* La nueva disposición del Papa Francisco declara a la Santa Sede propietaria única de los bienes adquiridos o utilizados por las instituciones y entidades del Vaticano. Una medida que va mucho más allá de las reformas económicas iniciadas, con miras a una centralización papal cada vez mayor.
En la encíclica Laudato Si’ , Francisco había hablado del «derecho prioritario y precedente de la subordinación de toda propiedad privada al destino universal de los bienes de la tierra». Un principio puesto en práctica en lo que concierne al patrimonio de la Sede Apostólica con el reciente motu proprio de la ley Nativa .
En la nueva disposición pontificia, se entiende por derecho patrio el de la Santa Sede sobre los bienes adquiridos o utilizados por entidades vinculadas a ella. Y la Santa Sede es él, el Papa. En efecto, el texto especifica que las entidades vinculadas a ella no adquieren ni utilizan bienes muebles o inmuebles «para sí mismos, como el propietario particular, sino, en nombre y autoridad de los romanos». Pontífice, para el cumplimiento de sus fines institucionales, que son igualmente públicos, y por tanto para el bien común y al servicio de la Iglesia Universal». “El destino universal de los bienes de la Santa Sede – dice el motu proprio – les da un carácter público eclesiástico”. Conceptos que remiten, por tanto, a lo que también se expresa en Laudato Si’ .
Ni el derecho nativo se hace referencia al «largo camino de las reformas económicas y administrativas», como para presentar una continuidad de este último acto con decisiones anteriores en la materia como la de centralizar la gestión de recursos e inversiones en manos de APSA. Aquel mecanismo de racionalización de las finanzas tan anhelado por el cardenal George Pell en el momento de su impugnado cargo de prefecto de la Secretaría de Economía y que años después, sin él, parecía a punto de materializarse, no sin dificultad como la necesidad de un mecanismo ad hoc pasaje para la transferencia de fondos de la Secretaría de Estado a la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica. El propio Francisco había reconocido la paternidad de Pell sobre las reformas económicas de los últimos años, admitiendo que fue el cardenal australiano quien «trazó el esquema de cómo podíamos seguir adelante».
Pero la centralización que evoca el nuevo motu proprio va mucho más allá porque se refiere directamente a la titularidad exclusiva de la Santa Sede, o de quien la presida, ya que nos preocupa reiterar que las instituciones curiales y los órganos conexos adquieren bienes «en nombre y en la autoridad del Romano Pontífice».
El contenido del motu proprio evoca una sugerente comparación con el abogado Francesco Patruno , doctor investigador en ciencias canónicas y eclesiásticas, según el cual se arrepiente de una «gestión centralizada similar a la del feudalismo» donde se reitera que las instituciones «son gestoras y no propietarios, con todas las cuestiones críticas que ello conlleva». Según Patruno, la pertinencia de la disposición no radica tanto en el contenido mismo como en cuál será su aplicación. En todo caso, el estudioso compara este motu proprio con la Constitución Apostólica In Ecclesiarum Communion sobre la reorganización del Vicariato de Roma y con la rescriptum ex audientiasobre la llamada Misa en latín, arrepintiéndose de la misma tendencia centralizadora que caracterizaría el gobierno de la Iglesia ejercido por Francisco.
Veremos cómo se traduce en la práctica la disposición deseada por el Santo Padre , pero a un nivel ideal podemos rastrear las convicciones que el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio ya expresaba en 2008 «sobre la función social de la propiedad o sobre el destino universal de la los bienes como derecho primario, anterior a la propiedad privada, hasta el punto de que ésta queda subordinada a aquélla» esperando que esta «mentalidad» pueda «convertirse en carne y pensamiento en nuestras instituciones, debe dejar de ser letra muerta para tomar forma». en realidad».
Por NICO SPUNTONI.
CIUDAD DEL VATICANO.
SÁBADO 25 DE FEBRERO DE 2023.
LANUOVABQ.
