¿Quiénes son los pobres?

Editorial ACN Nº43

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Este domingo 13 de noviembre, la Iglesia realiza la VI, instaurada por el Papa Francisco en 2017 como una respuesta posterior al Jubileo de la Misericordia “para que en todo el mundo las comunidades cristianas se conviertan cada vez más y mejor en signo concreto del amor de Cristo por los últimos y los más necesitados”, según la iniciativa del santo padre en un mundo donde cada vez se dan experiencias que dan cuenta de la terrible realidad a la que están sometidas millones de personas.

En este sentido, la Jornada de este domingo tiene propósitos específicos. En el marco de la postpandemia que, hasta hace algunos meses, provocaba la muerte de millones de personas, el panorama no parece tener certeza especialmente cuando “nuevas catástrofes” se asoman en el horizonte, entre ellas, la guerra en Ucrania y en otras partes del mundo, hacen que “millones (estén) obligados a desafiar el peligro de las bombas con tal de ponerse a salvo buscando amparo como refugiados en los países vecinos. Los que permanecen en las zonas de conflicto, conviven cada día con el miedo y la falta de alimentos, agua, atención médica y sobre todo de cariño”.

Esta realidad provoca miles de indigentes y de personas que han perdido toda esperanza en el futuro. Sin embargo, en el mensaje por esta VI Jornada, el Papa Francisco advierte que, como sociedad civil, debemos mantener vivo el “llamado a los valores de libertad, responsabilidad, fraternidad y solidaridad. Y como cristianos encontremos siempre en la caridad, en la fe y en la esperanza el fundamento de nuestro ser y nuestro actuar”. Así, la solidaridad es el valor del cual se arman muchos creyentes para abrir las puertas y “manifestar la sinceridad” de su amor en la atención y solicitud por los pobres.

Como en muchas partes, el pauperismo desata una ideología populista que centra su propósito en encausar recursos públicos sin control a la causa de los pobres para aliviar la miseria. Desde la época del Papa León XIII, el notable pontífice de la cuestión social, de dio este debate en la cual los cristianos deberían combatir el pauperismo a través de la activa intervención en los negocios gestionados por oficios de acuerdo con las condiciones geográficas que deberían activar empresas sociales.

Sin embargo, la bandera pauperista y populista de nuestros tiempos añade una desafortunada polarización incitada desde las cúpulas. En México, esto es evidente. Azuzar el odio, bajo el comedido discurso del presidente como “padre de los pobres” incita a la franca revancha bajo el pretexto de que el liberalismo ha sido la causa de todos lo males de este país.

No obstante, AMLO dice que, después de la pandemia, los más pobres de México han visto crecer sus ingresos, pero los otros datos del presidente no concuerdan con la realidad. 

La pobreza franciscana de este gobierno, austeridad para entregar recursos directos a los pobres, privilegió que, en 2022, 102 mil millones de pesos fueron dirigidos al programa de pensión para adultos mayores que tiene prioridades por niveles de ingresos, mientras que el resto de los programas sociales apenas recibieron un aumento de 5 mil millones de pesos. ¿El resultado? Muchos hogares dejaron de recibir beneficios de programas aumentando la pobreza o pobreza extrema por estar mal enfocado, es decir, solo adultos mayores, trabajadores agrícolas o jóvenes con educación media superior o superior. México, en esencia, tiene desigualdad muy acentuada agravada por el discurso del populismo.

En esta Jornada por los Pobres, la pregunta parece obligada, ¿Quiénes son los pobres? Depende del cristal. Como bien afirma el Papa Francisco, “hay una pobreza que enriquece… los pobres, en realidad, antes que ser objeto de nuestra limosna, son sujetos que nos ayudan a liberarnos de las ataduras de la inquietud y la superficialidad”, pero no para este gobierno… que ve en el pauperismo, el perfecto recurso para el clientelismo electoral que propicia la interminable corrupción.

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