Se ha cumplido el tiempo

Pablo Garrido Sánchez
Pablo Garrido Sánchez

Vamos acercándonos al final del año litúrgico, y el evangelio señala un cambio de escenario en el que se mueve JESÚS con sus discípulos. Según la cronología derivada del evangelio de san Juan nos encontramos en las fechas próximas a la tercera fiesta de Pascua, que JESÚS con sus discípulos va a celebrar en el curso de su ministerio público. Quedan atrás las palabras inaugurales de su actividad evangelizadora en Galilea: “el tiempo se cumplido, está cerca el Reino de DIOS convertios y creed en el Evangelio” (Cf. Mc 1,15). Durante tres años JESÚS estuvo recorriendo la Palestina y de modo especial la Galilea. Desde los comienzos, según el propio evangelio de san Marcos, los dirigentes del Templo, los escribas y los fariseos no dejaron de recibir información directa de la predicación y actuación de JESÚS (Cf. Mc 2,6). Ahora el GALILEO rodeado de discípulos llegaba a Jerusalén como profeta y maestro en un principio, para dar a las autoridades religiosas las últimas oportunidades de reconocerlo como el MESÍAS. De nuevo, JESÚS podía proclamar con toda autoridad: “el tiempo se ha cumplido, el Reino de DIOS ha llegado; convertios y creed en mi EVANGELIO”. Los sinópticos recogen  actuaciones de JESÚS en Jerusalén que lo señalan como profeta y Enviado de DIOS. La entrada profética de JESÚS a lomos de un pollino, la expulsión de vendedores y cambistas del Templo, el episodio de la higuera que se seca; nuevas controversias con sacerdotes, escribas y sanedritas. Todos estos sucesos deben considerarse de forma conjunta lo menos fragmentariamente posible para hacernos una idea cabal de lo que pretendía JESÚS en sus últimos días en Jerusalén y la postura real de las autoridades religiosas. De manera inevitable los evangelios cargan las tintas sobre la conducta lamentable de las autoridades religiosas, que dirigían oficialmente al Pueblo en lo que toca a las cosas espirituales; y se convierten, por tanto, en los principales responsables del juicio y muerte de JESÚS. Supone una gran imprecisión concluir que los judíos mataron a JESÚS, porque no es verdad. Fueron las autoridades religiosas con sus interpretaciones de la Escritura, las que decretaron la muerte de JESÚS. Este destino escrito no estaba determinado, sino que permaneció en todo momento dentro de las decisiones más o menos libres de los intervinientes en el drama. El libro de Jonás nos muestra algo esencial en toda profecía dad apor DIOS: la profecía abarca un tiempo de advertencia hasta el cumplimiento de su literalidad, si en el intervalo no se modifican las circunstancias, que cambiarían a su vez el decreto divino. Cualquier profecía verdadera nace de la Divina Misericordia y nunca de la ley de la venganza totalmente ajena a la Voluntad de DIOS. El libro de Jonás es una buena muestra de lo anterior. JESÚS va a Jerusalén a cumplir con su deber de MESÍAS enviado por DIOS, que tiene que manifestarse en el Templo de la Ciudad Santa.

 

Entrada profética de JESÚS en Jerusalén

La narración de san Marcos induce a pensar que JESÚS inicia su tramo final de ascenso a Jerusalén desde Betania, aunque el pollino en el que se sienta lo traen de Betfagé, que dista poco menos de un kilómetro. En aquel trayecto no sólo iba JESÚS, sino también la multitud de peregrinos que se acercaban al Templo entonando los cánticos propios de los que peregrinan  al Monte Síon. En tiempos de JESÚS la fastuosidad del Templo era considerable. En un día soleado el Templo era contemplado a varios kilómetros y resaltaba sobre cualquier edificación por sus colores dorado y blanco aparentemente marmóreo, pues el efecto se había conseguido a partir de una arcilla blanca que relucía de modo especial. JESÚS asciende rodeado de gentes que vienen a la celebración de las próximas fiestas pascuales, y muchos de ellos unen su alegría religiosa al reconocimiento del MAESTRO de Galilea que está entre ellos. Los evangelios enmarcan la entrada de JESÚS en Jerusalén como un acto estrictamente religioso, sin el más mínimo sesgo político, que sería reprimido sin contemplaciones, por otra parte, por  el destacamento del Procurador allí instalado con tal objetivo en esas fechas claves. Roma quería una recaudación suficiente de impuestos sin conflictos sociales, y las otras cuestiones le importaban muy poco, de ahí que las autoridades religiosas del Templo conservaran mucho poder e influencia social. Roma reprimiría de modo inmediato cualquier atisbo de pronunciamiento asociado a la corriente zelota, que adquiriría cierta importancia a partir del año sesenta y siete. La entrada de JESÚS en Jerusalén se mantuvo, por tanto, dentro del tono festivo que las circunstancias exigían. Para Roma ningún revolucionario entraría montado en un asno joven y entonando Salmos a su alrededor. La guardia de Pilato sabía de la actividad del MAESTRO de Galilea, y en aquellos momentos no le dieron más importancia que las convocatorias en Cafarnaum o las reuniones con tono festivo en las campiñas próximas al Lago de Galilea.

