Este domingo celebramos la Ascensión del Señor. Después de 40 días de haber resucitado Jesús sube a los cielos y retoma la gloria que tenía junto a su Padre. Con la Ascensión se concluye una serie de apariciones de Jesús resucitado a sus discípulos.
El Evangelio de san Marcos que escucharemos este domingo (Mc, 16, 15-20), presenta dos aspectos importantes que conviene tener presente:
En primer lugar, la fiesta de la Ascensión del Señor nos permite dirigir nuestra mirada al cielo donde Jesús glorificado está sentado a la derecha del Padre, de hecho cada domingo, cuando profesamos nuestra fe cristiana por medio del Credo, decimos que JESÚS SUBIÓ AL CIELO Y ESTÁ SENTADO A LA DERECHA DEL PADRE. El cielo, ciertamente no ha de entenderse como un lugar más allá de las estrellas. Se trata más bien, de una realidad, un estado, o una condición particular de vida que ya no tiene ningún tipo de condicionamientos, ni de espacio ni de tiempo.
En segundo lugar, la Ascensión del señor, dinamizó la comunidad cristiana. El evangelista Marcos nos cuenta que un poco antes de que Jesús se fuera al cielo, envió a sus discípulos con la fuerza del Espíritu Santo a difundir la fe en él por todo el mundo y a transformar el mundo según el designio de Dios. Se trata de una misión inmensa, una misión que supera las fuerzas humanas. “Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda creatura”, La misión que Jesús confía a su Iglesia tiene un carácter universal. Los envía a todo el mundo y a predicar a toda creatura. El evangelio no conoce límites ni de extensión ni de personas. Dios quiere salvar a todos y por eso confía a sus discípulos esta hermosa tarea de anunciarlo por dondequiera.
Cristo ha subido al cielo pero por otra parte no abandona a sus discípulos. Él seguirá haciéndose presente por medio de muchos signos. “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20), les ha dicho también. Por la tanto la Ascensión del Señor inaugura una nueva forma de presencia de Dios en el mundo. De ahí los signos que acompañarán a los discípulos: como arrojar el mal con la fuerza de Dios, hablar un nuevo lenguaje, constatar que el mal pierde fuerza y que la salud llega a los enfermos.
La Ascensión del Señor, reafirma nuestra fe en la resurrección. Cristo está vivo y se hace presente en medio de la comunidad cristiana con una diversidad de signos; La Ascensión confirma nuestra esperanza: allá donde está Jesús también esperamos estar nosotros; y por ultimo nos anima en la misión: “vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio”. Somos discípulos y misioneros, es decir creemos en Jesús y estamos llamados a ser testigos de sus obras y a compartir nuestra fe con los demás.