Es preciso, con absolutamente todo, que nosotros los ciudadanos tomemos como
obligación la restauración del orden temporal, mediante acciones concretas para
cooperar unos con otros con respecto de dicho orden.
En la actualidad, no solo reclaman atención los hombres que carecen de comida,
bebida, de vestido, de hogar, de medicinas, de trabajo o de instrucción para llevar
una vida digna; es menester atender los casos de violencia que se siguen
presentando en nuestro país pues el uso de la fuerza continúa haciendo escollos
para conseguir un fin: dominar un sector, imponer sus condiciones o “marcar
territorio”, como es el caso de los animales.
Creo que el uso intencional de la fuerza física amedrenta con amenazas contra la
población. En Guanajuato se dio una serie de atentados con artefactos
incendiarios explosivos tipo bombas molotov; éstos han causado incendios en
establecimientos, principalmente en tiendas OXXO, en algunas gasolineras y en
vehículos del trasporte público, durante la noche del martes en Celaya,
Guanajuato; Irapuato, Silao, Salamanca, León y Guanajuato capital.
Se debe hacer conciencia sobre los efectos devastadores de la violencia atroz y
de los intereses de poder que van tomando proporciones alarmantes, porque ello
manifiesta un problema dramático mismo que urge atender.
En mi opinión, desafortunadamente, en muchos casos esto llega hasta el punto en
que los mismos poderes políticos y económicos de nuestra nación, más allá de las
relaciones recíprocas, están sometidos a centros más poderosos que operan a
escala internacional.
La situación se agrava debido al hecho de que se encuentren estructurados en
forma encubierta y presentes por doquier; se sustraen fácilmente al control del
gobierno. ¡Es urgente liberar a nuestro pueblo del ídolo del poder para lograr una
convivencia social en justicia y libertad!
Necesitamos un orden respetuoso de la dignidad del hombre, libre de violencia,
que asegure la concordia y, si no es mucho pedir, es necesaria la paz al interior de
los partidos políticos, de la misma comunidad civil y en las relaciones con las
comunidades o grupos de interés. Siempre es más en lo que coincidimos que en
lo que discrepamos.
¿Quién no desea o exige la armonía, la concordia y la paz? Entre los anhelos y
exigencias de nuestro pueblo sobresalen la igualdad de todos los ciudadanos con
sus derechos y deberes, el ejercicio de su libertad con sus costumbres y creencias, la legítima autodeterminación de su historia, y la urgencia de restablecer la justicia.
Establecer un orden en el cual se observen intrínsecamente las propias leyes por
los ciudadanos es obligación de todos. ¡Un nuevo pueblo! Se debe reivindicar el
derecho de los ciudadanos mexicanos que poseen por nacimiento la patria; amarla
con todas las fibras del corazón es respetar los derechos y exigir las
responsabilidades de quienes vivimos en la misma tierra.
No obstante, lo cierto es que vamos de paso.
Mientras no se llegue al destino, debemos construir juntos una nueva sociedad que, sin decirlo, todos pensamos, creemos y sentimos que es lo mejor, sin embargo, tan solo pensarlo no representaun compromiso real por construirla.
Para concluir, el hombre ansía la paz desde lo más profundo de su ser, pero a
veces ignora la naturaleza del bien que tan ansiosamente anhela, porque los
caminos que sigue para alcanzarlo no son los idóneos.
Por RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS