Quedaron asombrados de sus palabras

I V º Domingo del Tiempo Ordinario

Canónigo Juan de Dios Olvera Delgadillo
Canónigo Juan de Dios Olvera Delgadillo

+ Del santo Evangelio según san Marcos: 1, 21 – 28

            En aquel tiempo, llegó Jesús a Cafarnaúm y el sábado siguiente fue a la sinagoga y se puso a enseñar. Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras, pues enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.

            Había en la sinagoga un hombre  poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: “¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar  con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios. Jesús le ordenó: “¡Cállate y sal de él!. El espíritu inmundo, sacudiendo al hombre con violencia y dando un alarido, salió de él. Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: “¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen. Y muy pronto se extendió su fama por toda Galilea.

Palabra del Señor.        R. Gloria a ti, Señor Jesús.

COMENTARIO:

  1.  En este domingo IVº del tiempo ordinario, el santo Evangelio que meditamos nos ubica a la escucha de Jesús, el Maestro, el único que nos habla con autoridad, es decir, que nos habla como el Hijo que está en el seno del Padre, y por quien nos viene toda verdad. Su palabra tiene una autoridad única, pues Jesús está en el Padre, y es enviado por el Padre a nosotros.
  2. En aquel tiempo, llegó Jesús a Cafarnaúm y el sábado siguiente fue a la sinagoga y se puso a enseñar: Como buen judío, Jesús va a la sinagoga donde se enseñaba la palabra de Dios a través de la lectura de lo que hoy conocemos como el antiguo testamento, la ley y los profetas; con la particularidad de que Jesús no sólo escuchará sino también enseñará la palabra; más aun, Él mostrará que el tiempo ha llegado y las profecías se están cumpliendo en Él. A través de sus palabras y sus obras mostrará a los judíos que Él es el Mesías. La misión de Cristo es evangelizar, y el Evangelio que Él nos mostrará es el amor del Padre al enviar a su Hijo para salvarnos.
  3. Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras: La reacción natural ante las palabras de Jesús es la del asombro, asombro por la profundidad y belleza de la verdad anunciada por Él, quien es más que un profeta; un corazón bien dispuesto queda entusiasmado por la paz y plenitud que dan las palabras del Maestro, palabras de vida eterna (cf. Jn 6,68).
  4. “…pues enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas: es decir, los escribas o todo otro hombre, por muy hermoso y elocuente que pueda hablar de Dios, jamás podrá transmitirnos el amor y plenitud de Dios como el Hijo de Dios altísimo, el que se encuentra en el seno del Padre, y por el cual hemos recibido la auténtica verdad que procede de Dios.
  5. Había en la sinagoga un hombre  poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: ‘¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar  con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios : la presencia divina del Hijo de Dios es captada por los espíritus inmundos; Jesús de Nazaret es el Hijo de Dios, y mientras que los demonios captan su presencia, los seres humanos sólo lo podrán captar por los milagros y en el encuentro de corazones con Él. Este encuentro será por la fe, por la apertura del corazón a Cristo para ser salvados.
  6. Jesús le ordenó: ‘¡Cállate y sal de él! : Jesús calla al diablo, pues el hombre  deberá creer sólo por la apertura del corazón a la palabra de Dios. Jesús ordena al diablo salga de aquel hombre, sólo Cristo nos libra del poder del pecado y del demonio.
  7. El espíritu inmundo, sacudiendo al hombre con violencia y dando un alarido, salió de él. Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: ‘¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen : El diablo no puede nunca más que Dios, y Cristo le ordena salir de aquel hombre, pues ha venido a liberar al hombre, y queda patente que Cristo nos viene a liberar, y que tiene el poder de hacerlo, a condición que abramos nuestro corazón a su buena noticia.
  8. Que la Virgen Santísima de Guadalupe, nos conduzca siempre a contemplar el misterio de su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para llenarnos de un asombro contemplativo y activo ante sus palabras, asombro que nos lleve a contemplar el amor a nosotros en su obra de salvación.
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