¿Quién es mi prójimo?

Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Pbro. José Manuel Suazo Reyes

El evangelio de este domingo (Lc 10, 25-37) está estructurado en base a dos preguntas que un doctor de la ley le plantea a Jesús. ¿Qué debo hacer para tener la vida eterna? Y ¿quién es mi prójimo?

Ambos cuestionamientos reciben una respuesta muy clara de parte de Jesús. La vida eterna se alcanza cuando se cultiva una buena relación con Dios y con el prójimo. Amar a Dios y al prójimo es lo que le ayuda a una persona a conseguir la vida eterna. El horizonte del ser humano no se agota en esta vida, se prolonga en la eternidad. El ser humano ha sido creado para entrar en contacto con su creador y con sus hermanos aquí en esta vida. Esa es la propuesta que viene hecha al ser humano a través de los mandamientos divinos.

Los 10 mandamientos que Dios ha revelado y que se encuentran en la Biblia, en efecto, nos ayudan a mantener esta relación horizontal (con el prójimo) y vertical (con Dios). De los diez mandamientos sólo 3 hacen referencia a Dios (amar a Dios sobre todas las cosas, no jurar su nombre y santificar las fiestas) los otros 7 tienen que ver con las personas (Honrar a los padres, no robar, no matar, no mentir, no cometer actos impuros, no codiciar los bienes ajenos… la observancia de los mandamientos lleva a la persona a conseguir lo que pregunta el doctor de la ley, la vida eterna.

Independientemente de que seamos religiosos o no, los problemas que estamos padeciendo en la actualidad tienen que ver con la falta de observancia de los mandamientos divinos. Por ejemplo el desprecio a la vida humana, la corrupción, el robo de los bienes públicos o de los demás, la impunidad, las mentiras, el abuso de nuestra sexualidad, la falta de atención a la familia, las injusticias o abusos de poder son problemas recurrentes que no existirían si observáramos los mandamientos divinos. Los mandamientos divinos son como directrices que nos ayudan a estar bien con los demás y con Dios.

Pero no se trata sólo de cultivar buenas relaciones con los demás, lo que nos revela la Biblia es que de esas relaciones depende también nuestro futuro. La vida que llevamos y las relaciones que vamos estableciendo con los demás nos pueden ayudar a conquistar la vida eterna. Por ello Jesús dice al doctor de la ley: “haz eso y vivirás”. La clave no está solo en saber, sino en hacer lo que sabemos.

La parábola del buen samaritano que Jesús cuenta al doctor de la ley es una lección extraordinaria de cómo poner en práctica los mandamientos de Dios con alguien que se encuentra en necesidad. El problema no radica en saber quién es el prójimo sino cómo hacerse prójimo de los demás. La vida nos proporciona muchas veces un mundo de oportunidades para practicar el bien, para compartir nuestros bienes y servir a los demás.

Por el bautismo nuestros nombres se inscribieron en el cielo, hemos de cuidar que con nuestras obras esos nombres se mantengan ahí y nunca se borren. Estas obras, por pequeñas que sean tendrán un impacto en la eternidad.

Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Vocero de la Arquidiócesis de Xalapa

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Párroco en San Miguel Arcángel, Perote, Veracruz.