Hoy se cumplen nueve años del 13 de marzo de 2013, el día en el que Jorge Mario Bergoglio fue elegido como el primer Pontífice americano de la historia de la Iglesia. También fue el primer jesuita de la historia en llegar al trono de Pedro. Los cardenales eligieron al cardenal Bergoglio como 265º sucesor de San Pedro.
En aquel momento, entraron los cardenales en la Capilla Sixtina, y en tan sólo dos días, la fumata blanca señalaba al mundo que la Sede Vacante había acabado, había Papa. La expectación era máxima, ¿Quién sería el elegido para llevar el timón de la Iglesia bajo las tempestades que parecían cercarla? La respuesta la dio el cardenal protodiácono, el francés Jean Louis Tauran, quién salió al balcón de la basílica de San Pedro en la noche romana del 13 de marzo. Entonó el famoso «Habemus Papam» para luego anunciar el nombre de Jorge Mario Bergoglio como nuevo Papa, con el nombre de Francisco.
Las primeras palabras que pronunció Francisco:
¡Hermanos y hermanas, buenas noches!
Ustedes saben que el deber del Cónclave es dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo… pero estamos aquí… Les agradezco la acogida.
La comunidad diocesana de Roma tiene a su Obispo. ¡Gracias! Y primero que nada, quisiera hacer una oración por nuestro Obispo Emérito, Benedicto XVI. Recemos todos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo custodie.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria con los fieles en San Pedro
Y ahora, comenzamos nuestro camino: Obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de hermandad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro. Rezamos por todo el mundo, para que haya una gran hermandad.
Auguro que este camino de Iglesia, que hoy comenzamos y en el que me ayudará mi Cardenal Vicario, aquí presente, sea fructífero para la evangelización de esta ciudad tan bella.
Y ahora quisiera darles la bendición, pero primero, os pido un favor: antes de que el Obispo bendiga al pueblo, les pido que recen al Señor para que me bendiga. La oración del pueblo que pide la bendición para su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de ustedes por mí.
Un año marcado por acontecimientos de gran calado
Durante este año de Pontificado, del 13 de marzo del 2021 al 13 de marzo de este año, el Papa Francisco ha tenido que seguir lidiando con la crisis del Coronavirus. Durante este periodo, el Vaticano se ha convertido en uno de los Estados con medidas más estrictas en lo que se refiere al uso de la mascarilla, vacunación y pasaporte covid.
Además, en el mes de julio llego el Motu Proprio «Traditiones Custodes», dejando sin efecto el Summorum Pontificum de Benedicto XVI. De este modo, la Misa de rito Tradicional quedaba restringida. «Me entristece un uso instrumental del Missale Romanum de 1962, cada vez más caracterizado por un creciente rechazo no solo a la reforma litúrgica, sino al Concilio Vaticano II, con la afirmación infundada e insostenible de que ha traicionado la Tradición», dijo Francisco.
Francisco señaló que «las indicaciones sobre cómo proceder en las diócesis están dictadas principalmente por dos principios: por un lado, prever el bien de aquellos que están arraigados en la forma de celebración anterior y necesitan tiempo para volver al rito romano promulgado por los santos Pablo VI. y Juan Pablo II; por otro lado, interrumpir la erección de nuevas parroquias personales, vinculadas más al deseo y la voluntad de los sacerdotes individuales que a la necesidad real del «santo pueblo fiel de Dios».
Además de Traditiones Custodes, que desencadenó todo tipo de reacciones en el seno de la Iglesia, el Santo Padre tendrá que lidiar en este comienzo de su décimo año de pontificado con el reciente estallido de la guerra en Ucrania. Un año, que si nada lo remedia, se antoja complicado en cuanto a la diplomacia vaticana se refiere.
Biografía de Francisco
Jorge Mario Bergoglio nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, hijo de emigrantes piamonteses: su padre, Mario, era contador, empleado en ferrocarril, mientras que su madre, Regina Sivori, se ocupaba de la casa y de la educación de los cinco hijos.
Se diplomó como técnico químico, y eligió luego el camino del sacerdocio entrando en el seminario diocesano de Villa Devoto. El 11 de marzo de 1958 pasó al noviciado de la Compañía de Jesús. Completó los estudios de humanidades en Chile y en 1963, al regresar a Argentina, se licenció en filosofía en el Colegio San José, de San Miguel. Entre 1964 y 1965 fue profesor de literatura y psicología en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe y en 1966 enseñó las mismas materias en el Colegio del Salvador en Buenos Aires. De 1967 a 1970 estudió teología en el Colegio San José, y obtuvo la licenciatura.
El 13 de diciembre de 1969 recibió la ordenación sacerdotal de manos del arzobispo Ramón José Castellano. Prosiguió la preparación en la Compañía de 1970 a 1971 en Alcalá de Henares (España), y el 22 de abril de 1973 emitió la profesión perpetua. De nuevo en Argentina, fue maestro de novicios en Villa Barilari en San Miguel, profesor en la facultad de teología, consultor de la provincia de la Compañía de Jesús y también rector del Colegio.
El 31 de julio de 1973 fue elegido provincial de los jesuitas de Argentina, tarea que desempeñó durante seis años. Después reanudó el trabajo en el campo universitario y entre 1980 y 1986 es de nuevo rector del colegio de San José, además de párroco en San Miguel. En marzo de 1986 se traslada a Alemania para ultimar la tesis doctoral; posteriormente los superiores le envían al colegio del Salvador en Buenos Aires y después a la iglesia de la Compañía de la ciudad de Córdoba, como director espiritual y confesor.
Es el cardenal Antonio Quarracino quien le llama como su estrecho colaborador en Buenos Aires. Así, el 20 de mayo de 1992 Juan Pablo II le nombra obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires. El 27 de junio recibió en la catedral la ordenación episcopal de manos del purpurado. Como lema elige Miserando atque eligendo y en el escudo incluye el cristograma ihs, símbolo de la Compañía de Jesús.
El 3 de junio de 1997 fue promovido como arzobispo coadjutor de Buenos Aires. A la muerte del cardenal Quarracino, le sucede, el 28 de febrero de 1998, como arzobispo, primado de Argentina. El 6 de noviembre sucesivo fue nombrado Ordinario para los fieles de rito oriental residentes en el país y desprovistos de Ordinario del propio rito.
Tres años después, en el Consistorio del 21 de febrero de 2001, Juan Pablo II le crea cardenal, asignándole el título de san Roberto Bellarmino. En esa ocasión, invita a los fieles a no acudir a Roma para celebrar la púrpura y a destinar a los pobres el importe del viaje.
En octubre de 2001 fue nombrado relator general adjunto para la décima asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos, dedicada al ministerio episcopal, encargo recibido en el último momento en sustitución del cardenal Edward Michael Egan, arzobispo de Nueva York, de presencia necesaria en su país a causa de los ataques terroristas del 11 de septiembre. En el Sínodo subrayó en particular la «misión profética del obispo», su «ser profeta de justicia», su deber de «predicar incesantemente» la doctrina social de la Iglesia, pero también de «expresar un juicio auténtico en materia de fe y de moral».
En 2005 fue elegido presidente de la Conferencia episcopal argentina, cargo que ocupa hasta 2011. En abril de 2005 participó en el cónclave en el que es elegido Benedicto XVI.
El 13 de marzo de 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI al ministerio petrino, Jorge Bergoglio fue elegido Papa durante el segundo día de cónclave.