Rusia no invadirá Ucrania. Aquí, porqué

ACN
ACN
* Aunque la administración Biden, 17 agencias de inteligencia estadounidenses y el Pentágono han seguido haciendo sonar las alarmas sobre la inminente invasión rusa de Ucrania desde diciembre pasado, la hipótesis de que Vladimir Putin ordene la toma de la antigua república soviética sigue siendo remota, si no es que incluso ficción política.

 

Aunque la administración Biden, 17 agencias de inteligencia estadounidenses y el Pentágono han seguido haciendo sonar las alarmas sobre la inminente invasión rusa de Ucrania desde diciembre pasado, la hipótesis de que Vladimir Putin ordene la toma de la antigua república soviética sigue siendo remota, si no es que incluso ficción política.

El alarmismo reiterado de EE.UU.parece obedecer más a los ritmos impuestos por la propaganda no sin efectos ridículos: en diciembre Washington creyó inevitable un ataque a enero, luego lo pospuso a febrero y luego incluso después del final de los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing (un homenaje de Putin a Xi Jinping) hasta unos pocos Días fue cuando las habituales fuentes de inteligencia estadounidenses nos dijeron que las tropas rusas estarían listas en un 70% para invadir Ucrania. Moscú, que nunca ha amenazado con invadir ni Ucrania, no tiene ningún interés en trasladar sus tropas a Kiev oa otros estados vecinos sino que, por el contrario, siempre ha negado rotundamente esta hipótesis adelantada en Occidente. Es paradójico acusar a los rusos de desplegar 100.000 soldados en su propio territorio o en la cercana y aliada Bielorrusia para ejercicios cuando miles de soldados estadounidenses y europeos están desplegados (y otros están llegando) en las Repúblicas Bálticas, Polonia, Rumanía o Bulgaria. Además, cientos de asesores militares estadounidenses, británicos, canadienses y polacos están ahora junto al ejército de Kiev, que no forma parte de la OTAN pero recibe una importante ayuda militar de Occidente.

Invadir una nación europea de 44 millones de habitantes , de los cuales una cuarta parte con doble ciudadanía ruso-ucraniana, tendría costos financieros prohibitivos, sin mencionar las pérdidas militares y los costos posteriores de la ocupación. La población ucraniana es quizás la más pobre de Europa y Moscú debería hacerse cargo de ella ocupando una nación sin recursos y que debería estar tripulada por cientos de miles de soldados y policías. Para los rusos sería una operación muy diferente a enviar unos cuantos miles de soldados y unas cuantas docenas de aviones y helicópteros a Siria para ayudar a Bashar Assad.

Los costes militares y financieros de la invasión y ocupación prolongada de Ucrania con las sanciones internacionales que solicitarían EEUU y la OTAN y el bloqueo definitivo de las exportaciones de gas a Europa no son compatibles con la estrategia de Moscú ni con sus recursos económicos. El PIB ruso es igual al de España y Moscú gasta menos de una séptima parte de Estados Unidos y una doceava parte de toda la OTAN en defensa, pero sin embargo los rusos piden que se reconozcan las necesidades relacionadas con la seguridad de las fronteras occidentales.

Aunque los angloamericanos y todos los estados miembros de la OTANhan descartado el envío de sus soldados a Ucrania en caso de invasión rusa, basta comparar un mapa de Europa de 1990 con uno de hoy para constatar que, desde la caída de la URSS y la disolución del Pacto de Varsovia No han sido los rusos los que avanzan hacia el Rin sino que es la OTAN la que se ha expandido hacia el este hasta las fronteras rusas, amenazando también con incorporar a dos antiguas naciones soviéticas como son Ucrania y Georgia. Desarrollos inaceptables para Rusia, que durante años ha estado desafiando, no sin razones bien fundadas, las bases de misiles estadounidenses en Polonia y Rumania que deberían defender a Europa de la amenaza de los misiles balísticos iraníes, pero que en realidad emplean lanzadores verticales capaces de albergar misiles capaces de llegar a Moscú en pocos minutos de vuelo.

Por tanto, Moscú no quiere la guerra pero, en el futuro, la entrada de Ucrania en la OTAN o el despliegue de tropas de combate estadounidenses y aliadas en suelo ucraniano dejarían pocas alternativas a Rusia.

En tales circunstancias, cuya realización ciertamente no sería del interés de Europa, los rusos podrían evaluar una ofensiva hasta el río Dniéper, la frontera natural entre el oeste y el este de Ucrania, con el objetivo de ganar profundidad estratégica y alejar unos cientos de kilómetros a la OTAN de Moscú (la La capital rusa está a 500 kilómetros de la frontera con Ucrania). Quizás la opción de guerra más creíble, sin embargo, está ligada al riesgo de un ataque ucraniano que, con la ayuda de la OTAN, intentaría recuperar las provincias rebeldes de Donbass. La respuesta de Moscú sería inevitable, quizás a una escala limitada pero que no puede limitarse a repeler a las tropas de Kiev que pretenden conquistar Mariupol, en el Mar de Azov, para lograr la continuidad territorial entre el Donbass y Crimea anexionada a Rusia en 2014.

Sin embargo, es poco probable que el gobierno de Kiev , donde crece la intolerancia a las presiones propagandísticas de Washington que golpean las crisis cuya cuenta pagan los ucranianos en primer lugar, ofrezca a Moscú un pretexto para ampliar los territorios ucranianos en manos de los pro rebeldes -rusos. Un desarrollo militar que también socavaría la credibilidad militar residual y la estabilidad política de la OTAN, veterana de la abrasadora derrota sufrida por los talibanes en Afganistán, humillando incluso a la UE, incapaz de hacer frente a la grave crisis en sus fronteras orientales.

 

Por GIANANDREA GALANI.

MARTES 15 DE FEBRERO DE 2022.

ROMA, Italia.

lanuovabq.

Comparte:
By ACN
Follow:
La nueva forma de informar lo que acontece en la Iglesia Católica en México y el mundo.