Queridos hermanos y hermanas:
Santo es aquel hombre, aquella mujer que, respondiendo con alegría y generosidad a la llamada de Cristo, lo deja todo para seguirlo: para aprender de Él como discipulo suyo, para ir en su nombre como misionero. Los santos recorrieron este itinerario evangélico, que es exigente pero colma el corazón, y recibieron «cien veces más» ya en la vida terrena, juntamente con pruebas y persecuciones, y después la vida eterna. Fue éste, también, el camino que su vida recorrió San Rafael Guízar Valencia.
San Rafael Guizar discípulo de Cristo
Al acercarse a la vida de San Rafael Guízar Valencia se confirma la importancia del papel de los padres en la educación y formación de los hijos. El imitó de sus padres el amor a Dios, a la Santísima Virgen y a los pobres. Desde el regazo de su piadosa madre, el niño Rafael aprendió ese amor entrañable que profesó a María Santísima durante toda su vida, y su padre le inculcó el espíritu de trabajo y de caridad cristiana.
En su casa se cantaba y se tocaban varios instrumentos musicales y, más tarde, él utilizó el acordeón para atraer a las personas a Dios.
En el Seminario obtuvo un rico tesoro de virtud y de ciencia. Como sacerdote y obispo pasaba largas horas delante de Jesús Eucaristía, a fin de alimentar su amor pastoral y configurar su corazón al corazón de Jesucristo el Buen Pastor. Su oración se basaba en un gran amor por la Palabra de Dios, porque sabía que no se podía ser un fiel transmisor de ella si primero no se vive en la propia vocación. Su amor a Cristo se manifestaba en su devoción al Sagrado Corazón de Jesús, la cual consistía en el conocimiento, amor e imitación de Jesucristo, contemplando su Corazón traspasado sobre la cruz. Una peculiaridad en su vida espiritual fue su sincera y filial devoción a la Virgen María, quien le ayudó a revivir cada día su propia entrega a Dios, tal como ella lo hizo.
San Rafael Guízar fue un verdadero discípulo de Cristo porque era un hombre de Dios.
Incansable Obispo misionero
Con entereza y gran caridad pastoral San Rafael Guízar apacentó a la grey veracruzana, con verdadero espíritu apostólico y una entrega misionera ejemplar.
Ejerció su ministerio como Obispo en un período muy difícil de la historia de México, durante el cual la Iglesia fue perseguida y sometida a duras pruebas a través de aquellas leyes injustas que buscaban limitar el derecho a la libre profesión pública de la fe.
El espíritu misionero de san Rafael Guízar caracterizó, sin duda alguna, toda su espiritualidad sacerdotal y las enseñanzas que él transmitió a los seminaristas y sacerdotes. De los dieciocho años de su episcopado, pudo permanecer en su diócesis sólo ocho que, pese a todo, fueron suficientes para que desarrollara una intensa actividad misionera. Fue siempre un misionero a quien las almas le importaban más que su salud y propia vida. Su agenda cotidiana estuvo centrada en Dios y para el Pueblo de Dios, no en necesidades y gustos egocéntricos. Fue pastor de su pueblo, hombre de Dios, solícito de sus sacerdotes y seminaristas, amante de los pobres, entregado a todos sin reserva.
San Rafael Guízar, con María, Discípulo y Misionero de Jesucristo
‘Una de las más grandes inquietudes de san Rafael Guízar, fue difundir en todas partes un gran amor, devoción y confianza en la Madre de Dios y madre nuestra. Los cantos que a Ella compuso y enseñó a los fieles son una pequeña muestra de ello. En sus misiones, del mismo modo que predicaba ante Jesús Sacramentado, lo hacía bajo el amparo y la protección de la Santísima Virgen. Rehusaba a comenzar sus predicaciones, hasta que no estuviera la imagen de la Virgen en lugar patente y perfectamente visible. Sin duda que el Santo Obispo de Veracruz en su vida fue, con Maria, discipulo y misionero de Jesucristo.
El corazón que latió en su pecho sique viajando por todo México con impetu misionero. Que su ejemplo de discípulo y misionero de Cristo anime a quienes en los tiempos actuales tenemos el gran reto de acoger y difundir la fe, como discípulos misioneros, hasta los últimos rincones de la tierra.
El novenario y celebración de nuestro santo obispo, que a partir de este año realizaremos sin restricciones de asistencia, nos renueve en la alegría de nuestra vocación.
«Con María, todos discípulos y misioneros de Jesucristo»
+Mons. Jorge. Carlos Patrón Wong
Arzobispo de Xalapa