¿Sabemos comportarnos en Misa? ¿Nuestra conducta mueve a los demás a glorificar a Dios?

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Al asistir a la Santa Misa y funciones sagradas, usen mucha gravedad al ponerse de pie, arrodillarse, sentarse; y realizar cada acto religioso con la mayor devoción. (…). En una palabra, condúcete de tal manera que todos los presentes queden edificados y sean movidos a través de ti a glorificar y amar al Padre Celestial». Esto es lo que escribió el Padre Pío.

Hay dos errores graves que se deben evitar con respecto al comportamiento exterior del cristiano.

  • Por un lado está el error del formalismo , el de creer un poco -o más bien mucho- hipócritamente que la forma o el puro cumplimiento de los rituales serían suficientes para estar en orden.

Esto ocurre, por ejemplo, en las posibilidades de beneficiarse de las indulgencias. es decir, creemos que bastaría con hacer exteriormente lo que la Iglesia nos pide, sin por ello convertirnos, sin comprometernos a abandonar nuestro afecto por el pecado. Y es por esto que, en las indulgencias, una vez que se ha cumplido exactamente lo prescrito, se tiene la esperanza de haberlo obtenido, pero nunca la certeza, ya que siempre es Dios quien decide, ya que sólo Él puede escudriñar -como dice- en las relaciones internas.

  • Pero – decíamos – hay también otro error que pertenece a una perspectiva espiritualista muy popular hoy en día, a saber, creer que la forma y el cumplimiento de los rituales son secundarios, si no completamente inútiles.

Dijimos: espiritualista , porque tal error implica que el hombre no debe permitir que una parte de sí mismo – el cuerpo – participe en el culto y la adoración de Dios, como si el cuerpo no contara para nada, cuando en cambio incluso a través de nuestros gestos. , y no sólo a través de nuestras creencias o intenciones, podemos edificar o escandalizar a los demás.

Al respecto leemos lo que San Pío de Pietrelcina escribió a su hija espiritual Annita Rodote:

Al asistir a la Santa Misa y a las funciones sagradas, tened mucha gravedad al estar de pie, de rodillas, sentados; y realizar cada acto religioso con la mayor devoción.

Sed modestos en vuestra apariencia, no volteéis la cabeza de un lado a otro para ver quién entra y quién sale; no os riáis por reverencia al lugar santo y también por respeto a quienes os rodean; guardaos de decir una palabra a nadie, a menos que la caridad o la estricta necesidad lo requiera. (…).

En resumen, condúcete de tal manera que todos los presentes queden edificados y sean movidos a través de ti a glorificar y amar al Padre Celestial«.

Por CORRADO GNERRE.

ITRESENTIERI.

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