 

Ausencia de autoridades religiosas

La aclamación de la multitud no movió a las autoridades a recibir a JESÚS. Nada en el entorno del Templo pasaba desapercibido al conocimiento de los sacerdotes, que se mantenían informados puntualmente por la propia policía o guardia del Templo a su servicio. De los movimientos de JESÚS tuvieron conocimiento preciso en todo momento. JESÚS iba a encontrar el vacío más sonoro y elocuente por parte de las autoridades religiosas.

 

Al día siguiente

“Llegó JESÚS a Jerusalén, entró en el Templo y después de observarlo todo salió con los Doce para Betania” (Cf. Mc 11,11).San Marcos se encarga de indicarnos que las futuras acciones de JESÚS no obedecen a la improvisación. El día siguiente JESÚS volverá y expulsará a los  vendedores y cambistas, pero lo que allí se desenvolvía, en el Templo, previamente lo contempló con sus propios ojos. Las horas transcurridas en el Templo son referidas por el evangelista como las de cualquier otro peregrino que se acerca al Templo a orar u ofrecer un sacrificio si esto tuviera lugar. No hay milagros ni predicaciones, en la versión de san Marcos, tan sólo la presencia del MAESTRO con los suyos con la reacción espontánea de la gente que lo conoce que se dicen unos a otros: “mira al MAESTRO, que anda por ahí, y no le dicen nada, ¿será que las autoridades han reconocido que es el MESÍAS? ( Cf Jn 7,26) Unas horas de tregua en el lugar  que le pertenecía a JESÚS por derecho propio, pues aquel Templo estaba dedicado al PADRE como “casa de oración”; y ÉL era el HIJO. Al atardecer de ese día, JESÚS con los Doce vuelve a Betanía y no se queda en Jerusalén. Un día, en Belén JESÚS nació en una cueva de pastores; y ahora llegado el momento morirá expulsado de la ciudad, que en los días previos tampoco se va a mostrar hospitalaria. Betania se recordará como lugar de acogida, descanso y vida familiar. JESÚS no rehuyó el apoyo humano de las familias de Betania, pues sabiendo la inminencia de su desenlace se vería normal que se retirase a la soledad del desierto como en los comienzos de su ministerio evangelizador. Los de su alrededor, los Doce, estaban necesitados de su presencia ante lo que estaba por llegar en las próximas horas. La cara oculta de la calma aparente estaba para descubrirse con el fatal desenlace, que sólo la poderosa actuación de DIOS podía resolver, pero sin seguir los criterios humanos. La Resurrección no entraba en los cálculos de los compañeros de JESÚS, aunque del hecho les hubiera hablado.

 

Expulsión de los vendedores del Templo

JESÚS estuvo observando el día anterior los usos y abusos de los que tenían su puestos de corderos, palomas y la actitud de los cambistas. Con la excusa de defectos ficticios en los animales, obligaban a los peregrinos a comprar aquellos que algunos mercaderes ofrecían. El cambio de moneda lícita en el Templo se cambiaba a intereses desmedidos. El trasiego de jarras, copas y otros utensilios para las abluciones era constante y nada de aquello conducía a fomentar la religiosidad del Pueblo según el espíritu propio del Reino de DIOS, que JESÚS viene a implantar con su palabra y presencia. No se debía producir una ruptura radical, pero la  alteración profundo del sentido religioso dejaba poco margen: el Templo debía ser casa de oración dirigida al PADRE, pero había sido convertida  en cueva de bandidos (Cf. Mc 11,17).

 

Símbolo profético

Los grandes profetas del Antiguo Testamento realizaron en ocasiones acciones simbólicas con carácter profético, que las personas de alrededor debían interpretar. JESÚS en alguna ocasión pone en marcha este recurso como la moneda que Pedro saca del pez para pagar el impuesto al Templo (Cf. Mt 17,27); escribir en el suelo, sin que se transmita nada de lo allí escrito (Cf. Jn 8,6); permanecer dormido en medio de una tempestad que arrecia por momentos (Cf. Mc 4,38); o, como en este caso, ir a buscar higos cuando el árbol no los puede dar porque no es tiempo (Mc 11,13). A Los discípulos sólo nos queda en estos casos leer entre líneas para encontrar el sentido del Mensaje, que el MAESTRO ha querido dejar para los seguidores de todos los tiempos, y muy probablemente con sus matices en cada época.

