¿Somos capaces de ver con los ojos de Jesús?

Mons. Cristobal Ascencio García
Mons. Cristobal Ascencio García

Nos encontramos en el último domingo de esta primera etapa del tiempo ordinario; ya el próximo “miércoles de ceniza” daremos inicio con la Cuaresma. Nos acaba de pedir el Papa Francisco, ante el empeoramiento de la situación en Ucrania, que este miércoles de ceniza sea una jornada intensa de oración y ayuno por la paz. Les invito a todos hermanos a unirnos mucho a esa intención y además ofrezcamos esta jornada por la paz en nuestra querida diócesis de Apatzingán y en nuestro país, donde vivimos tiempos de mucha violencia, y en diferentes lugares los cárteles que se pelean el territorio, usan ya estrategias bélicas como son las minas fratricidas de inocentes. El texto Evangélico de este domingo, sigue siendo un fragmento del sermón de la llanura, donde Jesús propone ejemplos, preguntas, sentencias de sabiduría, con la finalidad de ayudarnos a reflexionar sobre nosotros mismos para que seamos capaces de hacer una autocrítica teniendo a la vista el ejemplo de Jesús. Su propuesta se centra en tres temas: 1° “Un ciego no puede guiar a otro ciego”, 2° “La paja en el ojo ajeno” y 3° “Todo árbol se conoce por sus frutos”. Este pasaje es eminentemente kerigmático, nos revela la agudeza, profundidad y claridad del Maestro bueno. Jesús conoce y observa la conducta del hombre y descubre la incoherencia cuando se trata de juzgar las acciones del prójimo en relación a las propias; hacia el otro usamos una medida estricta y rígida, pero cuando se trata de juzgar las propias acciones sacamos un metro flexible y elástico y así cualquier pequeña falta del prójimo la declaramos grave e imperdonable y hasta nos horrorizamos de su maldad, pero cuando nosotros hacemos lo mismo encontramos inmediatamente mil disculpas.

A través de estos ejemplos o parábolas, Jesús nos enseña que nadie debe adoptar la función de juez ante el que peca o se equivoca, ya que todos somos pecadores y necesitados del perdón de Dios y de los hermanos. Antes de corregir a los demás, cada uno hemos de examinarnos a nosotros mismos.

Digamos una palabra sobre cada sentencia:

1°- “Un ciego no puede guiar a otro ciego”. En Mateo sabemos que este aforismo o sentencia está dirigido a los letrados, a aquellos intérpretes de la ley, pero san Lucas los dirige a los discípulos, ya que desea dejar en claro que esta actitud se puede dar en la comunidad que está formando. Jesús desea erradicar la hipocresía en sus seguidores. Jesús hace alusión a la competencia para la enseñanza, es decir, el discípulo debe ser formado, instruido y será entonces como su maestro; sólo entonces dejará de ser ciego. Este aforismo nos sigue interpelando a nosotros como cristianos: ¿Somos capaces de ver con los ojos de Jesús? ¿Nos sentimos guías de los demás? ¿Nuestra vida es tan correcta que otros pueden seguir nuestros pasos? Hago una invitación a los padres de familia: No olviden que ustedes son guías de sus hijos, de allí que tengan que luchar contra esa ceguera para poder guiar por el camino del Evangelio.

2°- “¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo?” Ésta es una crítica al ser humano de todos los tiempos, siempre es más fácil ver los errores de los demás y criticarlos o juzgarlos, sin detenernos para hacer una autocrítica. Jesús pretende que no se juzgue a nadie. Si logramos primero analizarnos como personas, caeremos en la cuenta de nuestra situación y erradicaremos la actitud de juzgar a los demás. Jesús no nos pide en modo alguno a sus discípulos, que cerremos los ojos ante lo que hacen los otros, lo que pide es, que previamente nos observemos a nosotros mismos con una honesta y generosa autocrítica, lo cual será el mejor colirio que nos limpiará la vista para ver con más nitidez el comportamiento de nuestros hermanos y que logremos verlos con los ojos de Jesús. Sé que no es fácil hacer a un lado los juicios, sobre todo cuando vemos que no se hacen las cosas que se deberían de hacer, por ejemplo: Esa actitud de las instituciones con referencia a la seguridad; esa actitud que trata de minimizar los hechos, de mostrar otra realidad, mientras muchos hermanos nuestros sufren y mueren, por eso, sin condenar sí sigamos insistiendo en que se resuelvan las cosas con justicia y equidad.

3°- “Cada árbol se conoce por sus frutos”. Es muy entendible que cada árbol da fruto según su especie y calidad; por el fruto se identifica al árbol. En el lenguaje bíblico los frutos son las obras de los hombres. Se trata de una alegoría y su aplicación. Se aplica en la vida cotidiana del cristiano y se pone en el contexto de la coherencia entre fe y vida, para que la palabra sea creíble. Como cristianos que acudimos a la Eucaristía cada domingo, que tenemos la Biblia en casa, que rezamos el santo Rosario; estos actos deben conducirnos a mostrar en nuestras actitudes diarias los frutos de nuestro acercamiento a Dios.

Como cristianos que nos decimos seguidores de Jesús, tenemos un gran compromiso de mostrar los frutos surgidos en la reflexión de la Palabra de Dios, esos frutos que se muestran en la vida ordinaria, en medio de las dificultades, de los problemas. En la carta a los Gálatas 5,22 nos dice el apóstol: “Los frutos del Espíritu son amor, alegría, paciencia, afabilidad, bondad, mansedumbre y dominio de sí”. Preguntémonos hermanos: ¿Estamos dando esos frutos que da el corazón bueno que alberga al Espíritu Santo?

Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. ¡Feliz domingo para todos!

Mons. Cristobal Ascencio García
Obispo de la Diócesis de Apatzingán 

 

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Obispo de la Diócesis de Apatzingan