Oración a San Antonio para sanar el matrimonio
Glorioso San Antonio, tú has ejercido el poder divino para encontrar lo perdido. Ayúdame a redescubrir la gracia de Dios recibida en el sacramento del matrimonio.
Que mi cónyuge y yo recuperemos la fuerza, el coraje, la esperanza y la fe. Alguna vez tuvimos todo esto, pero las malas decisiones que tomamos en la vida nos han debilitado.
Ayúdanos a recuperar el amor servicial en el que nos entregamos por completo para hacer feliz al otro. Que esta caridad vuelva a arder como una llama inextinguible, para que resurja la alegría en los corazones de ambos.
Que podamos encontrar momentos para darnos el uno al otro en la intimidad de nuestra relación, y que podamos dejarle saber a la otra persona cuánto apreciamos su presencia y el tiempo que pasamos juntos.
Querido San Antonio, ayúdanos a recuperar el deseo de amarnos sin medida. Que encontremos perdón por las situaciones dolorosas que hemos vivido. Que sanemos todas las heridas que nos hemos causado en momentos de inmadurez e indiferencia.
Ven y fortalece nuestro espíritu, para que podamos amar a Dios más que a todo, dedicarle nuestro tiempo y encontrar el camino para reconciliarnos con Él.
Querido San Antonio, bendice y protege a nuestra familia; mantenla unida en el amor, ese amor que nos sostiene en las necesidades de cada día, y mantenla libre del mal.
Bendice a mi cónyuge ( di su nombre ) y a mí. Ayúdanos a vivir con dignidad el fruto de nuestro trabajo, para que tengamos la oportunidad de criar y educar a los hijos que el Señor nos ha dado y a los que nos dará, si así lo desea.
Bendice a nuestros hijos para que se mantengan sanos y con un corazón bondadoso. Ayúdalos a no perder nunca el rumbo; pero si esto sucede, ayúdalos a encontrar el camino de regreso a Dios. Ayúdalos también a concentrarse en sus deberes estatales y a prepararse para el futuro. No permitas que pierdan la fe y la pureza cuando el mal intente comprometer su crecimiento espiritual y personal.
Ayúdanos a comprender a nuestros hijos y a guiarlos –con nuestras palabras y nuestro ejemplo– para que puedan aspirar siempre a los ideales más nobles y sean capaces de realizar su vocación humana y cristiana.
Amén.

CORRADO GNERRE.