Salían de Betania por la mañana, JESÚS sintió hambre, se acercó a la higuera y al no encontrar higos a pesar de su apariencia prometedora pronunció una sentencia que en el conjunto del capítulo hay que trasladar al Templo y su clase sacerdotal: “que nunca jamás coma nadie fruto de ti” (Cf. Mc 11,14). La acción simbólica está en la línea del SEÑOR que llega de improviso, y no se sabe en cuál de las vigilias de la noche aparecerá (Cf. Mt 24,43-44). DIOS tiene derecho a venir y recoger los frutos de su Pueblo en cualquier momento. Por otra parte aquella apariencia exuberante de la higuera no se correspondía con la finalidad de la misma, que era dar fruto. Así resultaba la religiosidad instituida en el Templo, que ÉL había observado el día anterior. La gran parafernalia desplegada en el Templo era una gran farsa, que sostenía a una casta religiosa que esquilmaba espiritualmente al Pueblo y traicionaba el núcleo fundamental de la religión de los padres. En último término la disyuntiva que se planteaba estaba en el sometimiento del MESÍAS a la clase sacerdotal, o el reconocimiento de la misma a JESÚS como el MESÍAS esperado. Sabemos que lo segundo no se produjo con incalculable perjuicio para aquellos y todas las generaciones posteriores. Menos mal que donde abundó el pecado sobreabundó la Gracia, (Cf. Rm 5,20), y DIOS supera con su Gracia las consecuencias del deicidio realizado por el hombre. Pero no es menos cierto que siguen sobre nuestras cabezas las consecuencias señaladas por aquellas palabras desafiantes al máximo: “caiga esta sangre sobre nosotros y nuestros hijos” (Cf. Mt 27,25). Y ambas acciones se suceden mientras la falta de reconocimiento de JESÚS como el MESÍAS se mantenga en la humanidad: por una parte la acción de la Gracia sigue operando en los creyentes, pero otra parte continúa bajo la resistencia a la Verdad y las consecuencias nefastas de esa contumacia.

 

No quieren ver

Los del Templo quieren matar a JESÚS (Cf. Mc 11,18). San Marcos sitúa en su evangelio al ciego Bartimeo, que recobra la vista, a la salida de Jericó en el momento que JESÚS inicia la etapa final del ascenso a JERUSALÉN. Bartimeo es un adelanto de lo que JESÚS podría realizar con todos aquellos que se acercaran a ÉL y su Mensaje con verdadera aceptación. Todavía san Marcos nos va a relatar algún episodio de discusión sobre la autoridad espiritual de JESÚS, dando así oportunidad al reconocimiento por parte de las autoridades religiosas, pero la decisión estaba tomada y se mantuvo de forma inamovible. Los del Templo interrogan a JESÚS sobre su autoridad; ¿con que autoridad haces estas cosas? Y JESÚS les remite a la autoridad con la que Juan Bautista bautizaba en el Jordán (Cf. Mc 11,27-32) Si aquellas autoridades religiosas hubieran admitido por un momento que lo realizado por JESÚS venía de DIOS hubieran cambiado necesariamente su conducta, pero se negaron a ver, y en medio de su ceguera tampoco aceptaron ser curados. En el evangelio de san Juan se recogen los dos últimos milagros de JESÚS: la curación del ciego de nacimiento (Cf. Jn 9); y la revivificación de Lázaro (Cf. Jn 11), que le hace profetizar a Caifás: “es preferible que muera uno y no perezca todo el Pueblo” (Cf. Jn 11,50). Sacerdotes y Sanedrín tenían todos los datos: supieron de las actividades de JESÚS en Galilea desde el principio y se presentaban como la instancia interpretativa de las Escrituras. Produce escalofríos, pero la sentencia contra JESÚS fue dada  con toda decisión y conocimiento de causa. Todavía un poco más, y el evangelista san Marcos nos ofrece algunos temas de controversia, mediante los que aquellos secuaces presentan a modo de planteamientos capciosos con los que hacer caer a JESÚS en contradicción y argumentar en su contra con sus propias palabras. Le plantean tres cuestiones en esta línea: el tributo al César, la absurda cuestión de los siete hermanos que se casan con la misma mujer para dar descendencia al mayor, y la cuestión del primer mandamiento, que el evangelio de este domingo va a proclamar.

