«Si quieres ser el primero, sé el servidor de los demás…» Homilía de Mons. José Antonio Fernández Hurtado, arzobispo de Tlalnepantla.

Guillermo Gazanini Espinoza
Guillermo Gazanini Espinoza

«Si quieres ser el primero, sé el servidor de los demás; si quieres ser importante, sé humilde; si eres generoso, no busques la recompensa»


Muy queridos hermanos, hermanas, Cristo Jesús:

Les saludo este domingo a todos, a quienes participan aquí en nuestra Catedral y también a los que, a través de las redes sociales, a través de los medios digitales, se unen a nuestra celebración eucarística, tanto en el territorio de nuestra Arquidiócesis como en distintos lugares de la República Mexicana y también desde el extranjero; a todos les deseo salud, les deseo la paz del Señor.

Este domingo, queridos hermanos, se nos invita, a través de la Palabra de Dios, iluminados por la Palabra de Dios, a que pensemos en dos valores, en dos actitudes, que son importantes en la vida de los discípulos de Cristo, discípulos misioneros del Señor. Esas actitudes son la humildad y la generosidad.

Ya la primera lectura nos prepara en este tema. Fue una lectura muy breve, solamente algunos versículos, pero se nos da ese consejo, el libro del Eclesiástico nos da el consejo de ser humildes, porque la humildad tiene mucho valor ante Dios, lo contrario del orgullo, la soberbia. Esta Palabra nos dice cómo solo Dios es poderoso y nosotros siempre debemos inclinar nuestra cabeza ante nuestro Dios. Nos prepara para el Evangelio.

¿Cuál fue el contexto del Evangelio? Una invitación que le hicieron Jesús y a sus discípulos a un banquete, precisamente organizado por un jefe de los fariseos. Me llamó la atención que estaban espiándolo para ver sus reacciones, y Jesús estuvo observando lo que sucedía en este banquete. Seguramente ya en la sobremesa hizo sus comentarios y platicó una parábola donde se nos dice cómo había un banquete y llegaron algunos y se sentaron en los lugares más importantes y después les dijeron que ese no era su lugar. En la parábola da el consejo de que tomen el último lugar, para que cuando llegue el que hizo la invitación los pase a un lugar mejor. «Los últimos serán los primero y los primero los últimos».

La palabra “humildad” viene del latín “humilitas”, que a su vez procede de “humus”, que significa “tierra”. El que es humilde es alguien que está a ras de tierra, podemos decir nosotros que “no pierde el piso”. En cambio, lo contrario a la humildad es la arrogancia, el orgullo, y a veces utilizamos la expresión “vemos abajo del hombro a los demás”. Yo creo que es muy importante el ser humilde y nosotros tenemos el ejemplo más importante en Jesucristo nuestro Señor.

San Pablo nos dice en la carta a los filipenses que Jesús no se aferró a las prerrogativas de su condición divina, sino que se hizo humilde, tomó la condición de siervo. Por eso, cuando sus discípulos discutían quién era el más importante decía: «El más importante es el servidor de todos. El que quiera ser el primero hágase el servidor de los demás».

Cuando tocamos este tema de la humildad, la expresión más grande es la cruz de Cristo, porque Cristo en la cruz fue humillado, pero Él fue humilde hasta dar su sangre por toda la humanidad.

Hoy Jesús, al platicar la primera parte de esta parábola, donde les dice que no tomen los primero lugares, no solamente quiere señalar el protocolo que se lleva en un banquete, en una comida, sino sobre todo la actitud de tener siempre a Dios en primer lugar, el Todopoderoso, el que nos ama a nosotros.

La segunda actitud de la que nos habla el Evangelio es la generosidad. Jesús dice en la parábola: «Cuando ustedes hagan una comida, no inviten a sus hermanos, a su familia, sino inviten a los pobres, a los lisiados, a aquellos que lo necesitan». No debemos entenderlo textualmente, porque la comida con la familia, con los amigos, es muy importante, pero el significado de esta parábola es que nosotros al hacer una invitación no debemos esperar recompensa. Cuando uno invita a un pobre o a un lisiado no espera a que el pobre le pague la invitación o el favor que le hizo.

Esas son las dos cosas importantes hoy, que nosotros revisemos la humildad y la generosidad, ¿cómo está nuestra humildad?, ¿cómo está nuestra generosidad? En la sociedad en que vivimos a veces estos valores, estas actitudes no son bien vistas, porque dicen: “No hay que ser humildes, hay que ser soberbios, hay que estar por encima de los demás”. También a veces, en la generosidad, ¿cuántas veces no usamos la expresión: “Hoy por ti, mañana por mí”?, y el Evangelio no es así, el Evangelio es: Si quieres ser el primero, sé el servidor de los demás; si quieres ser importante, sé humilde, no para presumir, sino porque ese es el ejemplo del Maestro; si eres generoso, no tienes que buscar la recompensa.

Hay veces que he visitado algunas parroquias donde tienen comedores para necesitados y donde dan a veces 100 comidas todos los días a gente pobre, a gente que no tiene qué comer, y me da mucho gusto, porque quien hace esa obra social, esa caridad, no está esperando recompensa.

Hoy le pedimos al Señor que nos dé a todos un corazón humilde, como el de Jesús, y un corazón generoso, para dar sin esperar recompensa, porque la recompensa al final será entrar en el banquete del Reino de los Cielos. Así sea.

+José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla

https://www.tierradeenmedio.org.mx/homilias/60/homilia-en-el-xxii-domingo-de-tiempo-ordinario

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