“Sin Él no podemos nada”: imploremos su asistencia, pues solos, somos incapaces de obrar el bien

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* Cuando sientas el orgullo que hierve dentro de ti –¡la soberbia!–, que te hace considerarte como un superhombre, ha llegado el momento de exclamar: ¡no! Y así, saborearás la alegría del buen hijo de Dios, que pasa por la tierra con errores, pero haciendo el bien. (Forja, 1054)

¿Veis qué necesario es conocer a Jesús, observar amorosamente su vida? Muchas veces he ido a buscar la definición, la biografía de Jesús en la Escritura. La encontré leyendo que, con dos palabras, la hace el Espíritu Santo: Pertransiit benefaciendo. Todos los días de Jesucristo en la tierra, desde su nacimiento hasta su muerte, fueron asípertransiit benefaciendo, los llenó haciendo el bien. Y en otro lugar recoge la Escritura: bene omnia fecit: todo lo acabó bien, terminó todas las cosas bien, no hizo más que el bien.

Tú y yo entonces, ¿qué? Una mirada para ver si tenemos algo que enmendar. Yo sí que encuentro en mí mucho que rehacer.

Como me veo incapaz por mí solo de obrar el bien, y como nos ha dicho el mismo Jesús que sin Él no podemos nada, vamos tú y yo al Señor, a implorar su asistencia, por medio de su Madre, con estos coloquios íntimos, propios de las almas que aman a Dios. No añado más porque es cada uno de vosotros el que tiene que hablar, según su propia necesidad. Por dentro y sin ruido de palabras, en este mismo momento, mientras os doy estos consejos, aplico personalmente la doctrina a mi propia miseria. (Es Cristo que pasa, 16)

Por SAN JOSEMARÍA.

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