Sudán del Sur, en los orígenes de un conflicto panafricano: 400 mil muertos y 4 millones de desplazados

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* La misión del Papa en África termina en Sudán del Sur.

* Recibido en Juba, la capital, por el presidente Salva Kiir y el vicepresidente Riek Machar, unidos sólo en esta ocasión, pero enemigos implacables

* La guerra étnica entre dinka y nuer, que estalló en 2013, es un conflicto con casi medio millón de muertos.

La misión del Papa en África concluye en el sur de Sudán adonde llega hoy (3 de febrero) por la tarde. Será recibido en Juba, la capital, por el presidente Salva Kiir y el vicepresidente Riek Machar, unidos en el deber institucional de representar al país y hacer los honores de la casa, pero enemigos, divididos por una aversión implacable. De etnia dinka el primero y nuer el segundo, las dos etnias dominantes, Kiir y Machar son las artífices de la ruina del país, responsables de haber desatado un conflicto armado en 2013 tan solo dos años después de la independencia de Sudán que en cambio debería haber puesto el fin de las tribulaciones de la población, duramente probada por décadas de guerra y el comienzo de una era de estabilidad y desarrollo.

Francesco ya se reunió con ambos en abril de 2019, con motivo del retiro espiritual de los más altos líderes religiosos y políticos de Sudán del Sur en el Vaticano, organizado por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby. Al término del retiro espiritual, el Papa se arrodilló para besarles los pies, un gesto sensacional e inesperado quizás destinado a agradecer el compromiso por la paz profesado por ambos y formalizado unos meses antes con la firma de un acuerdo o quizás decidido a impulso, como sello de su súplica de conceder realmente la paz a sus compatriotas, a la sazón ya agotados por casi seis años de guerra. A los participantes del retiro se les entregó una Biblia que se invitó a firmar y en la que estaba escrito un mensaje: “Busca lo que une. Superar lo que divide”.

Al despedirse, Francisco había expresado su deseo e intención de viajar pronto al sur de Sudán junto con el arzobispo Welby. Pasaron cuatro años antes de que su deseo pudiera hacerse realidad: por la pandemia de la Covid-19, pero sobre todo porque mientras tanto continuaban los combates en Sudán del Sur y la paz y el desarrollo seguían siendo objetivos remotos.

Las circunstancias que llevaron a la guerra hace diez años merecen ser recordados. El caso de Sudán del Sur, el país más joven del mundo, es una confirmación más, cierta, de cómo casi siempre es un error mirar a lo lejos las causas de la pobreza, los conflictos, la inestabilidad y la violencia en África, para atribuirlas a sujetos y eventos fuera del continente. Durante décadas las poblaciones predominantemente cristianas del sur de Sudán han sido discriminadas, perseguidas, esclavizadas por las etnias árabes islámicas del norte, detentadoras del poder político: africanos contra africanos, divididos por pertenecer a diferentes etnias, hostiles, con fe fortalecida y hacer las diferencias aún más marcadas e insalvables. El descubrimiento de enormes yacimientos petrolíferos, concentrados en tres cuartas partes en las regiones del sur del país, no ha hecho más que empeorar la situación. El norte se ha vuelto más agresivo y también lo ha hecho el SPLA, el Ejército Popular de Liberación del Sur, dirigido por un dinka, John Garang. La población civil lo ha pagado de la manera más atroz. Fueron necesarios años y una constante mediación internacional para convencer al norte y al sur de buscar una solución que se encontró en 2005 con un alto el fuego y un acuerdo de paz que otorgaba al sur el estatus de región autónoma hasta que se convocó un referéndum en 2011. dejando a la población la elección entre la autonomía y la secesión.

El 98,83% de los votantes el 7 de febrero de 2011 eligió la secesióny el 9 de julio de 2011 nació Sudán del Sur, bajo los mejores auspicios. El país estaba en ruinas, pero podía contar con un apoyo internacional ilimitado en términos de financiación a través de donaciones y préstamos y se convirtió en propietario de las tres cuartas partes de los campos petroleros de Sudán, en parte ya explotados y, por lo tanto, capaces de producir miles de millones de dólares. Hubiera sido suficiente que los sudaneses del sur quisieran evitar los dos flagelos que aquejan a África: la corrupción y el tribalismo. Pero no fueron capaces de hacerlo. Los puestos políticos y administrativos se dividieron y se asignaron en gran parte a dinka y nuer. Quienquiera que los ocupara se aprovechaba de ellos sin restricciones. Luego, el presidente Kiir, a principios de 2013, intentó adquirir más puestos dinka, lo que provocó alarma entre los nuer. Se inició un enfrentamiento político que en pocas semanas se extendió al ejército y se tornó militar. El conflicto se extendió rápidamente a la población y se convirtió en una guerra civil caracterizada por tonos de limpieza étnica y truculentos episodios de violencia.

Los acuerdos de paz de 2018 han mejorado la situación, pero su implementación es lenta, aún está lejos de ser completa, y muchos grupos armados de base étnica no se han disuelto. En 2022, los enfrentamientos locales se intensificaron y las tensiones entre los soldados dinka y nuer siguen siendo muy altas. Kiir y Machar reafirmaron su voluntad de paz en abril, pero lo han estado haciendo durante diez años.

El 15 de diciembre, el presidente Kiir anunció que se había frustrado un intento de golpe militar. Hablando en una ceremonia oficial el 25 de enero, tomó la palabra para advertir que en caso de nuevos intentos de golpe, nadie se salvará. Señaló la rivalidad política como el principal obstáculo para consolidar la paz, la seguridad y la unidad del país: “Nuestro problema es que todos quieren ser el número uno, quieren el primer lugar. El problema número uno es lo que provocó esta guerra en 2013”.

Él, que es el número uno , sin duda tiene la intención de seguir siendo el número uno, cueste lo que cueste. Hasta el momento ha costado más de 400 mil muertos y al menos cuatro millones de desplazados y refugiados.

Por Ana Bono.

Viernes 3 de febrero de 2023.

lanuovabq.

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