Saberes y sabores: la Conversión del hombre

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Los niños exitosos se caracterizan por tener un buen comportamiento; a pesar de su corta edad, toman sus propias decisiones, les va bien en la escuela, son obedientes y comparten con los demás. Para tener un hijo con estas características es necesario cultivar esa semilla en la familia.

Cierta ocasión, uno de estos niños fue invitado a participar en la escolta de la escuela; el detalle salió a relucir cuando su maestro le indicó que le tocaba dar las órdenes a sus compañeros que, orgullosamente, marcharían a su lado, al compás del himno, llevando la bandera. “Luis, al dar la vuelta se dice conversión a la derecha”; entonces, el niño le contestó “maestro, tal vez sería mejor decir ¡compañeros, cambiar de rumbo!, en lugar de covechón a la delecha”. El maestro se quedó pensando y solo pudo aceptar su propuesta.

La Cuaresma es el tiempo de conversión, es el momento de cambiar de rumbo, de regresar al Padre y, así, prepararse para la gran fiesta de la Pascua. Es el tiempo indicado para arrepentirnos de nuestras faltas y cambiar algo de nosotros, ser mejores y poder vivir mejor con nuestros principios y creencias.

Durante este tiempo se invita a la conversión, pues la Cuaresma lleva consigo una transformación mediante el proceso de renovar la mente. Esta nueva manera de ver la vida se entiende según la disposición y la apertura por asumir un cambio radical o parcial, el cual se da en una transición que abarca toda la vida; éste no se presenta solo en aspectos cognitivos para saber quién es Dios, sino que reclama el conocimiento de uno mismo con el propósito de realizar su voluntad y, así, conformar en ella toda la vida personal.

Su punto de partida es la exigencia de un encuentro con Dios, el cual propicia un cambio de vida, como lo es la transformación interior del hombre. Sin embargo, la idea de la conversión se enriquece con el acontecimiento de la revelación de Dios.

En la actualidad, ese Dios trino se reviste de algunas características importantes y novedosas. La metanoia significa “transformación espiritual”, es decir, un cambio de mentalidad y de perspectiva de espíritu. Es importante entender que se refiere a la mente y al corazón, además de que es un movimiento interior, el cual surge en toda persona insatisfecha consigo misma; la diferencia aquí es el encuentro con Dios.

Para referirse a la conversión, lo primero que subrayo es el cambio de conducta externa y práctica; en segundo lugar, el cambio interior suscitado por el sentimiento de arrepentimiento, así como el deseo de reforma, de una transformación de vida, de proceder, el alejamiento de la incredulidad y de la idolatría, además de la rectificación de la mentalidad necesaria para permanecer en el proceso y “no abandonar la carrera”.

La conversión lleva consigo una transformación al renovar la mente y el corazón; por ende, se asume una forma diferente de vivir. Asimismo, se trata de un acontecimiento que brinda un nuevo horizonte para la vida y, con ello, un cambio. Para poder convertirnos debemos conocernos, saber cuáles son nuestras debilidades, darnos cuenta del estado de vida que llevamos y querer cambiar. Todo es posible para aquel que tiene fe; este camino no siempre es fácil, debemos dejar las cosas materiales y darle la espalda a todo lo que nos separa de Dios.

La conversión es el fruto del encuentro con Jesucristo, es poder levantarse del pecado, confiando en que tenemos un padre que nos ama.

 

RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS

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