«Santificación del tiempo en Jesús, nuestra esperanza». Mensaje del obispo de Puerto Escondido, Florencio Armando Colín Cruz, por el año nuevo 2023

Guillermo Gazanini Espinoza
Guillermo Gazanini Espinoza

SANTIFICACIÓN DEL TIEMPO EN JESÚS NUESTRA ESPERANZA

Nuevo Año 2023

“Cristo ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega, suyo es el tiempo y la eternidad a Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos”, estas palabras inspiradas en el libro del Apocalipsis 1,8 aparecen en la plegaria que se hace en el rito de la preparación y bendición del cirio pascual en el momento de marcar con un punzón el año que se indica para la celebración de la noche santa de la resurrección del Señor, se trata apenas de un párrafo pequeño en donde se resume la gran perenne verdad de que solo Dios es el Señor del tiempo y por tanto también, de la historia; esta verdad nos indica que el tiempo pasa, el universo envejece, pero Cristo como dice la escritura: “es el mismo ayer, hoy y siempre”(Hebr. 13,8).

Nos dice también el libro del Eclesiastés 3, 1-15. Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol:

  • Un tiempo para nacer y un tiempo para morir, un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado.
  • Un tiempo para morir y un tiempo para curar, un tiempo para demoler y un tiempo para edificar.
  • Un tiempo para arrojar piedras y un tiempo para recogerlas, un tiempo para abrazarse y un tiempo para separase, un tiempo para buscar y un tiempo para perder, un tiempo para callar y un tiempo para hablar.
  • Un tiempo para amar y un tiempo para odiar, un tiempo de guerra y un tiempo de paz.

Por tanto, contemplamos que Dios hizo todas las cosas apropiadas a su tiempo, pero también puso en el corazón del hombre el sentido del tiempo pasado y futuro en su infinita eternidad sin que el hombre pueda descubrir sus designios.

Por ello hermanos(as) es muy importante ahora que vamos a iniciar un nuevo año, que sin duda se nos presenta como un año lleno de expectativas que podríamos leer los signos de los tiempos a la luz de la Palabra de Dios y precisamente, en este contexto, cito al recordado y benemérito Profr. Prosper Grech creado cardenal por el papa Benedicto XVI y quién fue mi director de tesis defendida en la Universidad Gregoriana. L’Osservatore Romano publicó un artículo suyo que recuerda la necesidad de leer los signos de los tiempos diciendo: “la Iglesia es lumen gentium (la luz de las gentes) y tiene la misión profética a la que no puede renunciar, más nos preguntamos: ¿cuál es esta  misión profética? “en el Antiguo Testamento los profetas tenían la misión de interpretar los signos de los tiempos, exhortaban en nombre de Dios, tanto en Israel como Judá, a la fidelidad a la alianza y a desarrollar el sentido moral del pueblo y buscaban también predecir los acontecimientos salvíficos porque consideraban al Dios de Israel como Señor de la historia.

En el Nuevo Testamento, el Señor de la historia es  Cristo resucitado. Él camina sobre las olas del caos de los acontecimientos humanos y salva de las tempestades la barca de Pedro. Pero también Él nos dice e indica que en la red de la Iglesia, se encuentran peces buenos y peces malos (Mt. 13, 24-43) Él nos abre los ojos, nos invita a ser misericordiosos y a no escandalizarnos cuando vemos carencias, guerras, atentados, revoluciones, terremotos y terribles tragedias (Mc. 13, 24-43). La historia es un itinerario que debe continuar hasta el final cronológico que el hombre debe recorrer.

El camino de la historia siempre requiere de una renovación y el camino de la renovación de la historia siempre se dirige no solo a las Naciones sino también a la estructuras económicas, políticas y sociales, que sujetan el mundo con las diversas ataduras idolátricas.

Entonces nos preguntamos ¿cuáles son hoy los signos de los tiempos? Basta ver algunos noticieros, hojear cualquier periódico para ver inmediatamente a nuestros ojos: los atentados contra la vida y dignidad de la persona, el hambre que padece muchos pueblos, la migración de personas que piensan  mejor arriesgar su vida para buscar una situación mejor, las guerras que están lapidando los pueblos por la lucha desmedida del poder, las crisis económicas, los ataques a la familia, las injusticias y desórdenes sociales, el problema de la droga, el aborto, mafias de todo género. No olvidemos que detrás de estas noticias desalentadoras esta la esperanza cristiana que es sostenida por muchos testimonios ejemplares. Por muchos justos que mantienen la historia en pie, que dan como resultado el caminar de la historia de la salvación encarnada.

Por tanto hermanos en el presbiterio, al terminar esta año que está concluyendo demos gracias a Dios por las experiencias alegres o dolorosas que nos ha permitido  vivir y al iniciar este año 2023 que ya esta en el umbral de nuestra existencia, que nos dispone a vivir los retos que Dios nos depara para mediante la esperanza  avanzar a la plenitud de la vida.

Encomendemos a Dios de la historia y del tiempo, que nos dice: “No os preocupéis del mañana, porque el mañana traerá sus propias preocupaciones (Mt 6,34) Vivamos el adviento de la esperanza en  el tiempo que nos toca a nosotros consagrar con: nuestra vivencia, caridad, servicio, fidelidad y entrega plena. Pidiendo la intercesión de Nuestra Madre Santísima de la Soledad, que podamos lograr los proyectos y aspiraciones que nos hemos propuesto.

Con todo mi aprecio les deseo un bendecido y venturoso año nuevo 2023. Les imparto mi bendición: ¡Señor Dios lleno de misericordia y de bondad tuyo es el tiempo y la eternidad por los siglos de los siglos!, amén.

Obispo Florencio Armando Colín Cruz. Diócesis de Puerto Escondido.

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