Se cumplen 30 años del renacimiento de la Iglesia católica en Rusia, tras la amargura del «socialismo real».

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Celebraciones solemnes de acción de gracias en todas las parroquias, que ya son más de 300 en todo el país. La reconstitución de las estructuras de la Iglesia católica en Rusia comenzó con la entronización del arzobispo Tadeusz Kondrusiewicz en la iglesia de San Luis de los Franceses de Moscú, el 13 de abril de 1991. Monseñor Pezzi: El recuerdo de «todos los sacrificios que tantos creyentes han ofrecido a Dios por la unidad de nuestra Iglesia». Se reformó la comisión para la postulación de los mártires católicos rusos del siglo XX.

El 13 de abril de 1991, con la consagración del arzobispo Tadeusz Kondrusiewicz (foto 2, izquierda) en la iglesia de San Luis de los Franceses de Moscú, se inauguró oficialmente la reconstitución de las estructuras de la Iglesia católica en Rusia. Unas semanas después, el obispo Joseph Werth (foto 3), todavía en funciones, hacía su entrada en Novosibirsk para dirigir la nueva administración apostólica de la parte asiática de Rusia. En vísperas del jubileo de 2000, las dos maxi diócesis se dividieron con las sedes de Saratov, en el Volga, e Irkutsk, en el lago Bajkal, y las cuatro estructuras fueron elevadas al rango de diócesis en 2002.

Con motivo del aniversario, los católicos celebraron solemnemente la acción de gracias en todas las parroquias, que ya son más de 300 en todo el país, sin contar las numerosas capillas y «puntos pastorales», lugares donde viven pequeños grupos de católicos dispersos por el inmenso territorio euroasiático de la Federación Rusa.

«Treinta años de comunión y unidad -subrayó el arzobispo Paolo Pezzi en Moscú- creyendo en la palabra de Jesucristo, empezamos a ver lo que los hombres sin fe no ven… vemos el milagro de nuestra unidad, el precioso don que recibimos hace 30 años, agradecidos a Dios por nuestra presencia hoy aquí en la comunidad de la Iglesia».

Monseñor Pezzi (foto 2, derecha) recordó «todos los sacrificios que tantos creyentes han ofrecido a Dios por la unidad de nuestra Iglesia». En sus palabras resuena el recuerdo de numerosos mártires por la fe que unieron a los católicos con los ortodoxos y protestantes rusos durante las trágicas persecuciones soviéticas. Precisamente con motivo del trigésimo aniversario se reformó la comisión para la postulación de los mártires católicos rusos del siglo XX, que ahora sigue oficialmente la «causa de beatificación o proclamación del martirio del siervo de Dios Antonij Maletskij, obispo titular de Dionisiana, administrador apostólico de Leningrado y de 9 compañeros, muertos por odio a la fe». Con el obispo Maletskij hay algunos sacerdotes, una religiosa y una laica.

Además de los mártires, estos días recordamos las historias y las dificultades a las que se enfrentaron los católicos locales en estos 30 años, durante los cuales fueron saliendo de la semiclandestinidad en la que escondían sus raíces católicas en los años soviéticos.

Los católicos de Rusia son, en gran medida, herederos de antepasados polacos, lituanos y alemanes, que a menudo “rusificaron” sus nombres y apellidos para no hacerse notar demasiado. Junto a ellos hay muchos fieles procedentes de África o de América Latina, y también del Cáucaso y de Asia, de los numerosos países que tenían relaciones privilegiadas con la Unión Soviética. Llegaron por trabajo o por estudios, y también se vieron obligados a dejar de lado sus propias tradiciones y convicciones religiosas.

Hoy en día, la Iglesia católica en Rusia vive en paz con la sociedad, las estructuras del Estado y las demás confesiones religiosas, empezando por la Iglesia ortodoxa, dominante. La mayoría de los sacerdotes que sirven en las parroquias son extranjeros, pero en los últimos años ha crecido un grupo muy importante de sacerdotes y religiosos locales. Uno de ellos, el franciscano Nikolaj Dubinin, se convirtió en obispo auxiliar de Moscú y San Petersburgo el año pasado. Es el primer obispo de nacionalidad rusa en la historia del país.

Hace treinta años, para acompañar la entrada de monseñor Kondrusiewicz, sólo había un pequeño grupo de misioneros de varios países, entre los que me encontraba yo (foto 4, izquierda). En aquel entonces yo era capellán de la embajada italiana en Moscú. Los sacerdotes polacos quisieron mostrar el orgullo de su tradición nacional, llevando al obispo triunfante a la iglesia en el coche de la embajada, con las banderas de la Polonia católica desplegadas. Pero Kondrusiewicz me rogó que le llevara en mi pequeño utilitario ruso Žiguli sin banderas y con un lateral abollado: así también se aprendía a vivir la unidad católica en Rusia: dando testimonio de una comunión universal por encima de los orígenes. La Iglesia católica, pequeña y frágil en la enorme Rusia, está al servicio de todos «con valentía y con una fuerte y maravillosa esperanza en el futuro», como reza el decreto de constitución del 13 de abril de 1991, firmado por el santo Papa Juan Pablo II.

 

Por Stefano Caprio.

ASIANEWS.

15 de abril de 2021.

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