La relación entre el Gobierno y la Iglesia sigue tirante tras la ley del aborto.
Alberto Fernández define en estas horas si la celebración por el 25 de Mayo, la semana próxima, la encabezará desde la Antártida. (El 25 de mayo, Argentina celebra el Día de la Patria y la Revolución de Mayo)
El Presidente pretende viajar con una comitiva reducida hasta el continente antártico, azotado por bajísimas temperaturas. Pero espera que Jorge Taiana, el ministro de Defensa que le hizo llegar la propuesta, le confirme si ese día habrá certezas climáticas para llegar hasta la Base Marambio, un «cruce» desde el continente que se hace a bordo de un avión C-130 Hércules.
Una vez en Marambio y si el clima también lo permite, el plan es que el Presidente se traslade hasta la Base Esperanza -en la que residen familias y funciona la escuela provincial 38 «Raúl Alfonsín»-, para dar desde allí un mensaje al país por la fecha patria.
Más allá del evento, que implica una logística especial -de Marambio a Esperanza se vuela en un Twin Otter-, desde el entorno del jefe de Estado dejaron trascender que hay altísimas chances de que Fernández no asista al tradicional Tedeum que tiene previsto oficiar Mario Poli en la Catedral Metropolitana.
«A Alberto no le fascina demasiado el Tedeum», deslizaron con sinceridad cerca del Presidente sin ningún ánimo de ofensas.
Es que la decisión presidencial de asistir o no a la Catedral porteña el próximo miércoles se impone en un momento delicado en el vínculo entre el Gobierno y la Iglesia católica. En particular, entre la Casa Rosada y el Vaticano.
«Los vínculos (con la Iglesia) son múltiples y variados en el Gobierno», explicaron a este diario fuentes oficiales para tratar de disipar las versiones de un fastidio creciente entre Roma y Buenos Aires.
Lo cierto es que la relación personal entre Francisco y el Presidente no pasa por su mejor momento, y la decisión de Fernández respecto a la celebración del 25 de mayo es esperada con atención en los despachos oficiales que siguen con inquietud ese vínculo. Hasta estas horas, en la Cancillería y la Secretaría de Culto no había ninguna certeza al respecto.
El año pasado, el Presidente siguió desde Olivos de manera virtual la homilía que ofreció Poli -fue a puertas cerradas, por la pandemia- y en la que el arzobispo pidió «grandeza» y «diálogo» para enfrentar el COVID. En el 2020, había respaldado la estrategia sanitaria del Gobierno.
Ahora, la relación cambió. Desde la última audiencia entre el Presidente y el Papa, en mayo del año pasado -duró poco más de 20 minutos y desde el Vaticano se encargaron de que circule el malestar de Francisco con el mandatario, a pesar del esfuerzo de su entorno por acentuar que el vínculo no presentaba fisuras-, una sucesión de cortocircuitos dañaron el nexo de manera recurrente.
La suspensión del encuentro por parte del Papa a Santiago Cafiero en Roma, el mes pasado, reavivó las tensiones, a pesar de la dolencia en la rodilla del Sumo Pontífice y de que el canciller mantiene un buen vínculo con la Iglesia. Juan Pablo, su padre, fue el último embajador en el Vaticano que dejó ese cargo, durante el kirchnerismo, en armonía con el Papa.
La decisión del Presidente de estar o no el miércoles próximo en la Catedral metropolitana se suma al nexo oscilante que el kirchnerismo mantuvo con Jorge Bergoglio durante su mandato al frente del Arzobispado de Buenos Aires.
En el 2004, Néstor y Cristina Kirchner participaron del Tedeum frente a Bergoglio, en la catedral. El arzobispo les ofreció un mensaje que el Presidente y la primera dama recibieron con dureza. Al año siguiente, Kirchner mudó la celebración religiosa a Santiago del Estero. Recién volvieron en el 2006.
En el 2007, la pareja presidencial fue a Mendoza. En el 2008, el primer año de Cristina Kirchner al frente de la Presidencia, viajó a Salta. Al año siguiente, a Misiones, en el 2010 a Luján y en el 2011 a Resistencia, Chaco. En el 2012 fue el turno de Bariloche, y en el 2013 otra vez Luján. Recién en el 2014, una vez que Francisco fue elegido en Roma el año anterior, la ex Presidenta participó de nuevo del Tedeum en la Catedral porteña. En su último año en Casa Rosada, en el 2015, volvió a Luján.
Mauricio Macri fue, por el contrario, mucho más pragmático: su relación con Francisco y la Iglesia no fue nada buena, pero participó de todos los Tedeum durante los cuatro años que estuvo al frente de la Presidencia.
Por FEDERICO MAYOL.
CLARIN.