En la vida, independientemente de las circunstancias de cada persona, tendemos a buscar siempre lo mejor. A veces, elegir ‘lo mejor’ implica sacrificio, trabajo y esfuerzo, y en la vida cristiana, esto no es una excepción.
Como hijos de Dios, sabemos que elegir lo mejor significa elegir a Cristo Jesús por encima de todo y de todos.
Elegir que el Señorío de Jesús habite en nuestra vida sin duda conlleva persecución, burlas, señalamientos, calumnias, sacrificios y esfuerzos.
Cuando optamos por lo mejor, es decir, cuando elegimos a Cristo, debemos corresponderle dándole lo mejor de nosotros, lo cual implica estar con Él, acompañarlo en nuestra oración y en nuestro encuentro diario. Posteriormente, debemos hacer lo mismo con nuestros hermanos; en resumen, debemos ser como Él.
Pensemos, si un día nos preguntaran: ‘¿Qué prefieres, un aumento de salario con más horas de trabajo o el mismo sueldo con un horario más razonable?’ ¿Qué elegirías? Yo optaría por ‘lo mejor’ para mí y mi familia, es decir, el mismo sueldo con un horario más razonable. Aunque esto implica sacrificios, me permitiría dedicar tiempo a Dios, asistir a Misa, visitarlo en el Santísimo, rezar el Santo Rosario y, por supuesto, pasar tiempo con mi esposo y, si Dios lo permite, con mis hijos en el futuro.
Para mí, eso es ‘lo mejor’, y aunque implica sacrificar comodidades, estatus social y económico, viajes y gastos en moda, así como reducir salidas o lujos, implica muchas otras cosas, pero realmente, para mí, eso es lo mejor. Si amamos sinceramente a Dios y, en consecuencia, a nuestra familia, esto no será una carga.
Lo mismo ocurre con Dios, ya que si estamos dispuestos a elegir lo mejor, como cristianos debemos entender que lo mejor es elegirlo a Él, como lo hizo María de Betania. Aunque muchas cosas puedan inquietarnos y preocuparnos, solo una es necesaria y nadie nos la quitará.
Elegir a Cristo implica amarlo, acompañarlo, buscarlo, imitarlo, predicarlo y anunciarlo en todo momento, teniendo la certeza de que hemos elegido lo mejor, y todo lo demás nos será dado por añadidura.
Siempre elijamos lo mejor, elijamos a Cristo y sigámoslo en momentos de alegría y en momentos de dificultad, porque solo Él basta.