La entrevista publicada recientemente a la hermana Jeannine Gramick, defensora de los derechos LGBTQ+ y acogida hace unos días con todos los honores en el Vaticano, me parece esclarecedora sobre el camino recorrido por la llamada ‘iglesia saliente’ o ‘iglesia en salida’.
Dos respuestas en particular me llamaron la atención.
- A la pregunta “usted fue sancionada durante el pontificado de Ratzinger. Ahora bien, ¿cómo ha cambiado la Iglesia?”, responde: “Benedicto XVI se preocupaba por mantener la verdad de la fe. Francisco cree que esto es muy importante, pero también se da cuenta de que el mundo ha cambiado y que la Iglesia necesita predicar y vivir la fe de una manera que la gente de hoy pueda entender». Traducido: para ella, la verdad de la fe es importante (al menos en palabras) pero no es una prioridad; la prioridad, para la ‘iglesia en salid’, es adaptar la enseñanza de la Iglesia al mundo cambiante.
- A la siguiente pregunta «¿por qué Bergoglio no encuentra el coraje de cambiar también la doctrina, el Catecismo sobre la homosexualidad?», la respuesta es aún más sorprendente: «No es tarea de un Papa cambiar la enseñanza del Iglesia. El pontífice –y todo líder de la Iglesia– debe proclamar la fe del pueblo. Sólo cuando sepan lo que creen, la gente podrá hacer una declaración oficial. Como en la Iglesia primitiva, las personas necesitan reunirse, hablar desde sus experiencias y escucharse unos a otros”.
Es decir, para la ‘iglesia en salida’, la tarea del Papa sería, por tanto, «proclamar la fe del pueblo», proclamarla oficialmente «sólo cuando sepa en qué cree el pueblo«.
Frente a este tipo de declaraciones, ahora ya no nos sorprende nada, pero francamente me he quedado sin adjetivos para calificar el comportamiento de quienes se dicen católicos pero difunden enseñanzas totalmente alejados de la Revelación.
Después de todo, para los de la ‘iglesia en salida’, ¿qué importa lo que dijo Jesús? Lo importante, para ellos, es ‘entender’ lo que «la gente cree» y proclamarlo.
Entonces, cuando el «pueblo» (pero entonces, ¿cuál y cuántos «pueblos»?) crea que todas las religiones son iguales, que no fuimos creados hombre y mujer, que el aborto y la eutanasia son un derecho, será un juego de niños proclamar la nueva fe certificando, quizás mediante un sínodo debidamente dirigido, el cambio de dirección de la Barca de Pedro.
Me pregunto qué pasaría si un día el «pueblo», basándose en sus experiencias y en lo que ha escuchado, creyera que Jesús fue en última instancia sólo un hombre y que la Iglesia es una invención humana: ¿podrá el Papa » proclamar la fe del pueblo»?
Pero, sobre todo, «cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?» ¿Y si es así, cuál?
por Vincenzo Rizza.
DUCINALTUM.