Queremos la gloria sin padecer sufrimientos

Pbro. Hugo Valdemar Romero

Estamos en el segundo domingo de Cuaresma. El Evangelio nos narra que Jesús se retiró a orar llevando consigo a Pedro, Santiago y Juan, los mismos de los que se hace acompañar cuando entra en el huerto de los olivos antes de padecer su pasión.

En la cima del monte ocurre algo extraordinario. Jesús se transfiguró delante de ellos, tomando un resplandor imposible de lograr en la Tierra y aparecieron conversando con él dos personajes, los más representativos del Antiguo Testamento, Moisés y Elías. Moisés representa una de las columnas de la fe de Israel, la ley, es decir, las normas y preceptos que Dios dio a su pueblo para vivir unidos a Él y a los hermanos. La ley rige las relaciones de Dios con su pueblo y del pueblo con sus semejantes.

Por otra parte, Elías es la otra columna, representa a los profetas, aquellos hombres enviados por Dios a su pueblo para anunciar su palabra, dar esperanza, recordar la fidelidad a la alianza y acercarlos a Dios, pero también denuncian la maldad y la injusticia, la explotación y el abuso de las clases dirigentes y ponen al pueblo ante el espejo de su pecado e infidelidad.

Jesús aparece transfigurado, hablando con ellos de su futura muerte y padecimientos en Jerusalén. ¡Qué curioso! En medio de ese momento de gloria, el Señor no se muestra triunfante, sino realista, tendrá que padecer e incluso morir. La humillación es el camino de la gloria. La cruz es el camino de la resurrección. Al triunfo se va por la humillación y el fracaso. Jesús quiere que sus discípulos tengan bien presente este camino.

Hoy quisiéramos el triunfo sin pasar por los fracasos. Queremos la gloria sin padecer los sufrimientos. Buscamos que Dios no nos incomode, que no exija. Elegimos sólo aquella parte del Evangelio en que Jesús se muestra misericordioso y nos consuela, pero omitimos aquellos pasajes en que se muestra exigente, es más, intransigente, advierte con dureza y habla de los considerados malditos y la condenación eterna.

¿Y tú buscas la transfiguración, la gloria sin pasar por el camino de la cruz? ¿Evades al Jesús que te exige y buscas de él solamente aquello que te conviene? ¿Cuando vienen a ti los sufrimientos y las pruebas, las aceptas por el amor a Dios? ¿Las ves como una gracia, como un camino necesario que si lo haces con amor te conduce a la resurrección? ¿O, por el contrario, te rebelas y le recriminas a Dios? Recuerda, no hay resurrección sin cruz, no hay gloria sin pasar por el camino del sufrimiento.

“Señor Jesús, ayúdame a comprender que sólo cargando mi cruz con amor y muriendo crucificado como tú, podré resucitar. Podré acceder a la gloria, que no olvide que estoy llamado no sólo a vivir en este mundo que pasa, sino a ser transfigurado como tú, a poseer tu mismo resplandor y gloria. No permitas que olvides esta verdad que es la más importante de la vida”.

Feliz domingo. Dios te bendiga.

Comparte:
Leave a Comment

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *