¿Quién habla por la familia?

Editorial ACN Nº144

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Al enfilar la conclusión del año, la cristiandad recuerda a la Sagrada familia de Nazareth como modelo de comunidad, institución y, a la vez, consorcio de vida. A lo largo de la historia, el concepto de familia ha cambiado, tales mutaciones han tocado su significado y, sobre todo, ponen en tela de juicio el papel que tiene en una sociedad.

Sin duda, los últimos cuarenta años han visto una revolución que ha desatado polémicas serias en torno a lo que, en alguna ocasión, era tenida como la célula fundamental de la sociedad. El matrimonio entre un hombre y una mujer, considerado como alianza de vida, ya no tiene el mismo significado. Lo mismo equivale una simple unión temporal como hacer vida conyugal entre dos personas del mismo sexo para generar “tipos de familias”, incluso los hijos son desafortunadamente suplantados por animales domésticos en una infausta parodia que les pone como “perrhijos o gathijos”.

En México, sobre todo en las grandes ciudades, los núcleos familiares han visto una evolución que pronostica un desastre. Se espeta que la familia mexicana es modélica de valores; sin embargo, más que familia, se asemejan a tribus que degradan a la comunidad y tejido social cuando desprecian valores morales o normas enfatizando la primacía de la degradación, irresponsabilidad, hedonismo, competencia o, peor aún, de que cualquier convivencia puede ser llamada familia. Se desprecia la vida y, desafortunadamente, desde el seno familiar se tiene al aborto como inocuo método anticonceptivo.

Esa inestabilidad, además, provoca la violencia que puede darse de cualquier manera, desde los abusos familiares hasta los delitos sexuales que, en últimas décadas, han ido al alza, particularmente por la apertura de las nuevas tecnologías que, sin la debida regulación, han puesto en riesgo a niños y adolescentes cuando los padres de familia han claudicado en sus principales deberes de formación.

El ensombrecimiento social tiene, en gran medida, estas causas. La desatención e indefensión de los valores familiares, la desmedida tendencia de renunciar a los papeles de padre, madre o de parientes referentes de autoridad. La crisis de la sociedad empieza por la que se vive en las casas. Se constata que en lugar de ser santuarios de amor, muchos hogares se han convertido en sitios de horror y desesperación.

Los obispos de México remarcan que la familia es como un regalo de Dios a la humanidad. Si la familia se ha transformado, también han mutado sus retos que han recrudecido las problemáticas; sin embargo, los obispos confían esperanzados en “que en la fuerza de la familia se encuentra el camino más seguro para salir de muchas situaciones que nos angustian”, pero es necesario hacer un sincero examen de conciencia para reconocer en lo que se ha fallado y se necesita reparar urgentemente.

Y una pregunta parece ineludible. ¿Quién habla en nombre de la familia?

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