, en el versículo señalado: “en la Segunda Venida JESÚS se aparecerá sin relación al pecado” cosa lógica, por otra parte, ya que el pecado es resuelto en el juicio particular, pues nos disponemos a mirar de frente la verdad de nuestra vida en la tierra bajo la luz misericordiosa de DIOS. En ese punto de nuestra existencia para la eternidad decidimos estar con DIOS para siempre. DIOS amnistía definitivamente al que se acoge a su AMOR y no vuelve a pedirle cuentas de lo que ha perdonado y olvidado. Este “olvido” de nuestros pecados por parte de DIOS está en su compromiso de Nueva Alianza por medio de la sangre redentora de su HIJO JESUCRISTO. Gracias sean dadas a DIOS eternamente.