En las lecturas de este domingo, tanto en el Libro de los Hechos de los Apóstoles como en el Evangelio, nos narran que después de la resurrección, Jesús se apareció en diversas ocasiones a sus discípulos, les pidió que permanecieran en Jerusalén y, pasados cuarenta días los reunió cerca de Betania, les dio unas instrucciones acerca de la misión de llevar el Evangelio a todo el mundo, los bendijo y se fue elevando al cielo hasta desaparecer.
A este acontecimiento es lo que llamamos la Ascensión del Señor que es la solemnidad que hoy celebramos. Jesús, cumplida su misión en esta tierra, asciende al Padre de donde ha venido y aunque ya no se hace visible, Él sigue estando presente entre nosotros y todavía más, pide que lo hagamos presente a través del testimonio.
Jesús se hace visible y presente a través de testigos, del testimonio de nosotros que somos sus discípulos. Pero, ¿qué es un testigo? El cardenal Cantalamessa lo define muy bien cuando dice que un testigo es el que habla con la vida. Es diferente al maestro que enseña con la palabra. El testigo, más que con las palabras, enseña con su forma de vivir y actuar.
Jesús lo dijo claramente. En esto conocerán que son mis discípulos, en que se aman como yo los he amado.
Tú, por el bautismo, fuiste hecho discípulo de Jesús; por lo tanto, estás llamado a ser su testigo, a hablar de Él con tu vida. Y hablas con tu vida cuando tu fe no se reduce sólo a unas ideas aprendidas y algunas prácticas religiosas o de bondad, sino que tu fe rige tu vida y la gobierna cumpliendo lo que el Señor te pide. Si me aman, cumplirán mis palabras.
Estás llamado a ser testigo con tu comportamiento, con el cumplimiento de tus deberes religiosos, en tu trabajo cotidiano, en la convivencia familiar y con tus amistades, en tu vida de oración y la ayuda que des a tus semejantes. El testigo prefiere perder la vida antes que negar a Jesús o avergonzarse de Él.
“Señor Jesús, ayúdame a vencer mi mediocridad en la fe y transfórmame en un verdadero testigo, un testigo valiente y lleno de amor como lo fueron tus discípulos para que, terminada mi vida terrena, ascienda al cielo y me encuentre contigo para vivir eternamente a tu lado”.
¡Feliz domingo! Dios te bendiga.