VILLAHERMOSA, TABASCO.- Toño el ayudante del padre Avelino, llegaba a tempranas horas a la parroquia San José Obrero. Apenas había cruzado el viejo portón y una silueta paso frente de él; un hombre descalzo corría desesperado hacía la calle, y de tras él, el sacerdote con la camisa ensangrentada y un cinturón en la mano.
Toño quedó petrificado y no supo que hacer, más que socorrer al longevo hombre que agitado logró sentarse en una de las bancas.
Serían las siete y media de la mañana, cuando un delincuente de complexión delgada, logró colarse entre los barrotes de la casa de descanso del padre Avelino Cortéz, adjunta a la parroquia. Descansaba en su habitación, pero los ruidos lo obligaron levantarse.
El criminal revisaba entre los cajones de la cómoda, arrojando biblias e imágenes religiosas guardadas por el clérigo, ese mismo desorden fue lo que alertó al Padre quien observó al iracundo delincuente rebuscar entre sus pertenencias.
SE DEFENDIÓ EL CURA
Frustrado por no tener respuesta del sacerdote, el criminal se fue sobre el octogenario, logrando herirlo en siete ocasiones, la mayoría de las heridas no pasaron del centímetro de profundidad en el cuerpo de Avelino, quien a como pudo tomó un cinturón para de defenderse.
Pero el ladrón logró apoderarse del dinero de las limosnas, el párroco trato de impedirlo y siguió a su agresor por todo el corredor hasta llegar al salón de la ermita, las manchas hemáticas sobre las baldosas marcaron el camino de lucha entre el cura y el delincuente que finalmente logró escapar, topándose justo en la entrada con Toño, el ayudante del padre.
SEGUNDO ROBO
Tan solo a inicios del año, la iglesia San José Obrero fue víctima de un primer robo, el dinero recaudado durante las misas de diciembre, fueron robadas por otro criminal que también logró irrumpir en la casa del padre, aunque en aquella ocasión Avelino salió ileso.
La noticia de la agresión en contra del clérigo se corrió de inmediato entre sus feligreses, una de ellos, la señora Blanca quien abordo de su camioneta trasladó al padre hasta el hospital Gustavo A. Rovirosa, donde tres horas después fue dado de alta y retornado a su iglesia.
Toño, ayudante del padre, mostró las manchas hemáticas y el cinturón que utilizó el cura para defenderse.
La habitación quedó en desorden, luego de la confrontación con el ladrón que se llevó las limosnas.
Elementos de la Policía Estatal Preventiva, recorrieron la iglesia y la escena de la agresión en contra del octagenario.
Pediré amor y el perdón: Avelino
Horas después de sufrir la iracunda y violenta agresión de un “bautizado malhechor” que pudo causarle la muerte, el presbítero José Avelino Cortéz salió a calmar los ánimos de venganza de la “aldea cibernética”, donde hoy está la comunidad eclesial, a la cual llamó a cumplir el mandato cristiano del perdón.
El hecho ocurrido el jueves antes del alba, mientras el clérigo realizaba sus oraciones, despertó la ira y el repudio de una comunidad que a través de las redes sociales no reparaba en exigir el peor castigo hacia el osado asaltante que mancilló un espacio sagrado y atentó contra un hombre bueno, un hombre de Dios.
Por ello, una vez en casa, lo primero que el padre Avelino hizo fue entrar a ese espacio donde se juzga y condena, donde quizá nadie haya leído y entendido lo escrito por San Lucas: “Si alguno te golpea en una mejilla, preséntale también la otra. Si alguien te quita la capa, deja que se lleve también la túnica”.
ATACADO CON FURIA
Y aprovechó lo que pudo haber sido su desdicha y su fin, para catequizar o enseñar. Le devolvió la humanidad a su agresor al describirlo como un cristiano necesitado y desesperado. Y trató de justificar su acto, pues no tenía toda la culpa él sino el “orden social corrupto” del que surgió y muy probablemente alguna droga que lo hacía actuar fuera de sí y con “un instinto infernal”.
Luego, en su post, el padre Cortéz Téllez contó que le causó siete heridas, todas leves y anunció que oraría, invitando a la comunidad a hacer lo mismo, para que el Señor “nos dé el júbilo del amor y el perdón por todas nuestras ofensas”.
Avelino, amigo del pueblo y políticos
El 31 de diciembre de 2018 no estuvo entre los invitados especiales, ni siquiera ocupó un asiento en el recinto del Congreso del estado, pero ese día el padre Avelino Cortéz Téllez habló con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El oriundo de Tzitzio, Michoacán, esperó paciente la llegada del mandatario para rogar, colgado de las vallas metálicas y con los brazos extendidos, su atención. El presidente lo vio y lo abrazo. Ese mismo día lo invitó a Palacio Nacional.
No era difícil comprender que fuera amigo de AMLO, si su agenda de forma cotidiana lo mostraba en cafés y restaurantes con políticos, empresarios y funcionarios. En el Ganadero, al menos un día a la semana, era posible encontrarlo a lado de Manuel Ordóñez, Alejandro de la Fuente y otros.
Juan Manuel Juárez relató en su Purgatorio del 16 de marzo próximo pasado, en Tabasco Hoy, que fue amigo y hasta consejero de Arturo Núñez, y que al comienzo de su administración como gobernador solía pasar horas con él en la Quinta Grijalva.
Con 52 años de servicio sacerdotal y 86 de vida, el párroco de la iglesia de San José Obrero de la colonia Infonavit-Atasta, es quizá uno de los presbíteros más longevos de la grey que mantiene esta posición. Tiene 15 años sirviendo a esta comunidad.
“Entonces yo no se por qué suceden estas cosas con un hombre de Dios, un ser tan bueno”, dijo Dolores Martínez.
“Es un hecho muy lamentable, yo lo quiero mucho y de verdad siento mucha impotencia, ya no se puede vivir así”, expresó, por su lado, Lucía Ulín.
En la visita del 2018 del presidente a Tabasco, el cura Avelino fue invitado a Palacio Nacional por AMLO.
SE IMPUSO AL OBISPO
José Artemio Avelino Cortez Téllez, nacido el 4 de junio de 1953 y ordenado sacerdote el 31 de octubre de 1969, es un hombre conocido por su don de gente, pero también por su carácter. En septiembre de 2011 fue insólita la confrontación pública que sostuvo con el recién llegado obispo Gerardo de Jesús Rojas López.
Una de las primeras decisiones del jerarca diocesano fue cambiarlo de parroquia, pero la comunidad, al igual que él, no estuvo de acuerdo, cerró la iglesia y al cabo de unos días, sorprendentemente la orden fue cambiada y el padre se quedó en San José Obrero.
Con información de JOSÉ RAÚL REYES/REDACCIÓN
GRUPO CANTÓN
Fotografía propiedad de TABASCO HOY.