 

El Primer Mandamiento

Los Mandamientos están dispuestos, según el libro del Deuteronomio, para la felicidad del hombre, la posesión de la tierra, favorecer la longevidad y tributar el verdadero culto al SEÑOR.  Además, las Diez Palabras constituyen la enseñanza principal que se transmitirá de generación en generación, pues no cambia con los tiempos, épocas o culturas. La inmutabilidad de las Diez Palabras tiene su origen y fundamento en la inmutabilidad del mismo DIOS, y el Pueblo que recibe esta revelación se acredita como el Pueblo preferido y amado por DIOS. Por tanto, quien acepte de buen grado esta Divina Ley se hace amable por DIOS que lo recibirá como  hijo. La Primera Palabra establece los dos caminos que el culto o la adoración pueden tomar: el culto a YAHVEH o el culto a los ídolos. La Primera Palabra exige una opción en dirección a YAHVEH. La adoración en la Biblia es un movimiento del alma que incluye el movimiento de todas las acciones del individuo: no se puede forjar ídolos de especie alguna, porque eso ya es postración y adoración ante ellos: no te harás escultura o imagen de criatura alguna, de las que vuelan o habitan la tierra, ni de los animales que hay debajo de la tierra (Cf. Dt 5,8). Esta  disposición tiene una advertencia y una promesa: “YO, YAHVEH, castigo la idolatría hasta la tercera y cuarta generación; pero tengo Misericordia por mil generaciones para los que guardan mis Palabras” (Cf. Dt 5,10). Con estas premisas debemos acercarnos a la Primera Palabra que constituye el espíritu de todos los otros mandamientos.

 

Nuestras tergiversaciones

Las Diez Palabras dadas en el Sinaí para todas las generaciones son claras, y ofrecen los principios básicos por los que la persona en particular y la sociedad en general pueden regirse sin daño ni contradicción. El problema da comienzo cuando particularmente comenzamos a glosar de forma contradictoria la Palabra que se nos dio como principio. De modo general observemos el fondo coherente de esta revelación. La práctica de las Diez Palabras harán posible la prosperidad en la tierra que DIOS ofrece como don gratuito: ”escucha Israel, cuida de practicar estas Palabras, por las que serás feliz y por las que te multiplicará, en esta tierra prometida a tus padres que mana leche y miel” (Cf. Dt 6,2-3). La tierra que se había vuelto  agreste y obligaba al hombre a rendirse trabajando para subsistir; ahora, cambia su signo para  “manar leche y miel” sin gran esfuerzo, a condición de vivir en equilibrio con ella por el cumplimiento de las Diez Palabras. Una tierra productiva aporta el sostén económico para   mantener una familia, que se piensa numerosa con el fin de agrandar el número de los hijos del Pueblo elegido. La tergiversación de las Diez Palabras trae consigo contrariedad en el conjunto de relaciones que el hombre establece con sus semejantes, con la tierra, consigo mismo y con DIOS. Pero el autor sagrado del Deuteronomio devuelve la esperanza al hombre y a la humanidad en general, pues DIOS está dispuesto a procurarnos de nuevo un jardín, como el Edén primordial, en medio de una árida estepa a condición de mantener el verdadero culto y la relación fraterna con los semejantes. Los nuevos preceptos o exigencias del ecologismo resultarán siempre una impostura, si van más allá de las consideraciones propias que deben ajustarse a las leyes medioambientales. El hombre debe cuidar la tierra, pero en ningún caso hacerla motivo de creencia supersticiosa. Cuando se quema un monte por la acción voluntaria del hombre, no se peca contra la naturaleza, sino contra DIOS y el hombre mismo. La naturaleza y la creación en general es un don de DIOS para el hombre, que debe proceder siempre con respeto y agradecimiento, pero no existe el pecado contra la naturaleza, salvo que idolátricamente el sol, las piedras, los leones o los ríos sean sagrados; y esto la Biblia lo desmiente categóricamente.

 

“Escucha Israel” (Dr 6,4)

De manera repetida en estos comentarios dominicales nos detenemos en el preámbulo de la “escuha”, que precede a las grandes lecciones que DIOS nos imparte a través de sus autores inspirados. Como ocurría en la promulgación de las Diez Palabras dadas por DIOS al Pueblo en el Sinaí (Cf. Ex 20), que no soportaba la acción directa de DIOS, así también ocurre con nuestra capacidad en el estado presente: tenemos que recibir la palabra mediante la Escritura que recoge la revelación dada a los autores inspirados. El interés sincero por conocer lo que DIOS ha dicho abrirá nuestro entendimiento, que es el requisito indispensable para la transformación interior. DIOS se mueve en relación a nosotros en medio de pactos o alianzas, dialoga con nosotros a través de la Escritura; recorre nuestros caminos y suele aparecer en las encrucijadas; y reserva momentos especiales para mostrarse a través de la Creación incluida la noble creatividad de sus hijos plasmada en el trabajo común y en la armonía del verdadero arte. Cuando nos disponemos a escuchar, DIOS puede seguir hablando, y sus palabras adquieren sentido.

