La predicación y los milagros provocaban que mucha gente buscara a Jesús y daban la impresión de seguirlo, de allí que, encontrándose en medio de una multitud, les deja claro que para seguirlo no basta un momento de entusiasmo, de emoción, se tiene que reflexionar para tomar una decisión, ya que el seguirlo implica enfrentar consecuencias.
A juzgar por el Evangelio de hoy, vemos cómo a Jesús no le obsesiona la cantidad, dice el Evangelio que mucha gente lo acompañaba. Él se volteó y les dijo: “Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo”. No aprovecha Jesús aquella oportunidad para engrosar o aumentar el número de sus seguidores, poniendo fáciles las cosas y limando posibles aristas punzantes, más bien les arroja un jarro de agua fría. Jesús habla de lo que verdaderamente significa seguirle, quien quiera irse con Él ha de posponer sus seres más queridos, sus posesiones, incluso a sí mismo; pero cuando Jesús habla de posponer no significa olvidar, ni abandonar, sino dar a cada uno y a cada cosa su justo lugar.
Jesús pone dos ejemplos distintos, pero con la misma enseñanza: “Ningún campesino se pone a construir una torre sin antes hacer sus cálculos si podrá terminarla”. “Ningún rey sale a combatir sin antes analizar si aquella batalla puede terminar en victoria”. Jesús quiere dejar claro que la misión que quiere encomendar a los suyos, es tan importante que nadie debe comprometerse sin antes analizar, calcular la decisión que tomará. Porque para seguir a Jesús, se necesita reflexión, valor y decisión.
Los dos protagonistas de las parábolas se ponen a reflexionar; el reflexionar implica saber lo que se quiere, hacia dónde se dirige y saber con lo que se cuenta. Ya que sería una grave irresponsabilidad ser discípulos de Jesús, que no saben lo que quieren, ni a dónde quieren llegar, ni con qué medios se cuenta.
Esta reflexión debemos hacerla a nivel Iglesia, recordemos que el Papa Francisco nos invita a vivir la sinodalidad, ese “caminar juntos”. Es momento de juntos analizar la realidad y juntos mirar hacia la misma meta. Esta reflexión sinodal, debe ser enriquecedora, se podrá tener una visión más amplia y realista; esto implica que se analice el mundo, que se reflexione hacia dónde camina la sociedad, en qué encrucijada se quedaron olvidados los valores humanos y cristianos. Estamos invitados para que analicemos de manera consciente y responsable la sociedad en la cual vivimos, ya que no podemos actuar de manera inconsciente porque nos expondríamos al fracaso. Abramos los ojos, analicemos la realidad y juntos emprendamos la misión que Jesús nos confía, llevar el Evangelio, la Buena Nueva de la libertad, la Buena Nueva a los demás.
Hermanos, en un mundo como el nuestro, donde el tiempo no nos alcanza, donde vivimos aprisa, es momento oportuno para sentarnos a reflexionar:
1- Demaneraindividual:Todapersonaparalograrlasmetasensuvida,requiereque se tome un tiempo para calcular, para reflexionar. Por ejemplo, los jóvenes que desean terminar una carrera universitaria, deben analizar, calcular sus posibilidades desde lo económico hasta su capacidad intelectual y también ¿podrán mis padres apoyarme para lograr lo que quieren? ¿qué puedo hacer para lograr esta meta?
2- Como familia: ¿Los papás se encuentran preocupados y ocupados en sacar el sustento diario para sus hijos?. También deben hacer un alto en sus quehaceres y reflexionar sobre el camino por el que están llevando sus hijos: ¿Cómo van en su educación? ¿Los están formando para que sean buenos ciudadanos? Ante un mundo de mentira y de corrupción que tiende a institucionalizarse ¿qué tanto les insisten en vivir los valores de la verdad y de la justicia? Recuerden que no es suficiente el sostenimiento económico.
3- Como Iglesia Diocesana: Recordemos como Agentes de Pastoral que el Papa Francisco nos invita para que hagamos un alto como Iglesia y de manera sinodal calculemos, analicemos, reflexionemos en la realidad que nos está tocando vivir, para que podamos caminar juntos en la consecución y vivencia de los valores propuestos por Jesús en su Evangelio. Es tiempo de hacernos un alto para la reflexión.
Hermanos, la sociedad en la cual vivimos nos induce al materialismo, a comprar y a tener para lograr una cierta felicidad; es tanta la mercadotecnia que usan en los medios de comunicación, que hemos terminado por creérnosla, esos mensajes subliminales tocan los sentidos y opacan la razón. En cambio, el Evangelio de este domingo nos invita a la reflexión, al cálculo, para que todo lo que emprendamos, lo hagamos de manera razonable. Todos estamos invitados para hacer un alto en nuestra vida y ponernos a reflexionar en lo que deseamos alcanzar, pero también, en las condiciones internas y externas que pueden modificar lo que deseamos. Pensemos: ¿Qué tan críticos somos desde la verdad del Evangelio?
Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. ¡Feliz domingo para todos!.