Saberes y sabores: El Gran Mediador

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La negociación ocurre en casi todas las áreas de la vida. En el ámbito familiar una madre es el mejor mediador entre su marido y su hijo. Cuando suceden disputas familiares, algunas de éstas se centran principalmente en los asuntos cotidianos de la vida, por ejemplo, la hora de regreso a casa, la higiene, la hora de dormir, las tareas escolares, la alimentación, entre muchos otros aspectos, sin descartar, por supuesto, el dinero.

La mediación es un método para la resolución de conflictos, porque tiene la finalidad de llegar a la solución entre ambas partes. “En el área de la abogacía, un negociador experto sirve como defensor de una de las partes y procura, generalmente, obtener los resultados más favorables posibles de la misma” (parrabogados.com). Considero que en este proceso de negociación se procura determinar el resultado en beneficio de ambas partes, lo cual dará como resultado la satisfacción, el acuerdo y el compromiso.

Un mediador se guía por sus principios más que por la lógica o la práctica, tiene en cuenta aspectos como el honor, la moralidad y la virtud; tarea que hace con excelencia. Asimismo, los mediadores se guían por la pureza de su intención, no por la recompensa.

La optimización de un mediador se mide por la influencia sobre las partes que debe reconciliar. El hombre Cristo Jesús, por lo tanto, fue designado por Dios para mediar entre él y la humanidad. Su mediación no fue ocasional ni delegada, sino inherente a su propio ser; estaba dotada de todos los atributos requeridos para un mediador perfecto.

La encarnación de Cristo se da en el momento en el cual Dios se hizo carne, asumió una naturaleza humana y se convirtió en hombre, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, en la segunda persona de la Trinidad, para ofrecerle así la salvación a la humanidad. Él acepta, entonces ajusta su condición de Dios a hombre, sin aferrarse a sus prerrogativas, siendo un negociador eminente.

Este abogado pudo obtener todos los resultados que su parte deseaba, pero sin conducir a la parte contraria a interrumpir permanentemente las negociaciones, ¡aún se sigue en negociación!

Él pretende medir la influencia que tiene sobre las partes a reconciliar, de este poder se deriva su relación con ambas; la máxima perfección se alcanzaría si el mediador fuera sustancialmente uno con ambas partes, por ello, Él es verdadero Dios y verdadero hombre; entiende las dos posturas de aquel que ama y quiere salvar, así como de aquel que se pierde haciendo alarde de su libertad e ignorancia.

Por lo tanto, su presencia aquí en la Tierra ha sido fundamental. Se pudiera pensar que soy retrógrado de cierto modo, que me opongo al progreso, que soy partidario de ideas o instituciones de tiempos pasados, sin embargo, la realidad no es así pues, por su origen humano, Cristo es un miembro de la familia humana, partícipe de nuestra carne y sangre. En razón de su personalidad divina, Él es «la imagen y semejanza de Dios» en un grado accesible, cercano, amigo y negociador, que te busca para “hacer la negociación”. Se establece como un hermano, por ello, se convierte en el mayor de la familia humana; así, la familia humana adquiere derecho a participar en los privilegios de la salvación.

RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS.

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