 

YAHVEH es el único DIOS

El monoteísmo fue una conquista permanente del Pueblo elegido, que pasó por repetidas desviaciones y momentos críticos. El culto a los dioses de los pueblos limítrofes fue una tentación continua que ocasionó corrupción y enfrentamientos. El monoteísmo resulta una asignatura pendiente a lo largo de la práctica religiosa como sucede en nuestros días con personas bautizadas, que acuden a los adivinos, espiritistas, sesiones de güija, terapias, reiki,  meditación trascendental o iniciación en alguna de las ramas del yoga. Está comprobado, que  a los hombres nos gustan los atajos, las cosas rápidas y aparentemente fáciles; pero cualquier atajo en el camino espiritual conduce al desfiladero, porque el verdadero DIOS no está en él. Nuestro DIOS se encuentra en el CAMINO, pero no está en las veredas alternativas. Tres motivos principales siguen moviendo al hombre para buscar atajos: la promesa de poderes paranormales, la satisfacción placentera con la presentación de la conquista de la felicidad y la  promesa de bienes materiales. Los ídolos prometen alguna de estas tres aspiraciones o las tres en su conjunto, pero  más tarde o temprano el ídolo destruye al hombre.

 

La Ley del AMOR

Si el AMOR trasciende todas leyes, ¿cómo se puede hablar de la Ley del AMOR? El libro del Deuteronomio al formular el “Shemá” –Escucha Israel- lo hace en modo imperativo como se promulgan las leyes: “amarás al SEÑOR, tu DIOS, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser” (Cf. Dt 6,5). El imperativo del “Shemá” se intuye como la disposición de búsqueda permanente que el fiel tiene que realizar a lo largo de toda su vida; en la certeza, por otra parte, de vivir siempre bajo la mirada amorosa de DIOS, sin la cual no podría mover un pie en la dirección del AMOR. Tanto el Deuteronomio como los sinópticos, en el Nuevo Testamento,  mantiene las facultades personales con las que se ha de realizar esa búsqueda sin tregua alguna: alma o mente, corazón, y cualquiera otra fuerza o capacidad disponible por el fiel.  DIOS quiere que todo el ser del hombre acepte la presencia de su AMOR absoluto en él. DIOS quiere que el culto tributado por el hombre traspase las barreras de las fórmulas y los ritos: DIOS quiere que la adoración sea el resultado del amor filial que se sabe en la presencia permanente del AMOR. Tal cosa, en el mejor de los casos, va emergiendo con la debida disposición de mente y corazón. Sin prisa ni atajos, el creyente puede vivir en la constancia de su Fe esta verdadera aventura, en la que va gastando su vida, que en su simplicidad no sería posible si el AMOR no lo sostiene.

 

El Shemá es tradicional

Sé que el término tradicional causa rechazo en un buen número de personas, pero salvo que se deambule por un adanismo debemos recoger la sabiduría que las sanas tradiciones nos hacen posible ser hoy lo que somos. Nadie se hace a sí mismo por muchas pretensiones fatuas que se tengan en este sentido. Todos venimos a este mundo con una herencia ciertamente compleja. La Primera Palabra recogida en el Shemá no termina con el enunciado anterior, porque el hombre no sólo da en herencia genética y biología, posesiones y fortuna si la hubiese, sino que la herencia principal a transmitir para el bien de todos es el AMOR: “guardarás esta palabra en tu corazón y hablarás de ella a tus hijos” (Cf. Dt 6,4-5). En el corazón limpio, DIOS promete resolver las incertidumbres mediante su LUZ; y en esa arca sagrada dispone sea guardado su AMOR. El hijo va a ser el que reciba ese bien preciado y valorado, que ha de inspirar la vida entera de su descendencia. El padre está destinado por DIOS para transmitir a los suyos el gran secreto del REY que mora en su corazón. Con pedagogía inspirada el padre fiel y devoto conduce a sus hijos por las sendas del AMOR, al rimo adecuado, y no descansará hasta que haya transmitido toda la herencia espiritual de la que haya sido depositario. Lo que personalizamos en la figura del padre, lo decimos también de la madre por supuesto. A pesar de todo, la herencia puede ser mal administrada como nos muestra la parábola del “Padre misericordioso y el hijo despilfarrador” (Cf. Lc 15,11ss).

