Quien tiene fe no ve casualidades

Pbro. Hugo Valdemar Romero

Hoy la Iglesia celebra la solemnidad de la Epifanía del Señor. La palabra griega Epifanía significa “manifestación”. Jesús no sólo se presenta y viene a este mundo para salvar al pueblo judío a quien Dios había prometido un Salvador, sino que se manifiesta a todos los pueblos como luz del mundo y redentor de todas las naciones.

La figura de los magos que vienen de oriente, siguiendo una estrella, en realidad representan a todos los hombres, a todas las naciones, a todas las razas y los pueblos porque la salvación que trae Jesús no es para un solo pueblo ni para unos cuantos escogidos; él ha venido por todos, judíos y no judíos, justos y pecadores, buenos y malos; es más, él mismo declara que no ha venido por los justos, sino por los pecadores.

Dios se manifiesta a los magos a través de signos; en este caso, una estrella que los va guiando hasta pararse encima del lugar donde estaba María con el niño. El evangelio dice que al verlo se llenaron de alegría y lo adoraron. También a nosotros nos habla a través de signos. El problema es que, a diferencia de los magos, no queremos ponernos en camino, no nos preguntamos qué es lo que Dios nos quiere decir en todo lo que sucede en nuestras vidas.

Quien tiene fe no ve casualidades. Quien tiene fe siempre ve la acción de Dios que provee; a eso es a lo que llamamos providencia, es decir, Él está en todo lo que nos acontece y lo que sucede siempre es para nuestro bien, aún las cosas más difíciles dolorosas y tristes tienen un significado positivo si tenemos fe, si vemos más allá de las cosas y los acontecimientos y descubrimos que Dios nunca nos abandona y que, si nos ponemos en sus manos, todo lo que nos acontece es para nuestro bien.

A ti también Dios se te ha manifestado por Jesucristo. Te ha hecho su hijo por el bautismo, te habla a través de su palabra, se va mostrando a lo largo de tu vida. La pregunta es que si tú, como los magos, eres capaz de ver sus signos y reconocerlo, si en tu corazón, una vez que lo descubres, surge el deseo de adorarlo, de darle regalos. El mayor que le espera es tu propio corazón, que seas humilde como los magos que lo reconocieron y lo adoraron, que te llenes de una inmensa alegría porque Jesús ha venido al mundo para salvarte, para ser  tu luz, para darte la paz. Feliz domingo, ¡Dios te bendiga!

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