Hoy es sábado santo, día del gran silencio como le llamaban en los primeros siglos del cristianismo. Cristo está muerto, aguarda en el sepulcro el momento grandioso de la resurrección. La Iglesia permanece en silencio junto al sepulcro del Señor, la invade una gran tristeza por la muerte del justo, del inocente, que con su vida entregada, ha pagado por los pecados de su pueblo.
Y ¿qué sucede con Cristo en el sepulcro? En el oficio de lectura de esta mañana se lee una homilía antigua que explica que el Señor baja a los infiernos a liberar a Adán y a Eva, nuestros padres, del poder de las tinieblas. Son la primicia del rescate que Jesús, con su resurrección, hará de toda la humanidad.
El silencio es es imprescindible para encontrarnos con Dios, no puede haber vida espiritual ahí donde no hay silencio; para poder escuchar a Dios, para poder hablar con Él, para tener intimidad con Él, es necesario el silencio, debes callar para que Él hable, debes silenciarte para poder oír su voz, deben cesar tus preocupaciones, tus miedos, tus angustias para hacer solo una cosa, mirarlo a Él y ver que Él te mira.
No huyas del silencio, vivir en el ruido, en el activismo, es propio de personas superficiales que temen encontrarse consigo mismas; tú, por el contrario, busca momentos de soledad, aprende a callar, a no decir nada, a estar simplemente con Dios; no tengas miedo de tu vacío que Él, con su persona y su amor, está ahí, en el silencio, en la soledad, para llenarte, para darte alegría, paz y plenitud.
Quien busca el silencio lo empieza a gustar poco a poco, hasta que llega un momento en que se vuelve una necesidad; ya no escapa de él, sino que lo busca y lo anhela y empieza a huir del ruido y la dispersión. Hoy busca un momento para permanecer en silencio junto al sepulcro del Señor, piensa en lo que Él ha hecho por ti, dale gracias por su vida entregada, por su cuerpo sacrificado, por su sangre derramada, pídele que te dé el amor y la piedad de las santas mujeres que prepararon su cuerpo para la sepultura. Pídele que dé silencio tu corazón, a tus preocupaciones y tus dudas.
Que este gran silencio ensanche tu esperanza, la esperanza de resucitar con Cristo ya que tú crees en Él y tienes la certeza de que te resucitará el último día. Callar y estar, estar y permanecer, permanecer y amar, amar y nada más que amar y a tu corazón vendrá, con el silencio, la paz. Jesús, el esposo de la Iglesia, duerme. No despierten al amor hasta que él quiera. Espera en silencio hasta que llegue la noche, la noche que será más clara que el día porque resucitará el Señor.