Son muchos los frutos e historias milagrosas producidos durante siglos por el escapulario de la Virgen del Carmen, un sacramental muy difundido por la Iglesia y que muchos católicos siguen utilizando a día de hoy desde que María se lo entregó a San Simón Stock en el siglo XIII.
Una de estas historias la protagonizó un humilde pastor de ovejas italiano, que mientras cuidaba de su rebaño en las montañas le sorprendió una fuerte tormenta y un rayo le alcanzó de lleno. Otros pastores lo encontraron completamente calcinado y desnudo, a excepción del escapulario que llevaba encima. De manera milagrosa logró sobrevivir y hacer una vida normal que él siempre achacó a la amorosa protección de la Virgen a través de aquel escapulario que quedó intacto.
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La historia de este pastor italiano la cuenta Kevin Di Camillo, bisnieto del protagonista de este hecho excepcional y ahora profesor de literatura inglesa en la Universidad de Niágara. En un artículo a través de su blog del National Catholic Register recuerda que este bisabuelo materno era pastor en la región de los Abruzzos y era una persona pobre, como todos los que desempeñaban este trabajo.
Kevin Di Camillo es profesor universitario y bisnieto del protagonista
En esta región llevaban a las ovejas a pastar en grupos de tres o cuatro pastores a la vez. Pero no podía haber demasiadas ovejas juntas en un solo lugar ya que acabarían comiéndose toda la hierba. De modo que los pastores se desplegaban en abanico, siempre en movimiento, siempre manteniendo a las ovejas en movimiento levemente para evitar “minar la hierba”.
Al estar dispersos los pastores se comunicaban con silbidos. Cada uno de ellos tenía un silbido propio distintivo para hacerse reconocer por los demás. Así se aseguraban de que todos estuvieran bien. Únicamente se juntaban para comer y finalmente para volver a casa.
Su bisnieto cuenta la historia familiar: “Un día mientras los pastores vigilaban sus rebaños se desató una violenta tormenta: lluvias torrenciales, relámpagos y truenos sacudiendo los valles. Esto naturalmente asustó a las ovejas, ya que los animales tienen un sexto sentido para estos fenómenos naturales. Se dispersaron en busca de refugio, lo que hizo que el trabajo de mi bisabuelo fuera mucho más difícil exactamente en el punto en el que necesitaba calma y ‘refugiarse en un lugar’ hasta que pasara la tormenta”.
Una vez que pasó el temporal, como era costumbre, los pastores se silbaron para asegurarse de que todos estaban bien. Todos silbaron excepto uno: su bisabuelo.
En ese momento, sus compañeros comenzaron su búsqueda y siguieron silbando esperando que contestara. Pero no llegaba respuesta.
“Cuando finalmente encontraron a mi bisabuelo tendido en el suelo, había algunos hechos evidentes: primero, había sido alcanzado por un rayo, ya que todo su cuerpo estaba carbonizado. En segundo lugar, los clavos de las suelas de sus botas habían salido disparados por la fuerza de la electricidad que lo había atravesado. En tercer lugar, su cuerpo quemado estaba completamente desnudo. Completamente, a excepción de su Escapulario del Carmen”, relata Kevin Di Camillo.
Pese al horroroso aspecto que presentaba estaba vivo. Así, su bisnieto cuenta que “los otros pastores lo llevaron al pueblo donde mi bisabuela y las esposas de los otros pastores le aplicaron una cataplasma de claras de huevo para ayudarle con las quemaduras de todo el cuerpo”.
“El bisabuelo estaba vivo, lo cual ya fue una especie de milagro. Pero a veces los milagros también van acompañados de signos. Y el hecho de que su Escapulario permaneciera intacto y sin quemar fue una señal de un milagro”, afirma convencido Di Camillo.
“Esto no es más que un cuento”, pueden protestar algunos sobre esta historia. Sin embargo, su bisnieto explica que “se recuperó por completo (o al menos tan completamente como fue posible dado que no había ningún tratamiento médico real), y atestiguó que efectivamente había sido alcanzado por un rayo y atribuyó su salvación al Señor misericordioso a través de la intercesión de María”.
Pero además –prosigue Kevin Di Camillo- “a diferencia de muchos de otros parientes, el bisabuelo nunca emigró a los Estados Unidos, donde podría haber contado esta historia en la mesa durante las reuniones familiares. Más bien, la historia en sí cruzó el océano gracias a sus parientes que fueron edificados por él. Y no tenían ninguna razón para inventar mentiras del Viejo Mundo para acompañar sus vidas en el Nuevo Mundo”.
Reflexionando sobre la historia de su bisabuelo, Di Camillo cree que “así es como nos presentaremos ante el juez misericordioso en nuestro día del juicio, que puede golpear a cualquiera de nosotros en cualquier momento como un rayo: desnudos, pero con la ayuda de María (en este caso, a través del uso del escapulario del Monte Carmelo)”.
Artículo publicado originariamente en Cari Filii News.
Con información de Religión en Libertad