Se ha olvidado que el templo es un lugar de encuentro con Dios: monseñor Enrique Díaz Díaz (Irapuato)

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1Macabeos 4, 36-37. 52-59: “Celebraron la dedicación del altar y ofrecieron holocaustos con alegría

1Crónicas 29,10-13: “Bendito seas, Señor, Dios nuestro”.

San Lucas 19, 45-48: “Ustedes han convertido la casa de Dios en cueva de ladrones”

Dos actitudes muy diferentes frente al templo:

  • La primera lectura, primer libro de los Macabeos (4, 36-59), expresa la alegría grande de un pueblo que mira en el templo la presencia de Dios que escucha, anima y fortalece a los hermanos. Después de haber sufrido tanta destrucción y opresión de sus enemigos, ahora Judas, con el resto de Israel, puede nuevamente adorar y hacer oración al Dios que los ha sostenido en la prueba.
  • Por otra parte, San Lucas nos presenta una grave crítica a la profanación del culto ofrecido en el templo. En continuidad con los profetas que lucharon porque el culto del Templo de Jerusalén no fuera una práctica desencarnada, vacía y hueca, nos ofrece una valiosa reflexión sobre el verdadero culto.

El hecho de que Jesús expulse del Templo a los vendedores de ovejas y palomas es una fuerte crítica a este culto que ha olvidado que el templo es un lugar de encuentro con Dios, no un pretexto para el comercio o para el abuso de los pobres que quieren dar su ofrenda al templo.

Así, Cristo nos sitúa en el verdadero sentido del Templo.

Tenemos poco tiempo para ir a los templos y muchas veces lo hacemos de manera irreflexiva, quizás por mera costumbre.

Ojalá que cada día busquemos más hacer esa oración personal y nuestro culto vaya a lo más profundo del corazón.

El respeto al templo nos llevará también al respeto a cada una de las personas que son templos del Espíritu Santo.

Es triste descubrir que cada vez es más fuerte la trata de menores, la prostitución, el desprecio a los débiles y pobres; que hay quienes devalúan y denigran a la persona olvidándose que somos hijos de Dios e imagen y semejanza suya.

Que este día la Palabra de Dios nos lleve a una reflexión de respeto tanto a nuestras Iglesias que deben ser casa de oración como al respeto de nuestro propio cuerpo y al de nuestros hermanos, templos del Espíritu Santo.

¿Podemos visitar una Iglesia y hacer un momento de oración?

Revisemos si en nuestros templos no se da la comercialización.

Y claro, como algo muy importante, también tendremos que revisar si tratamos a cada hermano como Templo de Dios. Hoy vive como templo de Dios.

 

Enrique Díaz Díaz.

Obispo de Irapuato.

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