Desde junio de 2021, el mundo hispánico conmemora el centenario del fallecimiento de Ramón López Velarde. Recordado como uno de los máximos exponentes de la literatura hispanoamericana, Velarde destacó por cerrar el periodo del modernismo y dar comienzo a la poesía contemporánea en México.
Entre su primera obra –A un imposible (1905)– y la última, por la que ha pasado a la historia de la literatura mexicana –La suave Patria (1921)– Velarde hizo gala de una excelencia literaria y poética así como de la profunda fe católica en la que fue educado.
Del seminario y la facultad de leyes a periodista devoto de María
Velarde, que en el año 1900 ingresó en el Seminario de Zacatecas, se trasladó dos años después al de Aguascalientes, donde permaneció hasta su salida en 1905. Aquel año se enamoró de Josefa de los Ríos, a quien se referiría en sus escritos como Fuensanta.
Desde entonces dedicó todos sus esfuerzos al periodismo. Bajo el seudónimo de Ricardo Wencer, colaboró en la revista Bohemio que se editaba en Aguascalientes. En 1908 comenzó sus estudios de leyes en la Universidad de San Luis Potosí y siguió escribiendo en El Observador, El Debate, Nosotros y también con el regional Pluma y Lápiz, de Guadalajara.
Como devoto de la Virgen María, dedicó uno de los escritos de su obra El minutero, La conquista, a describir el interior de la basílica de la Virgen de Guadalupe y a reflexionar sobre el peligro que corría la esencia de México si abandona la religión y la cercanía con la Virgen.
Un poeta «nacido contra la laica era»
“Nuestra dolorosa nacionalidad, discutida por muchos y negada por no pocos, seguirá achatándose en su arista casi única: la religiosa, si en los palacios diocesanos, y aun en el Nacional, se descuidan», alertó el poeta en La Conquista.
Y añadía: «Un día del último febrero, en que, con meros ojos de mexicano, dentro de las naves de Guadalupe, vi arder cera en los guantes, cera en los dedos de los niños, cera en el brazo del peón, cera en la viuda vergonzante, cera en la palma del oficinista, cera, en suma, en las manos abigarradas del Valle, persuadíale de que la médula de la Patria es guadalupana”.
Homenaje a Ramón López Velarde del Instituto Cervantes.
“En el poema Ánima adoratriz (1919)”, explica Alfonso Morales, profesor de Literatura en la Universidad de Sevilla, [Velarde] “dijo haber nacido místicamente armado contra la laica era, predispuesto contra los “errores” liberales y materialistas condenados por Pío IX, y de manera más directa contra el Estado mexicano, cuyos enfrentamientos con la Iglesia desde la Independencia habían culminado en las guerras de Reforma de mediados de siglo”.
A partir de 1915, López Velarde comenzó a escribir poemas más personales, añorando su pueblo natal, Jerez y a su primer amor, Josefa de los Ríos, “Fuensanta”, fallecida en 1917.
Su primer libro, La sangre devota estuvo dedicado a los poetas mexicanos Manuel Gutiérrez Nájera y Manuel José Othón, publicación en la que destacan especialmente sus valores religiosos.
Es el caso del poema La Bizarra capital de mi Estado, donde afirmaba que “una catedral, y una campana mayor que cuando suena, simultánea con el primer clarín del primer gallo, en las avemarías, me da lástima que no la escuche el Papa. Porque la Cristiandad entonces clama cuál si fuese su queja más urgida la vibración metálica, y al concurrir ese clamor concéntrico del bronce, en el ánima del ánima, se siente que las aguas del bautismo nos corren por los huesos y otra vez nos penetran y nos lavan”.
Setenta años después de su muerte, Juan Pablo II visitó la Zacatecas natal de Velarde, haciéndose realidad las palabras de Velarde en aquel escrito cuando repicaron las campanas al paso del Papa polaco.
Homenaje al poeta Ramón López Velarde en el centenario de su muerte.
Literato de prestigio criticado por su fe
Alcanzada su etapa de madurez, colaboró en la revista Pegaso entre marzo y julio de 1917, donde consolidó su fama literaria, si bien recibió cada vez mayores críticas por la fe firme y arraigada que mostraba en sus escritos.
En 1919 publicó Zozobra, su segundo libro, considerado como su mejor obra, donde narra su experiencia en la ciudad de México.
En 1920, López Velarde publicó artículos en dos revistas, México Moderno y El Maestro, donde el poeta se sumó al intento de consolidar culturalmente a México y escribió un breve ensayo, Novedad de la Patria, anticipando las ideas y contenido del poema por el que sería recordado para la posteridad y que le mereció la condecoración como Poeta Nacional de México, La suave Patria.
Lectura del poema «La Suave Patria», de López Velarde.
López Velarde murió el 19 de junio de 1921, con tan solo 33 años. Dejó un libro inédito, El son del corazón, que no fue publicado hasta 1932.
ReL.
04 septiembre 2021.