 

Un nuevo tiempo

El evangelio pudiera tomarse como un calco de lo que recoge el Deuteronomio en el Shemá, pero estaba a punto de despuntar la etapa en la que  el ESPÍRITU SANTO diese sus señales.  Previamente a este texto, JESÚS había protagonizado la expulsión de los mercaderes en el Templo y se dejaba interrogar por los fariseos, escribas y sanedritas con preguntas más o menos acertadas; y ahora san Marcos relata la tercera cuestión que trata de sondear la ortodoxia teológica de JESÚS: ¿cuál es el Primer Mandamiento de la Ley? JESÚS suscribe literalmente el Shemá y añade un segundo precepto ligado al primero sobre el Amor al prójimo. El escriba que plantea la cuestión aprueba la respuesta de JESÚS. Todo parece igual, pero nada empieza a ser lo mismo. La muerte y Resurrección de JESÚS lo cambiará todo en el orden de la Gracia, aunque los del Templo no lo sepan. Ellos querrán librarse del NAZARENO y dejar a salvo su posición; pero no ocurrirá ni una cosa ni la otra: el RESUCITADO seguirá expandiendo el Reino de DIOS, y ellos desaparecerán en pocos años con la destrucción de Jerusalén y el Templo incluido. Para los judíos de nuevo la diáspora sin Templo donde realizar los cultos y los sacrificios; y para los cristianos la fuerza emergente de la nueva religión, que vivió los primeros compases de la poderosa acción del ESPÍRITU SANTO. Cuando Constantino decreta la libertad de culto en el trescientos trece, la Iglesia contaba, a pesar de las persecuciones, con una sólida organización, que la disponía en buenas condiciones para afrontar su presencia posterior en un Imperio que empezaba a declinar, necesariamente. Pero volvamos a la controversia aparentemente intrascendente entre el escriba y JESÚS, que ocurre rodeados de los discípulos y otras gentes.

 

Ortodoxia de JESÚS

Los escribas y los fariseos inquirían sobre la ortodoxia de JESÚS, pero tragaban la heterodoxia de los sumos sacerdotes saduceos, que descartaban la resurrección y la existencia de Ángeles. Para los saduceos la vida del hombre estaba destinada sólo a este mundo, y por eso le plantean la cuestión de la mujer casada sucesivamente con siete hermanos para dar descendencia al primero. Incluso aquí, JESÚS saca una enseñanza e interpretación tomada del Éxodo: “YO SOY el DIOS de Abraham, el DIOS de Isaac y el DIOS de Jacob” (Cf. Mc 12,26;Ex 3,6). Les advertirá JESÚS: “ni conocéis la Escritura ni el poder de DIOS” (Cf. Mc 12,24). Pero ni puestos en evidencia reconocieron su situación y continuaron en la tenebrosa tarea de hurdir una trama de acusaciones contra JESÚS. Sabían que JESÚS guardaba el sábado sin que las curaciones realizadas en ese día fueran en absoluto reprochables en una sana ortodoxia. También sabían que la limpieza externa de manos y utensilios nada tenía que ver con las intenciones del corazón, porque tontos no eran. Sabían que ÉL y sus discípulos guardaban con esmero las disposiciones de la Ley yendo al fondo de la misma, como refleja el Sermón de la Montaña (Cf. Mt 5,6 y 7); y el Sermón de la Llanura (Cf. Lc 6). Pero había que dejar a JESÚS en la marginalidad doctrinal para tener motivos suficientes en su contra con vista a la inminente condena.

 

“Escucha de nuevo Israel”

Los judíos varones tenían que recitar dos o tres veces al día el Shemá; por tanto la respuesta de JESÚS al escriba podía sonar así: “Escucha de nuevo Israel”, porque parece el mismo Shemá, pero quien lo recita en este momento es el HIJO eterno del PADRE, que infundirá un nuevo ESPÍRITU para que todos sientan en lo más íntimo que son hijos del ALTÍSIMO” (Cf. Rm 8,16). JESÚS podía haber añadido: “llega ya la hora, en que los verdaderos adoradores reconocerán al PADRE que los ama en su propio espíritu, porque el ESPÍRITU SANTO les confirma como auténticos adoradores e hijos de DIOS” (Cf. Jn 4,23-24). En la misma línea del Shemá, el devoto israelita podía haber encontrado la propuesta de JESÚS de un templo renovado en el ESPÍRITU SANTO. A los discípulos, JESÚS les habló de la oración como la cima del sacrificio y la superación del antiguo Templo, a partir de la “higuera seca”: “Tened Fe en DIOS. YO os aseguro que quien diga a este monte, arráncate y arrójate en el mar, y no vacile en su corazón, sino que crea que va a suceder lo que dice lo obtendrá. Por eso os digo, todo lo que pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis. Cuando os ponéis de pie para orar, perdonad” (Cf. Mc 11,23-26). Con el episodio de la “higuera seca”, JESÚS quiere despertar la conciencia de los discípulos a una vida en el ESPÍRITU SANTO, que dará comienzo en breve tiempo. Mediante el conjunto de sus signos y enseñanzas, JESÚS  también quiere despertar las conciencias de las autoridades religiosas, pero al final serán como la higuera con mucha  apariencia, pero sin fruto alguno.

