Saberes y sabores: el yugo de las pasiones

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La elección del tema de las pasiones nace como un interés por conocer esa parte
del ser humano que a lo largo de nuestra vida se hace presente, sin darnos cuenta
de los movimientos internos, por ejemplo, sentimientos capaces de dominar la
voluntad y perturbar la razón, o emociones fuertes hacia una persona, tema, idea
u objeto. Estos sentimientos condicionan la conducta humana y se hacen
presentes en los actos; en efecto, ninguna virtud es pasión, sino más bien
relación. El amor no es pasión, ya que esta es un movimiento del apetito que
provoca el deseo; el amor es una convicción.


Con pensamientos libertinos, a través del hedonismo se busca el placer y el bien,
lo cual está en todos los ámbitos de la vida. Evitando sentir dolor, este nos coloca
en la disyuntiva de que hay que disfrutar de la vida, y sí, pero “no todo conviene”,
menos si se trata de las pasiones.


El efecto de las pasiones influye en la voluntad, pues la pasión radica en la parte
corporal de la persona, es decir, en la parte sensitiva, sin embargo, las pasiones
pueden ser positivas cuando se orientan hacia valores como servir a los demás o
hacer el bien a las personas. Canalizarlas de una forma productiva puede ayudar
a conectarnos con lo que sucede en el corazón, para darnos cuenta de qué
provoca satisfacción y desprecio.


¿Cómo controlar las pasiones? hacer ejercicio o escribir en un diario como forma
de hacer terapia y de lidiar con esos sentimientos. Soy consciente de la fuerza de
la pasión que se requiere canalizar para lograr alcanzar el dominio propio; la
humildad en lugar de la ira. La voluntad con la ayuda de la razón “son armas que
permiten controlar las pasiones”, pues la voluntad accede a decidir sobre el bien y
el mal, por ende, puedo mencionar que hay dos tipos de pasiones, una conforme a
mis valores, principios y creencias, y otra conforme a mis caprichos de vivir con
base en las cosas exteriores y deseos carnales.

Creo que la pasión, siendo un apetito sensitivo, afecta la totalidad de la persona
tanto corporal, psíquica y espiritualmente. ¿Qué podemos hacer para que las
pasiones no nos afecten? Tengo en claro que no se trata de reprimir, sino de
luchar en contra de las pasiones desordenadas; considero que las pasiones, al ser
un movimiento o un impulso, están en un nivel natural, pero si se “elevan” a buscar
el bien para el otro, pasan a ser una “pasión positiva”, más allá de los placeres
corporales.


La dificultad del tema es evidente y no creo poder dar una respuesta definitiva que
coincida con tu pensar, pero espero introducirte en el análisis de la dimensión
moral de la persona y, con ello, en el campo de las virtudes.


Puedo concluir, en este primer intento por explicar el tema de las pasiones, en
que, en primer lugar, sostengo la posibilidad de decir que las pasiones son
contrarias a la perfección del hombre; en segundo lugar, asumo todas las
debilidades como hombre por esta misma razón, pues la inclinación al mal y la
dificultad para hacer el bien es eminente. En tercer lugar, en efecto, sostengo que,
si se tiende a la perfección, es decir, a la santidad, es necesario luchar contra
nuestras pasiones. Así mismo, quiero advertir que, aunque el hombre es un ser
corporal, también está llamado a ser un hombre espiritual. Por medio de la fe, la
razón y la voluntad aunadas a la gracia de Dios, puede superar las pasiones
desordenadas y “elevar” las pasiones para hacer el bien como es el caso del amor
hacia los demás.

Por RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS.

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