Saberes y sabores.- El otro lugar

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Los pensadores filósofos, tanto griegos como latinos nos hablan de un infierno “tártaro”. Platón, citando a Sócrates su maestro, escribió: “Los impíos que ha despreciado las santas leyes son precipitados en el tártaro para no salir jamás y para sufrir ahí tormentos horribles y eternos “. Y Platón mismo nos dice: “deben aceptar como ciertas las tradiciones antiguas y sagradas que enseñan que después de esta vida. El alma será juzgada y castigada severamente si ella no ha vivido como conviene”

Es extraño cómo los hombres nos resistimos a considerar las cosas más inevitables de nuestra existencia, porque nos reusamos a pensar que con la muerte dejaremos de existir totalmente. Y nos preguntamos no sin angustia: ¿Hay vida después de la muerte? ¿Habrá un más allá? ¿Qué nos pasara después de morir? Si hay vida en el más allá, ¿cómo será?

En este día se celebra a todos los santos y aquellos difuntos que, habiendo superado el purgatorio, entendido este como un estado de purificación de aquellas almas que arrastran algún pecado leve que aún no ha sido perdonado o algún pecado grave que todavía no tuvo su correspondiente satisfacción, se encuentran en “el otro lugar”.

Actuamos y vivimos como si fuéramos a estar en esta tierra para siempre, y nuestra cultura nos empuja a acumular cosas, riquezas materiales, a consumir y buscar lo placentero, como si fuera lo más importante. Estoy de acuerdo en que hay que tener lo necesario para satisfacer nuestras necesidades básicas para vivir. En nuestra cultura actual se habla de los placeres y se evade el sufrimiento y menos aún la muerte y que decir del infierno o el purgatorio.

Aunque todavía padecemos los estragos de una pandemia mundial y vivimos en una sociedad donde los asesinatos son numerosos cada día, tratamos de quitarle importancia a la muerte, pero ella está al acecho. Parece que fuera desapareciendo de las mentes de los vivos y de las tumbas de los cementerios, sin embargo, solo se necesita estar vivir para morir.

El tema de los santos nos debería invita a reflexionar de como estoy llevando mi vida; de todo punto necesario será romper drásticamente con aquella persona o cosa que nos tiene apartados del camino del bien, habrá que abandonar a un amante, dejar un negocio ilícito, romper con un vicio, practicar más la justicia.

No es fácil ciertamente por eso es necesario considerar que: “El que ama el peligro, en él perece” ¿para qué nos acercamos al fuego, si bien sabemos que nos podemos quemar?  Conociendo ya nuestra debilidad y tal vez habiendo caído en alguna ocasión, no es necesario “tropezar con la misma piedra”, a lo que conviene vivir una vida seriamente buena.

Lo que pretendo no es evitar la muerte sino el peligro de caer al infierno. No nos hagamos ilusiones de despreciar las enseñanzas de nuestros padres, basta de pretextos y de justificarse, en que “es mi vida y puedo hacer lo que me place”, ciertamente que sí, pero no todo te conviene “aunque veas que todo mundo lo hace” o “es la moda”, cuidado con las costumbres que nos manchan y nos arrastran al torbellino de del placer, la vanidad, la injusticia y el olvido de los buenos principios.

Para vivir plenamente como hombres realizados es de absoluta necesidad instruirnos, para descubrir las maravillas del Creador, frecuentar las buenas amistades, recordando que no somos ciudadanos de este mundo, vamos de paso hacia “el otro lugar”.

 

RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS.

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