 

El fundamento

El Primer Mandamiento en la escuela de JESÚS versa sobre el reconocimiento de quién es DIOS y amarlo en consecuencia. JESÚS no se aparta en absoluto de la doctrina oficial, aunque la supera en la nueva densidad que adquiere por la acción del ESPÍRITU SANTO. La formulación del Shemá en el Deuteronomio había sido profética y en estos momentos  comienza su pleno cumplimiento: “el ESPÍRITU SANTO se une a nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de DIOS” (Cf. Rm 8,16). Ahora podemos amar a DIOS con todo el corazón, con toda la mente, con todo el ser” (Cf. Mc 12,30). En definitiva, todo lo que el  hombre piensa, siente, hace o deja de hacer debe estar inspirado por el AMOR de DIOS. La formulación de este precepto puede resultar asfixiante cuando se le encarga al  hombre de Fe esta tarea, que humanamente resulta imposible; pero las cosas cambian al precisar que estamos ante un comportamiento de Alianza, en el que DIOS se encarga del noventa y nueve por ciento de la tarea, pues lo que nuestras fuerzas alcanzan es muy escaso, y lo que es posible realizar se hace con la ayuda de DIOS, pues ese es el comportamiento de DIOS en todas las alianzas con las que pacta con nosotros.

 

El prójimo

“El segundo es: amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Cf. Mc 12,31). San Juan en su primera carta añadirá: “nadie puede decir que ama a DIOS a quien no ve, si no ama a su hermano al que ve” (Cf. 1Jn 4,20). Parece algo elemental, pero a lo largo de los siglos la cosa no se contempla tan clara teniendo en cuenta los resultados. De nuevo el hombre es elevado por JESÚS a una categoría igual o superior a la  revelada en el Génesis: “imagen y semejanza de DIOS mismo” (Cf. Gen 1,27). El prójimo aparece ante nuestros ojos como un vicario de DIOS,  en quien debemos depositar nuestra consideración religiosa más alta. El hombre es templo del ESPÍRITU SANTO (Cf. 1Cor 6,19). El hombre es vicario de CRISTO: “cuanto habéis hecho con uno de estos mis humildes hermanos, CONMIGO lo hicisteis” (Cf. Mt 25,40). El mandamiento expresado por JESÚS supera la igualdad o proporcionalidad de trato a favor de un Amor incondicional: “amaos los unos a los otros como YO os he amado” (Cf. Jn 13,34). JESÚS de nuevo se convierte en intérprete máximo de la Escritura y eleva la revelación a su punto más alto como sucede en este caso. Ningún maestro de la Ley se hubiera atrevido a situar el amor al prójimo en parangón con el Amor a DIOS incluyéndolo en la misma acción. Del auténtico Amor a DIOS exigido por el Primer Mandamiento se establece siempre una derivada, que es el Amor al prójimo, de tal forma, que si esto no sucede el Amor a DIOS es ficticio. La inversa no es necesariamente verdadera: puede darse una filantropía en distintos grados, que prescinda de suyo del Amor a DIOS, aunque cualquier gesto solidario sea bienvenido.

 

El escriba examinador

“Le dijo el escriba: tienes razón MAESTRO, cuando dices que DIOS es único y no hay otro fuera de ÉL. Y amarlo con toda la inteligencia y con todas las fuerzas; y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos” (Cf. Mc 12,32-33). Este escriba traído por san Marcos adopta un tono distinto del resto de sus colegas, de los sanedritas y de la clase sacerdotal. Considerar la línea de los sacrificios espirituales era un planteamiento con tintes revolucionarios, pues podía alterar el orden corrompido del Templo sobre el que JESÚS había llamado la atención con la expulsión de los mercaderes y cambistas. Sabemos que dos personas del Sanedrín eran discípulos de JESÚS en secreto: Nicodemo y José de Arimatea. Al final JESÚS recompensa aquel gesto de sinceridad con unas palabras que trasmitían un mensaje de salvación: “no estás lejos del Reino de DIOS” (Cf. Mc 12,34).

 

Carta a los Hebreos 7,23-28

Tomando como eje central de su desarrollo el sumo sacerdocio, la carta a los Hebreos ofrece una visión poderosa de JESÚS. ÉL había declarado de SÍ mismo que es el CAMINO que conduce al PADRE (Cf. Jn 14,6). JESÚS es el único mediador entre DIOS y los hombres con una función intercesora permanente gracias a su sacerdocio. JESÚS es el SUMO y ETERNO SACERDOTE. La contemplación de esta verdad y misterio es lo que el autor sagrado de la carta a los Hebreos quiere acercar a nuestra contemplación. Nos advierte el autor sagrado: “este es el punto capital de cuanto venimos diciendo, que tenemos un SUMO SACERDOTE tal, que se sentó a la derecha del trono de la MAJESTAD en los Cielos” (Cf. Hb 8,1). JESÚS de Nazaret después de los días de su vida mortal, experimentando las limitaciones humanas, sin rechazar la prueba del dolor y el sufrimiento, se volvió ofrenda agradable a DIOS, al mismo tiempo que se ofrecía en virtud de su propio sacerdocio conferido por el PADRE que lo constituyó SUMO SACERDOTE ETERNO según el rito de Melquisedec. Al investir a JESÚS como SUMO y ETERNO SACERDOTE queda instituida para siempre la intercesión de JESÚS a favor de todos los hombres. La ofrenda del HIJO al PADRE por todos nosotros adquiere un valor de intercesión eterna. Nuestra unión y conocimiento del PADRE será siempre a través del HIJO que nos lo quiere revelar (Cf. Mt 11,25).

 

Repercusión del sacerdocio

“Cambiado el sacerdocio se cambia la Ley” (Cf. Hb 7,12). Esta afirmación de principio por parte del autor sagrado ofrece un enfoque nuevo de la magnitud que adquiere el señorío del RESUCITADO. Las cosas en el Cielo y en la tierra empiezan a ser nuevas desde el momento en el que JESÚS como víctima y ofrenda definitiva es aceptado, al tiempo que actúa de modo sacerdotal en la ofrenda de SÍ mismo. En medio de la debilidad de los hombres y la vulnerabilidad del mundo, las cosas siguen un impulso de novedad cuya verdad se revela por la acción del ESPÍRITU SANTO en la Iglesia. Los nuevos tiempos están señalados por la Divina Misericordia, sin la más mínima ausencia de la justicia inherente a la santidad de DIOS. La Nueva Ley del NUEVO SACERDOTE se inaugura con la proclamación del “Año  de Gracia” para todos los hombres de todos los tiempos (Cf. Lc 4,19) Sólo una amnistía divina puede  hacer nuevas todas las cosas.

 

Una Ley imperfecta

El autor sagrado realiza en el siguiente versículo una afirmación que hace temblar los cimientos  de la Antigua Alianza: “La Ley no llevó nada a la perfección, pues no era más que introducción de una Esperanza mejor, por la cual nos acercamos a DIOS” (Cf. Hb 7,19). El Judaísmo hasta JESÚS había sistematizado la Ley en seiscientos trece preceptos, que el judío ortodoxo tenía  que conocer sin fallo ni error alguno, pues los que desconocen la Ley son unos malditos (Cf. Jn 7,49), según el diagnóstico de los expertos de la Ley en aquel tiempo. Nada podía llegar a la perfección, porque sólo la acción directa de DIOS perfecciona: la Gracia que viene por JESUCRISTO (Cf. Jn 1,17).

 

El VIVIENTE (Ap 1,17-18)

Los sacerdotes de la Antigua Alianza realizan su función con extremas limitaciones: caducos, imperfectos, pecadores y necesitados de realizar sacrificios y ofrendas por ellos mismos. Los  que acuden a ellos no obtienen una eficacia espiritual permanente. A estas circunstancias, el autor de la carta a los Hebreos contrapone: “JESÚS posee un sacerdocio permanente y puede salvar perfectamente a los que por ÉL  llegan a DIOS, ya que está siempre vivo para interceder en su favor” (Cf. Hb 7,25). ÉL es el VIVIENTE, no es mortal, porque ha vencido a la muerte y está en condiciones de conceder la Vida a todos los que aceptan su intercesión. Cuando se baja el telón de nuestra historia particular, el VIVIENTE nos ofrece la vida que ha conseguido para nosotros con su sangre, para todos los seguidores de toda raza, lengua, pueblo y nación (Cf. Ap 5,9).

 

La Palabra del juramento

“La Ley instituye sacerdotes a hombres frágiles, pero la Palabra del Juramento posterior a la Ley hace al HIJO perfecto para siempre” (Cf. Hb 7,28). Esa Palabra posterior a la  promulgación de la Ley dice así: “TÚ eres SACERDOTE ETERNO según el rito de Melquisedec” (Cf. Hb 5,6). El PADRE reconoce al HIJO como ETERNO SACERDOTE y por ÉL todos los hijos de adopción (Cf. Ef 1,5) llegamos a obtener por Gracia la salvación. Es grandiosa la articulación espiritual del autor sagrado de la carta a los Hebreos, que nos abre campos de visión para la Fe, y podamos decir también con él: “Fe es certeza de lo que no se ve y seguridad de lo que se espera” (Cf. Hb 11,1).

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